Hace ya algo más de dos años que Sony Japan Studio anunciaba The Tomorrow Children, el nuevo proyecto exclusivo de PlayStation 4 en el que embarcaría como editora y cuyo desarrollo corría a cargo de Q-Games, un pequeño estudio afincado en Japón que ya había colaborado anteriormente con grandes compañías como Nintendo. Ahora, este proyecto, que ya se ha convertido en uno de sus títulos más ambiciosos hasta la fecha, llega a nosotros en su versión final.
Tal vez recordéis que no es la primera vez que ponemos nuestras manos sobre The Tomorrow Children y es que en el mes de noviembre de 2014 ya pudimos traeros un pequeño avance de una de las primeras versiones del juego, en el que os remarcábamos que sin ser un juego para todo el mundo, podía resultar muy divertido si se lograban pulir algunos aspectos. ¿Habrán conseguido este objetivo los chicos de Q-Gamesen el casi año y medio de desarrollo que han tenido por delante? Acompañadnos en este análisis para descubrir qué nos ofrece The Tomorrow Children.
Trabaja como un individuo por el bien común
The Tomorrow Children nos introduce a una situación realmente extraña en la que encarnamos a uno de los muchos clones proyectados (no puede vivir sin luz) creados por los pocos supervivientes de un experimento que pretendía unificar las consciencias de todos los habitantes del mundo. En este nuevo y distópico futuro ambientado en la Unión Soviética, se nos instará a trabajar para recuperar los genes humanos del vacío conocido como Void en el que se encuentra sumido el mundo, haciendo que, de esta forma, pueda florecer de nuevo la sociedad.
Como individuos, nuestro objetivo es resultar lo más productivos que nos sea posible en la ciudad que nosotros elijamos, a la cual tendremos que proporcionar recursos como cristales, carbón, madera o alimentos; todos ellos necesarios para construir ciertas edificaciones y poder albergar una mayor población, cosa que conseguiremos recuperando las muñecas Matryoshka que encontraremos repartidas por el mundo y transformándolas de nuevo en seres vivos. Pero esto no es todo, y es que todas las ciudades están amenazadas constantemente por unos grandes monstruos que tratarán de acabar con todo a su paso, conocidos como Izverg. Tendremos que tomar nuestras armas y defender la ciudad de todos estos enemigos si queremos convertirla en el próspero lugar en el que tanto tiempo y esfuerzo hemos invertido.
Cabe destacar en este punto que, al tratarse de un juego online en el que influyen enormemente el resto de jugadores, nos encontramos con un universo persistente que, de la noche a la mañana, puede cambiar por completo. Podemos acostarnos un día dejando nuestra ciudad a punto de llegar a ser un auténtico paraíso y al levantarnos vernos en la obligación de irnos a otra porque haya sido completamente arrasada por los Izverg (también puede ocurrir al revés, pero pongámonos en el peor de los casos). Si bien es cierto que este punto puede ser frustrante para algunos jugadores, nosotros lo consideramos un acierto, ya que es una de esas pequeñas cosas que te hacen volver al juego cada cierto tiempo y, sobre todo, hace que realmente sientas que juegas en un universo vivo en el que los demás jugadores también aportan su granito de arena
Y es que The Tomorrow Children presenta una auténtica sociedad comunista en la que todos los jugadores pueden (y de hecho deben) hacer su parte del trabajo con el fin de llevar a buen puerto nuestro proyecto de ciudad. Si el resto de usuarios que tenemos en nuestra misma ciudad se toman la tarea en serio o se dedican a hacer el tonto y disparar a todo marca una diferencia realmente vital, marcando muy claramente el componente social del juego que, sin obligarnos a que nos comuniquemos con el resto, sí hace que debamos cooperar con ellos. Y este es un detalle que nos ha gustado bastante, ya que dentro de todo este extraño mundo, la cooperación no es más normal que el resto; no tenemos que hablar, ni siquiera que ver al resto de jugadores, para entender fácilmente quién está haciendo cada tarea. Y poder llegar a entenderse con alguien del otro extremo del mundo sin intercambiar una palabra ni un gesto, eso es algo que en The Tomorrow Children se puede lograr.
Sin embargo, no todo el componente de interacción social es bueno. A pesar de que se han mejorado cosas y, ahora, el hecho de que alguien almacene los recursos que tú has producido también te aporta recompensas a ti; sigue habiendo pequeños detalles que resultan frustrantes. Por ejemplo, para acceder al banco de trabajo (donde se craftean las cosas), a una tienda o a cualquier otro edificio de la ciudad, tendremos que hacer cola si hay varios usuarios, obligándonos a esperar unos cuantos minutos incluso ahora que los servidores no están demasiado llenos ya que solo se puede acceder pagando el Founder's Pack.
