Análisis This Is the Police II
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Análisis This Is the Police II

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Un par de años atrás, Weappy Studio publicó This Is the Police, un título que, con una interesante confluencia de géneros, nos situaba en las riendas de un departamento de policía. Pese a su relativamente reciente publicación, el estudio ha decidido dar el próximo paso y liberar This Is the Police II, una secuela que promete no sólo refinar todo lo positivo que presentó su predecesor sino, además, expandir los confines a aún más variaciones mecánicas. De la mano de una fuerte carga narrativa y de una constante toma de decisiones, el juego nos emplaza a una historia de moralidad que, desafortunadamente, intenta abarcar más de lo que se puede permitir, difuminando así la calidad de una pieza que, caso contrario, hubiese sido excelsa.

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Malvenidos a Sharpwood

La historia del título narra el día a día de los oficiales del pueblo ficticio de Sharpwood, lugar que ahora se adjudica el protagonismo escénico después de lo que hiciese la también imaginaria ciudad de Freeburg. En esta ocasión, se ilustra el desenvolvimiento como sheriff de Lilly Reed -el cual se produce repentinamente por el asesinato del que ocupaba el cargo-, una oficial insegura que, además, ha de lidiar con el posterior homicidio de su más cercano compañero, hecho tras el que el cuerpo policial se sumerge en decadencia.

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Sin embargo, para ser más exactos, es óptimo decir que se pretende ilustrar dicho desenvolvimiento, pues no se logra como debería. De antemano advirtiendo que la historia es una continuación directa de la aventura original, por lo que habrá spoilers en lo próximamente discutido, pocos minutos adentrados en el argumento aparecerá un individuo cuya identidad se revela luego como Jack Boyd, quien fungiese como protagonista en la primera entrega. Una vez aparece el ahora perteneciente a los más buscados del FBI, la figura de Reed queda desplazada en su parcial totalidad a un segundo plano, aspecto donde recae el primer error del estudio.

Y es que, específicamente, el inconveniente parte del increíble potencial desaprovechado en tal movimiento: la policía, como reflejo del hundimiento moral y social que sufre la población de Sharpwood, ve con malos ojos la presencia de Lilly en el cargo de sheriff, e igual lo hace Boyd. Los oficiales no toman en serio sus decisiones, dudan de sus capacidades, presentan misoginia institucional para con ella e, inclusive, desde el punto de vista intrínseco, son seres con profundos problemas respecto a la interrelación humana, pero no se habla de nada de esto. This Is the Police II deja todo el valor que pudo haber supuesto tratar estos tópicos en el preciso instante en que Boyd se vuelve nuestro avatar y, por ende, Lilly se relega a una persona con apariciones más bien anecdóticas, pero lo suficientemente fuertes como para dejarnos entrever lo que pudo haber sido.

Teniendo en consideración el enfático enfoque narrativo que posee la obra, es imposible dejar pasar trabas como la previamente planteada, al igual que una inadecuada manera de llevar los intervalos de los acontecimientos. En cada escena cinematográfica, las cuales se desarrollan entre día y día, suelen haber diálogos excesivamente largos de los que se podría prescindir sin problema alguno, pues no agregan sustancia al argumento de ninguna manera. Esto causa una rápida sensación de monotonía que, de modo simultáneo, desvía la atención de los detalles importantes, en especial gracias a que es un traspié que se reproduce en múltiples ocasiones.

Por otro lado, al igual que su predecesor, la historia se plantea en un marco temporal excesivamente amplio. Es decir, es necesario atravesar una gran cantidad de días in-game para poder ver el curso de los sucesos, siendo esta una característica que, sin lugar a dudas, puede inhibir a muchos usuarios de disfrutar del viaje, precisamente porque no es tan sencillo llegar al final del túnel. Esto, sumado a que se nos introduce a la trama desde la perspectiva de diversos personajes, erige una barrera que, primero, deja de lado a aquellos que no hayan jugado al primer título -aún se puede entender, pero es más complicado y menos especial- y, segundo, obvia a quienes no serán capaces de culminar el reto, lo cual va en contra de su inherencia como pseudo aventura gráfica.

