Hace ya casi 23 años que, bajo el mando de los que hoy son grandes iconos de la industria de los videojuegos, nacía Doom, un título que llegaba para cambiar por completo el género del FPS y marcar un antes y un después. id Software nos traía por aquellos años un juego frenético con unos gráficos novedosos para la época, muchos demonios y sangre a raudales. ¿Quién no querría eso? Pues ahora, en 2016, esta desarrolladora une fuerzas con Bethesda para hacernos recorrer de nuevo aquellos retorcidos pasillos abarrotados de criaturas demoníacas. Acompañadnos en nuestro análisis de DOOM si queréis saber qué nos depara el reboot de una de las franquicias de mayor peso en esta industria.
Nada más comenzamos a jugar DOOM, nos damos cuenta de que es un título que no tiene demasiado reparo en mostrar todo su carácter abiertamente, y es que el juego no se anda con preámbulos ni cinemáticas que nos expliquen dónde estamos, qué hemos venido a hacer y demás cosas típicas en el género. Estamos en DOOM y a lo que hemos venido es a matar demonios, ¿acaso necesitamos una excusa? Simplemente levántate, coge el arma y empieza a disparar a todo lo que se mueva.
Con estas premisas parte la campaña principal, sin decirnos nada y dejando entrever que lo que es historia como tal, no vamos a tener demasiada ni muy importante en todo el transcurso del juego. Las diferentes misiones en las que se divide este modo para un jugador no son novedosas, espectaculares ni complicadas a nivel argumental; simplemente tendremos que ir de un lado para otro recogiendo llaves que nos permitan acceder a la puerta que lleva al siguiente lugar. Todo ello guiado por una voz que nos indica qué hacer en todo momento, para que no nos perdamos.
Sin embargo, no os creáis que por esto se ha abandonado completamente la narrativa; simplemente se ha tratado de forma distinta. En DOOM podremos encontrar diferentes fragmentos de historia y lore que nos hablen más acerca del legendario marine, de cómo la UAC causó la destrucción con que nos encontramos y de qué forma todos los demonios pudieron llegar a nuestro mundo, al planeta Marte. Los fans de la saga reconocerán sin duda guiños y referencias a los juegos anteriores de la saga y agradecerán toda esta información que se da de forma sutil, entre audios, imágenes y otros objetos que tendremos que encontrar rebuscando en cada recoveco del mapeado. Lo bueno de que la historia se cuente de esta forma es que, por un lado, quienes sean nuevos en la saga no tendrán problema alguno en seguir la historia ya que no requiere de conocimiento previo alguno; podemos llegar, escuchar la voz que nos habla y matar demonios hasta llegar al final de cuento. Por otro lado, ya seamos fans o no, tenemos la ocasión de elegir si queremos que DOOM nos cuente todas estas cosas, es decir, explorar para encontrarlas, o por el contrario preferimos ir al grano sin pararnos demasiado, viendo poco más que cuatro secuencias de 20 segundos en todo el juego.
En cuanto a la jugabilidad, esta campaña es, en sí, un guiño por completo a las dos primeras entregas de la franquicia. DOOM muestra en este apartado toda su personalidad, todo lo que le hace ser el gran juego que es y que le diferencia del resto de FPS que encontramos año a año en el mercado. Si jugasteis a las primeras entregas sabréis exactamente de lo que hablo, y si no lo habéis hecho, tal vez os llevéis una sorpresa. Ya podéis ir olvidándoos de todo lo aprendido acerca del género en títulos como Call of Duty o Battlefield. Se acabaron las coberturas, el miedo al cuerpo a cuerpo con los enemigos, las tácticas complejas e incluso las recargas; nada de sigilo o de elegir cómo jugar: simplemente salta, escala, lánzate y mientras tanto, vacía tus armas a los implacables demonios que te persiguen. DOOM es un juego que se basa completamente en una acción rápida y frenética ,de pensar poco y apretar mucho el gatillo en el que se hace indispensable usar todo nuestro arsenal y el entorno para causar daño a los enemigos. Y para que ellos no nos maten a nosotros, lo que necesitaremos será no parar de movernos, ya que esto se penaliza gravemente en el juego, sobre todo si jugamos en dificultades altas, donde la IA enemiga cumple bastante bien (no son genios, pero al menos tratan de aprovechar sus ventajas). El hecho de no regenerar vida ni armadura y de contar con poca munición nos obliga, no solo a explorar los entornos para encontrar lo que necesitamos, sino a utilizar las espectaculares glorykills. Estas ejecuciones con las que podemos rematar a los enemigos moribundos son una de las mecánicas fundamentales en el juego, sin la que no podremos sobrevivir ni un solo minuto. Al acabar con nuestros enemigos de esta manera, nos soltarán munición y vida muy necesaria para nuestra supervivencia, además de recompensarnos con unas animaciones brutales y sangrientas a más no poder (¿qué le vamos a hacer si somos así de gore?). Y acorde con todas las veces que tendremos que realizar estas glorykills, en id Software han creado muchas y muy distintas animaciones para cada posición en la que pillemos a cada uno de los enemigos del juego; de esta forma, a pesar de que repetiremos cientos de veces las ejecuciones, es difícil que acabemos aborreciéndolas.