Jornada laboral de 24 horas
Tal vez leyendo todo esto ya os sintáis perdidos entre tanto que recuperar, defender y cooperar; pero no os preocupéis, ya que el juego cuenta con un tutorial que ha mejorado muchísimo respecto a versiones previas y que facilita enormemente tanto el aprendizaje de las mecánicas básicas como la comprensión de cómo narices debemos trabajar para llevar a buen puerto nuestros objetivos en este extraño universo, aunque es cierto que se echa en falta un poco más de ayuda a la hora de aprender a organizar una ciudad.
Entre estas mecánicas básicas tenemos varios campos diferentes que, como es lógico, aportan cosas distintas (pero todas ellas necesarias) a la ciudad. Por un lado, como elemento más básico, podemos picar y cavar en islas a las que accedemos en bus para obtener algunos valiosos recursos como el carbón, el cristal, el metal o las muñecas Matryoshka. Por otra parte, podremos realizar auténticos huertos dentro de nuestras ciudades plantando semillas de árboles y dejando que los NPCs salidos de las propias muñecas Matryoshka los rieguen para crecer; con esto conseguiremos tanto alimento en forma de manzanas que maduran y podemos recoger del suelo, como madera si talamos estos árboles. Otro de los trabajos que tendremos que realizar tanto en nuestra ciudad como en las islas, se centra en la seguridad del resto de trabajadores, y es que tendrá que haber jugadores pendientes de posibles Izverg que vengan a por nosotros para repeler estas amenazas y salvar todo el esfuerzo.
La forma en la que nos caracterizamos para una u otra de estas tareas es a través de la progresión de nuestro personaje. Al contrario que en las fases en desarrollo del juego, esta versión final no nos pide escoger una clase y coloca a nuestro personaje totalmente virgen, sin ningún atributo. Es con cada nivel que subamos como se nos otorgarán los puntos necesarios para distribuir entre diferentes aspectos que nos caracterizarán como militares, recolectores, mineros y demás "clases"; aunque siempre podemos mantenernos en un punto intermedio que nos permita estar preparados para realizar con relativa eficacia cualquiera de las distintas funciones.
En cuanto a la eficiencia de las diferentes acciones, no solo viene determinada por los atributos de nuestro personaje, sino por el equipamiento de este. Tendremos que comprarnos nuestros propios picos de buena calidad si queremos picar rápido, o las armas más potentes si queremos hacer daño de forma contundente a los enemigos. Todo ello se puede pagar de dos formas: o bien en las tiendas "estándar" de la ciudad con los tickets de racionamiento que obtenemos al mostrar todo el trabajo realizado en el Ministerio de Trabajo; o bien con los Freeman Dollars que se aceptan en el Mercado Negro y funcionan al margen de la legalidad del estado, accediendo de esta forma a las mejores herramientas que nosotros hemos probado. Es esta segunda moneda la que incluye las microtransacciones en el juego, ya que podremos adquirir distintas cantidades pagando dinero real; sin embargo, al movernos por el mundo también encontraremos Freeman Dollars tirados por el suelo y se nos darán algunos al picar, por lo que realmente, si invertimos tiempo en The Tomorrow Children, podemos acceder a todo el contenido del juego.
Y es aquí donde se encuentra uno de los puntos más flojos del juego. Hay mucho contenido por desbloquear y cuanto más trabajemos, mayor será el número de objetos al que tendremos acceso (se nos darán documentaciones que nos acrediten a llevar más y mejor equipamiento, incluso a tener una casa o conducir). Pero el trabajo que realizamos no avanza al igual que el resto de cosas del título; sí, cada vez cuesta menos esfuerzo porque nuestras herramientas son mejores y podemos hacerlo más fácilmente, pero el hecho de picar, palear, cortar árboles o disparar (con un tosco sistema de apuntado) no evoluciona en absoluto y a nosotros se nos ha quedado corto en menos de 20 horas, cosa preocupante teniendo en cuenta que apunta a ser un juego de largo recorrido.
Con todo esto, tal vez penséis que, al igual que otros títulos que mezclan la recolección de recursos con el mundo abierto, el juego de Q-Gameses para tomárselo con calma; pero no. El juego nos insta a no perder el tiempo por ahí ofreciendo constantemente necesidades y urgencias que nos obliguen a realizar tareas para que nuestra ciudad no se hunda y siga prosperando. Es así como The Tomorrow Children combate esa sensación de abandono que otros juegos semejantes (o al menos lo más semejantes que se nos ocurren) sí que provocan.
