La ficción a veces nos enseña que por utópicas que puedan ser algunas situaciones en una obra, siempre hay un paralelismo con la realidad. La literatura, los videojuegos, una obra conceptual de algún artista de música, un cuadro, una película o, por supuesto, una serie, nos enseña que más allá de la ficción que pueda haber en un lugar, en la ficción siempre hay espacio para la vida, y en "BoJack Horseman" lo hay más.
Si hay algo que esta serie lleve varios años consiguiendo, es, sin lugar a duda, ese mismo mensaje: expresar a través de personajes totalmente utópicos, un universo que nosotros conocemos, pero no sabemos cómo explicárselo a otras personas para que lo comprendan. En la quinta temporada que se acaba de estrenar en Netflix de una de las mejores series que ha dado la animación en los últimos años, el famoso caballo vuelve para enseñarnos a ver realidades que, o bien desconocemos, o bien no podemos describir.
Aviso: Esta crítica contiene spoilers ligeros de la quinta temporada.
Esta quinta temporada comienza con el rodaje de la serie protagonizada por BoJack, un BoJack que consume muchísimo menos alcohol que anteriormente y que está centrado en ser feliz, en dejar de ser un problema para todos y para sí mismo. Pero si algo nos han enseñado las aventuras de este caballo con problemas emocionales, es que si algo está en su camino justo, en la dirección correcta, siempre habrá algo que pueda estropearlo.
La quinta temporada de "BoJack Horseman" nos habla directamente a la cara a través de sus personajes, pero como nunca lo ha hecho. Si bien es cierto que BoJack sigue siendo nuestro auténtico protagonista con sus idas y venidas en busca de salvarse de sí mismo, esta temporada también se centra en hacer un ejercicio introspectivo con los demás personajes de la trama, añadiendo mensajes verdaderamente notables.
Diane, Princess Carolyn, Todd, PeanutButter, todos tienen cabida porque todos tienen algo con lo que decirnos que somos o nos hemos sentido como ellos en algún momento. Y esa es la magia que la serie vuelve a repetir, pero en esta ocasión de un modo mucho más íntimo, dejando en algunos capítulos que los personajes por los cuales gire la trama, sean otros que antes yacían más bien como secundarios y que raramente robaban todo el protagonismo a BoJack. Diane es el ejemplo más claro para esta praxis.
Aquella chica que tímidamente se presentó en la serie como una autora que escribía una biografía sobre un actor que triunfó en los noventa con una serie de televisión, se ha esfumado. Cuando en la anterior temporada Diane dijo que siempre se estaba preocupando de la gente y que no podía ser feliz, se hablaba de que realmente lo que necesitaba era encontrarse. Para ello en esta temporada inicia un viaje a sus orígenes, pero, en vez de eso, termina volviendo a Los Ángeles y sintiendo que allí estaba más sola, entendiendo que lo que necesitaba era una vuelta de tuerca en su vida. Por eso se nos presenta una Diane que no se calla ante las injusticias que observa, una Diane que, aunque enfadada y pasota con prácticamente todo, hace hincapié en una sola cosa a lo largo de la temporada: ayudar a BoJack todo lo posible para que no caiga en el desastre al que está siempre predispuesto.
De alguna manera, esa dureza y a la vez fragilidad por querer ayudar a alguien a quien quieres es totalmente realista. Como también lo son algunos momentos que vive Todd a lo largo de la temporada por locos que puedan parecer, como también lo es la ilusión y posterior desilusión de Princess Carolyn y, como lo son, también, porque existen y son innegables, las dudas y mentiras de PeanutButter. Puede que en nosotros no, pero más allá de uno mismo, alguien puede ver en esos personajes que parecen pura ficción, una acción, un acontecimiento, o una personalidad, que han hecho en el pasado.
