Tras más de 30 años de historia, la saga Civilization vuelve a sorprendernos con una entrega que promete revolucionar la fórmula que tanto éxito le ha dado. Durante mis primeras horas con el juego, he podido comprobar cómo Firaxis ha sabido mantener la esencia de la serie mientras implementa cambios que transforman por completo la experiencia de juego. El sistema de Eras dinámicas y la libertad para elegir civilizaciones a lo largo de la partida son solo la punta del iceberg de una propuesta que busca renovarse sin perder su identidad.
La primera impresión al sentarse frente a Civilization VII es impactante. El nuevo motor gráfico nos presenta un mundo vivo y detallado, con un estilo visual que se aleja del caricaturesco Civilization VI para ofrecernos un aspecto más maduro y realista, inspirado en maquetas y dioramas de museo. Los modelos de las unidades y edificios tienen un nivel de detalle sobresaliente, y las animaciones fluidas hacen que cada turno sea un deleite visual.
El cambio más significativo respecto a entregas anteriores es el sistema de Eras. A diferencia del tradicional progreso lineal, ahora nuestro imperio atravesará tres grandes períodos - Antigüedad, Exploración y Moderna - en los que podremos elegir una nueva civilización para adaptarnos a los desafíos de cada época. Este sistema, aunque puede recordar a títulos como Humankind, tiene sus propias peculiaridades únicas que lo hacen especial.
La transición entre eras viene marcada por períodos de Crisis, eventos históricos que pondrán a prueba nuestra capacidad de adaptación. Durante mi partida como Roma, me enfrenté a una devastadora combinación de tormenta y plaga que diezmó mis recursos y población, mientras mantenía una compleja red de alianzas y conflictos con Hatshepsut y Amina, lo que me obligó a alternar entre costosos tratados de paz y períodos de guerra estratégica para mantener mi imperio a flote.
La gestión urbana ha sido completamente rediseñada. El nuevo sistema de distritos urbanos y rurales simplifica la microgestión sin perder profundidad estratégica. Los constructores han desaparecido, y ahora el crecimiento de la población determina directamente la expansión de nuestras ciudades, creando patrones de desarrollo más naturales y creíbles.
La introducción del concepto de Pueblos como asentamientos iniciales que pueden evolucionar a ciudades añade una nueva capa de decisiones estratégicas. Durante mi experiencia, tras hacer la transición a España en la Era de Exploración, pude establecer Madrid como mi capital y expandir mi influencia a través de pueblos que gradualmente se convirtieron en prósperas ciudades. Ver cómo Córdoba, Sevilla y A Coruña evolucionaron de simples asentamientos a centros urbanos vibrantes, cada uno con su propia especialización económica y cultural, fue una de las experiencias más gratificantes del sistema.
El sistema diplomático ha recibido una renovación completa con la introducción de la Influencia como recurso principal. Este nuevo enfoque elimina el tradicional intercambio de recursos por un sistema más dinámico de acciones directas contra otras civilizaciones. La capacidad de utilizar la influencia durante las guerras para afectar el Apoyo Bélico añade una dimensión estratégica fascinante a los conflictos.
La interacción entre líderes es ahora más personal y cinematográfica, con encuentros diplomáticos que muestran a ambos gobernantes interactuando en la misma pantalla. La posibilidad de elegir cualquier líder para cualquier civilización abre un abanico de posibilidades estratégicas nunca antes visto en la saga.
Una de las mejoras más interesantes que he descubierto durante mi tiempo con el juego es el nuevo sistema de comandantes militares. Ahora es posible "empaquetar" ejércitos enteros bajo el mando de un solo comandante, lo que facilita enormemente el movimiento de grandes fuerzas a través del mapa. Este cambio no solo agiliza la gestión militar, sino que añade una nueva capa de estrategia al decidir cómo organizar y desplegar nuestras fuerzas.
El modo multijugador también ha recibido una atención especial en esta entrega. La inclusión del juego cruzado entre PC y consolas amplía significativamente la base de jugadores, mientras que la posibilidad de jugar partidas completas centradas en una sola Era ofrece una alternativa perfecta para aquellos que no pueden comprometerse con largas campañas. Las partidas de la Era Antigua y de Exploración admiten hasta cinco jugadores, mientras que la Era Moderna expande este límite hasta ocho jugadores, permitiendo batallas épicas a mayor escala.
Tras estas primeras horas con Civilization VII, resulta evidente que Firaxis ha tomado riesgos calculados para revitalizar la fórmula. La evolución dinámica de las civilizaciones, junto con los sistemas renovados de ciudades y diplomacia, crean una experiencia más inmersiva y estratégicamente satisfactoria que sus predecesoras. Aunque algunos cambios pueden resultar controvertidos para los puristas de la serie, la profundidad y versatilidad del nuevo sistema promete mantener a los jugadores pegados a sus pantallas durante incontables horas más.
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