Pequeños añadidos con mucha vida
Junto a estos elementos que suponen, por así decirlo, el núcleo de la jugabilidad de The Tomorrow Children, tenemos otros añadidos entre los que hay algunos más necesarios que otros a la hora de lograr crear una buena ciudad, pero que igualmente aportan un pequeño plus a la variedad en la jugabilidad del título.
El primero de ellos son las misiones, que permiten avanzar un poquito más rápido y hacer que centremos nuestros esfuerzos en una tarea concreta para obtener algunas mejoras extra. Se nos darán de forma ocasional y tienen objetivos simples (no quiere decir que sean fáciles o rápidos).
Por otra parte tenemos la construcción. Tal vez este sea el aspecto secundario menos secundario y es que necesitaremos "fabricar" todo lo que hay en la ciudad, desde centrales térmicas para producir energía hasta torretas para defendernos pasando por muros, máquinas expendedoras para adquirir mejoras e incluso las tiendas más básicas. Para darle un toque de dificultad a esto, además de gastar algunos recursos, para lograr construir algo con éxito debemos resolver un puzle (no demasiado difícil, pero que nos hará pensar bastante) en un tiempo determinado (o pagar Freeman Dollars para evitar esto).
Sin embargo, no es este el único tipo de construcción, ya que también podremos utilizar bloques sin una utilidad concreta al más puro "estilo Minecraft" para hacer estructuras del tipo que queramos, aunque normalmente la gente acaba construyendo hacia arriba (muy arriba) hasta que se cansan y deciden lanzarse al vacío. Tal vez cuando el juego sea free-to-play y los servidores estén más llenos tengamos auténticos artistas realizando cosas realmente útiles para la ciudad.
Otras acciones como la de generar energía en una máquina de correr también incluyen pequeños minijuegos que, sin ser nada que vaya a hacernos pasar horas y horas pegados a The Tomorrow Children, aportan su granito de arena para que el conjuntoresulte más atractivo.
Arte en movimiento
Si hay algo en lo que The Tomorrow Children destaca por encima de todo, eso es su apartado visual. A través de colores muy contrastados, unos modelados con baja carga poligonal y una iluminación tan extraña como el resto del juego, la obra de Q-Games logra resultar terriblemente atractiva a la vista. En muchas ocasiones hemos tenido nosotros la necesidad de detenernos por unos instantes a contemplar el minimalista, pero increíblemente bello, escenario y sacar alguna que otra captura.
El apartado sonoro, por su parte, se queda un poco por debajo de lo visual, pero está también a un muy buen nivel. No intenta destacar, tan solo acompañar con ritmos más sosegados y algunos efectos que nos informen de ciertas situaciones, y lo cierto es que lo hace de una forma más que correcta.
Por último, en cuanto al rendimiento tenemos que decir que el framerate se nos ha mantenido bastante estable, pero sí se nota a veces un poco de lag a la hora de interaccionar con objetos cuando lo hacemos de forma simultánea a otros usuarios. No es algo grave, pero sí que puede resultar algo molesto intentar recoger cosas y que la animación comience pero no se complete porque ya haya otro jugador con ese objeto.
Conclusiones
En definitiva, The Tomorrow Children es una experiencia que, ante todo, resulta muy novedosa. Incluye mucho contenido, una sensación de urgencia y un universo que realmente incitan a que sigamos jugando, a que volvamos un día más al título, aunque solo sea a ver si nuestra querida ciudad sigue en pie. Todo eso unido a un apartado visual sobresaliente, una historia que resulta realmente extraña y un marco que parodia una sociedad comunista (nunca llegas a saber si como crítica o como alabanza) resulta un soplo de aire fresco para casi cualquiera.
No es un juego para todos los gustos, y eso queda bastante claro desde un inicio, pero si su propuesta os logra atraer y dais con gente dispuesta a cooperar para lograr los objetivos comunes, se puede disfrutar bastante. No obstante, es posible que veáis vuestra experiencia mermada, no por la cantidad de contenido, sino por la cantidad de objetivos; y es que tras unas cuantas horas uno acaba con la sensación de que sí, desbloquea cosas y progresa, pero a base de hacer una y otra vez los mismos trabajos repetitivos. Si dudáis, os recomendamos esperar a que se convierta en un free-to-play, cosa que ocurrirá en los próximos meses, sin una fecha definida en el momento que escribimos este análisis.
The Tomorrow Children es un juego muy singular. La cooperación, su contenido y su estilo visual son sus puntos fuertes. Sin embargo, la falta de tareas que realizar puede hacer que este juego sea demasiado aburrido para los jugadores que no están realmente interesados en el género MMO.
Videojuerguista, lector y cinéfilo desde que tengo uso de razón. Hablo de videojuegos, cine, series o lo que me dejen. Incondicional del RPG clásico, lo indie y el wéstern. Me gustan los números y puedes encontrarme con una raqueta en la mano.