Pero no os penséis que esto de disparar y correr es como coser y cantar. A pesar de que DOOM no esté hecho para ser un shooter que tomarse con calma y en el que planificar bien cada acción, deberemos tener cuidado con lo que hacemos, dónde nos metemos, a quién matamos primero y qué camino seguimos si queremos tener éxito. Con toda su rapidez, la muerte es algo que viviremos unas cuantas veces, sobre todo en dificultades elevadas, y que nos obligará a usar de más de dos y tres intentos para superar algunas partes de los niveles. Tendremos que replantearnos por dónde abordar el combate, qué elementos del entorno usar en qué momentos o cuándo sacar nuestro armamento pesado; todo ello, por supuesto, sin ralentizar el ritmo frenético del juego.
Entre los distintos combates que libraremos por todas las arenas, nos encontraremos con algunas zonas en las que podremos explorar, perdernos y hacer un poco de plataformeo (uno muy básico) para alcanzar la siguiente arena en la que enzarzarnos con medio infierno. En estas zonas de transición tendremos la oportunidad de dedicarnos a buscar los múltiples secretos que se esconden en el juego en forma de coleccionables o mejoras tanto para nuestro personaje, como para la armadura o armas. De esta forma funcionan los mapas a lo largo de toda la campaña: arena de batalla, corredor, arena, corredor y así sucesivamente hasta, de forma muy ocasional, toparnos con algún jefe. Este aspecto del juego, como la historia, es realmente simple y, aunque los mapeados son suficientemente diferentes como para no saturar, se habría agradecido algo más; alguna sorpresa y un poco de variedad habrían estado muy bien. Por otro lado, también hay algunas pruebas opcionales a lo largo de los mapas con las que conseguir runas y mejorar a nuestro personaje. Estas pruebas consisten en cumplir ciertos objetivos, como matar a un número de enemigos con un arma, en un tiempo delimitado.
Pero, por mucho que os contemos y os detallemos acerca de la campaña, lo que a fin de cuentas importa es si esto es divertido, gratificante y constituye una experiencia digna de la saga. La respuesta es sí, desde luego; jugar DOOM es algo que resulta divertido y emocionante desde el primer minuto hasta el final, incitándonos incluso a rejugarlo con sus cientos de coleccionables. Por mucho que sea arena tras corredor tras arena, cada una de las múltiples armas que podemos usar resulta gratificante y hace que todas las bajas que causemos en el ejército de demonios nos reconforte, constituyendo un motivo más que sólido para seguir adelante. Además, los diferentes niveles de dificultad (hay 5 en total, uno de ellos bloqueado inicialmente) harán que la experiencia se pueda adaptar a casi cualquiera, tanto si somos veteranos en este tipo de shooters como si empezamos de 0. Si juntamos todo esto a una duración de unas 10 horas en nuestro caso, el resultado es uno de los mejores modos para un jugador del género FPS que hemos tenido en los últimos años.
Dejando de lado ahora toda esta frenética campaña, si paramos de correr y saltar y nos detenemos a observar con detalle los entornos que id Software ha creado para DOOM, quedaremos maravillados. La versión que hemos podido jugar es la de PC, y con los ajustes gráficos en Ultra, el detalle y la belleza de cada escenario, no solo técnicamente sino artísticamente, es increíble. Desde la niebla que cruza el infierno hasta el humo volumétrico de algunas zonas en las instalaciones marcianas de la UAC, pasando por por cada fuego, cada explosión y cada pequeño detalle, todo está realmente cuidado y nos hará sacar más de una captura.
Por su lado, la banda sonora acompaña bastante bien, es muy espectacular y conseguirá que nos incorporemos en nuestra silla o sofá, al menos durante los primeros compases del juego. Y es que la escasez de temas hace que terminemos aborreciendo ese tema heavy que se inicia en cada pelea y que anuncia la llegada de los demonios.
De esta versión de PC hay que destacar también el rendimiento, que es excepcional, a pesar de los requisitos que desde Bethesda han hecho públicos para el juego. Por nuestra parte, hemos tenido siempre una tasa de frames superior a los 60 fps con los ajustes gráficos en Ultra (incluso toqueteando para subirlos a Ultra Pesadilla), lo cual es normal teniendo en cuenta que nuestra máquina cumplía con los requisitos recomendados. Sin embargo, cabe destacar que hemos probado el juego en otro PC armado con un procesador AMD de cuatro núcleos, una tarjeta gráfica R9 270 y 8GB de RAM, lo cual no llega en algunos aspectos ni siquiera al mínimo; y sorprendentemente DOOM era capaz de correr entre 40 y 60 fps con ajustes entre medio y alto, con alguna bajada en momentos muy puntuales (por ejemplo, con el humo volumétrico), pero siendo completamente jugable y disfrutable. Además, para permitirnos adaptar el juego a nuestro PC, la cantidad de opciones gráficas que tenemos a nuestra disposición para toquetear es enorme, cosa que, personalmente, agradezco mucho.