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Aun así, asimismo es necesario reconocer que This Is the Police II tiene una historia que, inevitablemente, se sigue con mucho interés. A pesar de sus notables problemas, el contenido argumental llama mucho la atención, y se nos invita con grato gusto a continuar pasando los días para ver cómo se van desenvolviendo las consecuencias de nuestras decisiones. En lo que a esto respecta, el estudio logró un resultado tan bueno como el de su proyecto principal y, por lo tanto, se nos permite ver el gran peso que tienen nuestras elecciones, cuya carga moralal igual que durante toda la trama- se siente a flor de piel de forma sobresaliente. Inclusive, podríamos destacar este subpunto como un ámbito impoluto de no ser porque, en contados momentos, hemos de tomar decisiones corruptas sin la posibilidad de negarnos, no obstante, en líneas generales, es un motor excelentemente desarrollado.

Policías, mercaderes, investigadores y XCOM

En términos jugables, lo que más destaca del producto es su clara separación de un género definido ya que hace uso de mecánicas tan marcadas como diferentes que evitan la capacidad de encasillarlo en un marco lúdico. Hay dosis de estrategia al estilo XCOMrama que debuta en la franquicia-, de gestión de recursos a lo RTS, de obra policial, de juego de investigaciones y de aventura gráfica, por lo que la variedad de quehaceres está a la orden del día. Sin embargo, es otro conjunto de cuestiones que ofrece posiciones antagónicas respecto a qué tan bien ejecutado ha sido.

Yendo en orden de mención, y como señalamos, la adición de misiones que emulan la filosofía XCOM son primerizas dentro de la saga. Como en la obra de Firaxis, contaremos con una serie de unidades que se desplazarán por casillas y turnos a lo largo de un mapa concreto, cada una contando con respectivas habilidades y objetos que nosotros, al iniciar cada día, les otorgaremos. Claro está, sentir afinidad por esta adición varía según la diversión que suponga para el jugador la estratégica musa pero, pese a ello, es importante destacar que hay una malinterpretación en la ecuación que resta calidad a la inspiración.

Como bien se podrá constatar a medida que desglosemos su composición jugable, This Is the Police II peca de dividirse en demasía. Las misiones XCOM, ante todo, rompen el tempo que llevan las demás actividades y, asimismo, resultan inadecuadas –dado el estilo general del juego- y excesivamente largas, pues comenzamos en puntos del mapa muy alejados del núcleo de la misión y no ser capaces de superarla es bastante factible. A raíz de esto, perderemos oficiales de manera permanente o, en su defecto, nos veremos obligados a repetir la encomienda una y otra vez hasta superarla, lo cual le resta la calidad y diversión que, en términos ideales, podría representar.

Aunado a ello, la pérdida de oficiales es otra de las constantes que, en realidad, no sólo parten de esta clase de objetivos, y es que exponerse a sus fallecimientos forma parte de nuestro día a día. El principal detrimento en tal realidad es que reponerse de la pérdida de oficiales es prácticamente imposible, y sólo nos lleva a caer en una espiral imparable de fracasos diarios que culminarán en Boyd siendo atrapado por los federales, o sea, en game over. Un oficial muerto representa menos efectivos para poder afrontar los crímenes, crímenes no resueltos simbolizan un mal día –perder más anillas de las ganadas, que es la moneda in-game para comprar oficiales y objetos para ellos-, y tres malos días consecutivos equivalen a la exposición de nuestro no-protagonista, siempre presentando una imposibilidad de resurgir de manera exponencial.

En paralelo, la otra condición de derrota está referida a la mencionada gestión de recursos, pues Boyd ha de pagar $20.000 semanalmente a un extorsionador. Para lograrlo, y aquí entra en juego uno de los marcos donde nuestras decisiones tienen impacto, tendremos que enviar a nuestros oficiales a cumplir actividades no tan lícitas o a realizar favores a personas de peso del pueblo en horas de trabajo y, asimismo, vender mercancías obtenidas durante las jornadas laborales a diversas personas de dudosa procedencia moral, siguiendo así la línea que planteó This Is the Police: la corrupción es la única salida del pozo.

Agradables dosis de gestión

Sin embargo, en donde más tiempo pasaremos es delante del mapa de Sharpwood, en donde nos encargaremos de asignar a nuestros agentes a los códigos que surjan a lo largo del día. Todos los policías poseen un número de estrellas y, cada 50 puntos -obtenidos tras una contingencia bien atendida-, podremos subir un nivel en cinco atributos distintos –inteligencia, disparo, sigilo, fuerza y negociación-, los cuales les concederán habilidades que se materializarán en las misiones XCOM. Por otro lado, cada misión requiere de una cifra mínima de estrellas para poder ser realizada, por lo que, en ocasiones, tendremos que enviar múltiples agentes hasta que el número se vea igualado o superado. Lo complejo, sin embargo, es que estarán inhabilitados hasta que cumplan con su deber y cada crimen -o esbozo de crimen, porque también hay confusiones- tiene un tiempo límite para darle respuesta, por lo que habrá que administrar adecuadamente sus envíos al campo.