Hay instantes en los que odiamos algunos momentos que atraviesan los personajes de la serie e incluso no nos gusta su modo de actuar, pero hay en otros que es innevitable o bien emocionarnos, o sentirnos conmovidos por su discurso. BoJack es más que nunca todo eso, especialmente cuando, lleno de dolor, reflexiona sobre la vida y la muerte con una persona que se va para siempre, pero también cuando se sincera después de cerrarse en banda por su miedo a que no entiendan absolutamente nada de lo que le pasa y del por qué de algunas cosas que siente; en especial de un pasado con el que la serie juega en todo momento.
El pasado siempre ha tenido un peso importante en todas las temporadas que llevamos de "BoJack Horseman", pero en esta se indaga mucho más en eso. Viajando a su pasado, podemos comprender por qué Princess Carolyn tiene ciertos miedos e inseguridades, o detalles tan nimios como por qué empezó a vivir Todd en casa de BoJack. Ahí es cuando la serie vuelve a tornarse una realidad totalmente cristalina, dandónos un motivo por el cual todos los personajes, quien más y quien menos, se mantiene anclado a un pasado que sabe que no volverá, pero que ha dejado herida.
En un momento del capítulo 10 de esta quinta temporada, BoJack generaliza perfectamente en una situación el problema con el pasado cuando tiene que ver con otras personas; frente a frente con Diane, un autodestructivo BoJack dice que él lo ha pasado mal por algunas cosas que probablemente otras personas ya lo hayan olvidado, pero que, indudablemente, él es quien lleva el dolor a cuestas.
Por eso esta quinta temporada es más introspectiva que nunca con momentos para todo el mundo; para aquel que sufre en lo profesional, en lo personal consigo mismo, en lo familiar o en las relaciones de pareja. En "BoJack Horseman" hay lugar para que todo el mundo se sienta menos solo, abrace su soledad y la sienta compartida aunque sea a través de una gata, un caballo, un perro o un humano. La serie de por sí, ayuda, en cierta manera, a sentirse menos solo a algunas personas, actuando sobre ellas como un pequeño amigo que no para de dar consejos para que soluciones tu vida. Porque a veces, aunque no lo sepamos, necesitamos ver algo para decirnos a nosotros mismos que, puede que el problema esté en nosotros y tengamos que solucionarlo.
En esta quinta temporada hay lugar para situaciones de todo tipo: comedia, acción, y, por supuesto, una gran carga de filosofía aderezado con todo el drama que pueda tener la vida. Desde el primer capítulo observaremos como son tratados temas como el feminismo a través de la visión de hombres y mujeres, la asexualidad, la muerte, la psicología y, casi por encima de cualquier cosa, la lucha contra adicciones y la perdida de realidad cuando te enganchas a cualquier sustancia que no le hace bien a tu cuerpo.
Los nuevos episodios nos hablan de cómo es la vida; una auténtica tragicomedia. Cualquiera puede llegar a pensar que esto es, ni más ni menos, una práctica peligrosa para caer en la monotonía, pero no ocurre con esta serie. Aunque parezca que todo va a ser un refrito de situaciones vividas en anteriores temporadas, sus creadores siempre saben darle la vuelta a la tortilla para enseñarnos situaciones que no habíamos visto antes o, al menos, no desde el mismo punto de vista. El triunfo de "BoJack Horseman" radica en ser un constante ejercicio de descubrimiento a través de las emociones, de la vida con sus claros y sus oscuros.
Uno nunca puede esperar lo que va a ocurrir cuando un nuevo capítulo hace aparición en pantalla y es que tan pronto puedes pasar de haberte reído en alguna situación disparatada de un capítulo anterior, como estar recordando qué es sentirse en un diálogo interno con tu pasado o cómo puede influir el hecho de ver como una persona que fue feliz contigo anteriormente, ahora lo es con otra persona. "BoJack Horseman" es la vida, y esto es así. Es una vida complicada, pero nadie nos avisó de que vivir fuera fácil y, aunque las heridas existan, siempre habrá momentos en los que otros te puedan contar sus vivencias y tú te sientas comprendido. Eso es otro triunfo de la ficción.
La quinta temporada al completo se encuentra ya disponible en Netflix España.
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