Y antes de pasar al resto de contenido que ofrece el juego y dejar el modo para un jugador, me gustaría remarcar el cariño con el que se nota que id Software ha hecho este DOOM, y que se manifiesta en algunos detalles aquí y allá. Esta nueva entrega de la franquicia está llena de guiños a las anteriores, pero también a otros juegos y películas, y es que hay un buen puñado de easter eggs que descubrir y que hacen referencia a grandes franquicias de Bethesda o escenas icónicas de películas de acción. Seguro que no se os pasa ninguno a vosotros, jugones.
Como todos sabréis, DOOM se centra en la campaña, siendo el modo de juego al que más importancia se le da y, por tanto, sobre el que se basa el análisis; pero no por ello es el único modo y, de hecho, viene acompañado por un multijugador y un completo editor de mapas que os desglosaremos a continuación.
En cuanto al multijugador, nos encontramos con algo muy similar a lo que estuvo disponible hace unas semanas en forma de beta abierta, ya que realmente aquella prueba fue únicamente de servidores y no se ha tocado nada del juego como tal. Si no pudisteis disfrutar de la beta, os interesa saber que toda la personalidad y desparpajo que DOOM derrocha en su campaña para un jugador, la pierde en estos modos competitivos. En id Software no se han atrevido a volver a la época de los arena shooters con este DOOM, han querido adaptarlo para poder gustar a la amplia base de fans que tienen los FPS modernos como Call of Duty o Battlefield; pero lo único que han logrado es quedarse a medias. Tenemos un buen puñado de modos de juego, algunos de ellos bastante originales, una cantidad considerable de armas y unas opciones de personalización realmente impresionantes, sí, pero sigue faltando algo. No me malinterpretéis, DOOM no tiene un mal modo competitivo, pero simplemente no es bueno, y cuando eso lo pones al lado de una de las mejores campañas del género de los últimos tiempos, chirría bastante. Sobre todo, cuando es por falta de seguridad y de tener claro de qué va tu juego, independientemente de si es lo que el mercado demanda o no (claro que, los accionistas de Bethesda tal vez no estén de acuerdo conmigo).
Por su parte, SnapMap, la herramienta que permite crear y modificar mapas a nuestro antojo, constituye un aliciente más que interesante, no solo para aquellos que quieran dar rienda suelta a su creatividad, sino para todos los demás que podemos aprovecharnos de ella. Gracias a estas herramientas, los usuarios que lo deseen (puede comenzarse de 0 siguiendo unos sencillos tutoriales) podrán llegar a crear cosas tan complicadas como modos de juego nuevos para disfrutar tanto solos como con y contra amigos. Con SnapMap todas estas creaciones se ponen a disposición del usuario y se ordenan de forma bastante buena para que puedas acceder a las que te interesas, las más jugadas, las mejor valoradas o simplemente las más nuevas. Sin embargo, aunque esta parte es realmente buena, el éxito depende más de nosotros, de la propia comunidad, de que nos decidamos a hacer cosas o no y de que los modders las pongan a prueba o decidan que no es suficiente para ellos y se vayan a otro lugar.
En definitiva, DOOM es un título que cuenta con sus fallos y que podría haber dado algo más de sí, sobre todo con un mejor diseño de mapas o un modo competitivo que hubiera apostado por algo más propio. Es cierto que puede que no cumpla con las expectativas de aquellos que esperen un Quake para jugar online, o con la de aquellos que busquen un shooter moderno en el que cubrirse y creerse un soldado, pero es Doom en estado puro. La saga ha vuelto y, aún con sus problemas y carencias, lo ha hecho trayendo consigo uno de los modos para un jugador más divertidos de lo que llevamos de año. Mucha acción, velocidad y espectacularidad a raudales es lo que podemos encontrar en esta nueva entrega que nos recuerda por qué esta es una de las sagas que sentó los pilares sobre los que se construyen los juegos modernos.
Con una duración aproximada de unas 10 horas en la campaña que pueden alargarse mucho si decidimos rejugarlo para conseguir todos los coleccionables, nos aficionamos al multijugador disfrutamos de las creaciones de la comunidad en SnapMap, tendréis que ser vosotros, como siempre, los que juzguéis si merece la pena; pero desde luego, en mi opinión, a pesar de que no sea ninguna obra maestra, DOOM es un título extremadamente divertido de principio a fin y un imprescindible tanto para los amantes de la saga como del género. Si aún lo estáis dudando, jugones, entrad al infierno y que corra la sangre de los demonios.