Entrando más en profundidad, los policías también son personas y estos tienen vidas e intereses propios. Algunos son alcohólicos, otros quieren pasar tiempo con su familia, otros no irán a una misión solos, otras son feministas radicales que sólo trabajarán con mujeres y más especímenes, por lo que tendremos que lidiar con sus actitudes. Realizar concesiones como dar días libres para que un oficial vaya a ver una película pueden ser fructíferas ya que, así, estos serán más leales a nosotros, no obstante, ello implica pasar un día entero de trabajo sin un oficial, lo cual es un increíble obstáculo ya que, avanzados en el tiempo, los requerimientos en estrellas de cada misión son absurdos. En realidad, independientemente de tener todos los oficiales a disposición -lo cual es irregular porque, después de días de trabajo, necesitan descansar para reponer energía-, el mínimo que sitúan las tareas son tan altos que es sumamente complicado satisfacerlas todas, parapeto que nos empuja inexorablemente a la mencionada colosal espiral de decadencia que posee la obra.

Continuando con la labor policial, cada misión implicará una toma de decisión. Variando entre situaciones como conductores borrachos, asaltos, desorden público y demás, entrarán en juego tanto las habilidades de nuestros oficiales como sus objetos a disposición. Es decir, en lugar de tener que disparar, un policía con capacidad de negociación puede persuadir al criminal de entregarse, mientras que uno con un táser puede neutralizarlo sin necesidad de asesinarlo. Aquí, This Is the Police II ve su faceta más original e inherente funcionando a la perfección, algidez que se repite con las investigaciones, las cuales son crímenes especiales que se resuelven al delegar oficiales a la búsqueda de pistas, cuya materialización se traduce en fotografías y testimonios que nos permiten hilar los hechos y así dar con los autores de las faltas. Una actividad muy divertida, efectivamente, pero empañada por el hecho de que delegar oficiales a ella hace que el afrontar el día sea más complicado, cayendo, una vez más, en el mismo error fundamental.

Belleza sonora y auditiva

Donde nos resulta imposible ser capaces de antagonizar bondad alguna es en la estructuración visual y sonora de la obra, pues ambos apartados son increíbles. Cada escena cinematográfica está diseñada al estilo cómic minimalista con una paleta de colores muy bien contrastada, las cuales saben perfectamente cómo transmitir las sensaciones que representan las acciones que están llevando a cabo los personajes. Asimismo, en las propias escenas jugables, ya sea en el escritorio desde donde omnipotentemente vigilamos Sharpwood, en las misiones XCOM o en la mesa de investigaciones, la óptica que nos ofrece Weappy Studio es fantástica, realmente digna de elogios.

De modo similar, tanto la banda sonora como el doblaje simbolizan dos picos admirables de la obra. Cada tema acompaña perfectamente el contexto de nuestros protagonistas, mientras que las voces de estos, y de todo personaje en general, transmiten de forma impoluta esas mismas sensaciones que lo visual ya ha dejado bastante en claro. Se trata de una sinfonía magistral que, como aspectos individuales, logran un acabado sobresaliente pero, al evaluarse en conjunto, se transforman en una orquesta de tremenda calidad.

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Una dicotómica apreciación

This Is the Police II, definitivamente, es una mejora respecto a su predecesor, pero intenta mejorar demasiado. Es difícil juzgarlo porque por cada punto positivo hay otro punto negativo de peso similar que hace lo posible por adversar lo plausible de su propuesta. Y es que, en síntesis, no se trata de una aventura que pueda ser disfrutada por todos los públicos.

Posee una historia sumamente interesante y se sigue con interés, pero está mal llevada y con posibilidades de ser mucho mejor enfocada. Las misiones XCOM también son atractivas, pero la ejecución no tanto. La gestión del departamento, las decisiones y las investigaciones son entretenidas, pero injustamente complejas y, a veces, tediosas. This Is The Police II es, pero no es, y no hay forma más idónea de describir un producto que, en todo momento, su principal lucha es consigo mismo.

Redactado por:

Politólogo a tiempo completo, economista a tiempo parcial. Asiduo al medio interactivo por su capacidad de hacernos vivir las historias, no contarlas. Joven venezolano amante de Bad Bunny, Itachi y los RPGs que busca cooperar en la evolución de una industria huérfana de horizontes.

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