Casi nadie apostaba por aquel experimento bañado en nostalgia patillera, pero en pocas semanas Sony se llevaba una de las sorpresas más agradables de todo el 2017. La revisión del clásico comandado por el fallecido Robbin Williams funcionaba, y conseguía arrasar la taquilla en plena época navideña; donde combatía con la saga galáctica de Disney sin desfallecer. Era solo cuestión de tiempo que el estudio le diera a Jake Kasdan las llaves de una secuela, y que le otorgara todos los medios posibles para repetir la jugada reforzando flaquezas y fallas. Dos años después, en un contexto similar, y con pocas modificaciones en el equipo de producción, "Jumanji: Siguiente nivel" quiere encontrar las mismas rimas y sensaciones; conservar para triunfar. Y sin embargo, la comedia familiar y efectista evoluciona casi sin pretenderlo hacia una experiencia más satisfactoria y entretenida.
El director vuelve a formar equipo con Jeff Pinker y Scott Rosenberg con la intención de no desviarse de las lineas marcadas en la primera entrega. Así pues, el grupo de adolescentes -ahora en recién entrados en la universidad- ocupan una vez más los primeros compases de la cinta, sirven de entrada para el verdadero nudo ocupado por el mundo digital y las aventuras encabezadas el confiable Dwayne Johnson. Kasdan, consciente de la necesidad de apegarse a las expectativas derivadas de una secuela, una subida de apuesta, va introduciendo pequeños y sutiles cambios que mejoran el conjunto. Esta postura, que mantendrá a lo largo de todo el metraje, aquí se percibe con una introducción mucho más extensa que en la primera película, abierta a empatizar más con los verdaderos protagonistas de la aventura. Claro que el drama del personaje de Alex Wolf sigue siendo plano y previsible, pero le da algo de volumen a una propuesta ya de por sí simple.
Dúo dinámico
DeVito y Glover, Glover y DeVito. Los dos Dannys refuerzan la producción desde sus cimientos. Son ellos los que sostienen el principal componente cómico de la cinta con solo tres escenas. Los chascarrillos, las miradas, el humor corporal; todo descansa sobre estas dos figuras que tan bien encarnan sus compañeros de reparto. A pesar de tener ya más años de los recomendados para saltar acantilados y colgarse de lianas, Kasdan consigue que el valor de sus incorporaciones se aproveche al máximo. ¿Cómo? Imponiendo una trama volcada a exprimir el juego de personalidades. Jumanji está glitcheado por el paso del tiempo, y eso provoca que los avatares que en la primera entrega eran fijos, vayan cambiando a lo largo de la aventura. DeVito y Glover, que acaban dentro del mundo virtual por error, revolucionan este concepto sirviendo de principal acierto en la producción.
Sony, que vendía la cinta como una historia gemela de la vista hace dos años, en realidad estaba aprovechándose de una coartada casi regalada. Sí, objetivamente siguen siendo Johnson, Karen Gillian, Kevin Hart y Jack Black los personajes del videojuego, pero sus trabajos en escena difieren por completo de lo que firmaron antaño. Para empezar porque la Roca y Hart, las dos estrellas con más caché de ese reparto, ahora portan las personalidades de DeVito y Glover respectivamente. Y siguiendo con esa idea; el resto de actores, incluida la recién llegada Awkwafina, y un miembro sorpresa -que aquí no desvelaremos-, también se ven envueltos en la dinámica de fallas digitales; siendo a veces un personaje y a veces otro. La actuación facial y corporal se convierte en el medio principal que Kasdan irá siguiendo para cocinar los momentos más hilarantes de toda la aventura. Con 962 millones en el bolsillo, no sorprende que el cineasta apueste de nuevo por la comedia de situación más barata posible, apelando a un público familiar que caerá encandilado por lenguaje y formas.
La otra cara de la sencillez
"Jumanji: Siguiente nivel" es superior a su predecesora en casi todos sus apartados. Pero algunos de los puntos más débiles de aquel reboot siguen estando igual o incluso más presentes en esta ocasión. Mientras el humor es más efectivo, y el reparto trabaja a marchas más altas, tanto la historia como el villano caen en la más absolutas de las indiferencias. Salvando determinadas escenas sustentadas en la pomposidad del CGI más salvaje -el baile de puentes y simios es digna de admirar-, el resto de pruebas a las que se enfrentan los héroes carecen de enjundia. Se percibe la ambición de un equipo que busca, por un lado el cambio constante de bioma -selva, desierto, nieve-, y por otro ampliar siempre la escala todo lo factible. Kasdan, no obstante, en contenido sigue teniendo problemas para proponer escenarios con personalidad. La trama cae pronto en la reiteración de situaciones y mensajes, en el sentido de grupo familiar, y el sorteo de obstáculos dependientes de los contadores de vidas.
Y eso no es todo. Al igual que ya sucedía en la primera entrega, el principal antagonista sigue siendo un macguffing olvidable. Una lástima, teniendo en cuenta que en esta ocasión el director tenía entre manos a RoryMcCann. Quien interpretara a El Perro en "Juego de Tronos", se tiene que contentar con un papel poco trabajado y aplastado por clichés de lo más casposos. El resto de personajes también lo están, verdad innegable, pero Jurgen el Brutal -que así se llama su personaje- no tiene la oportunidad de poder brillar a nivel interpretativo. Esa misma situación se repite para Bobby Cannavale y su villano de pandereta. ¿Importa? La historia, que ya viene careciendo de sentido desde sus primeros compases, no palidece demasiado a esas alturas.
Conclusión
Siguen siendo más los errores que los aciertos, pero Kasdan por fin puede presumir de firmar un guilty pleasure merecedor de tal adjetivo. Los límites que ofrece la nueva saga son evidentes, y no parece haber intención de redibujarlos. En esa línea, en la del entretenimiento ligero y familiar, Johnson todavía se mueve como pez en el agua. Que los espectadores le sigan o no el juego ahora solo depende del peso que tenga sobre la taquilla la ausencia del factor sorpresa. Eso sí, a nivel de código, el que antaño fuera un juego de mesa, se ha adaptado perfectamente a la era digital.
Jake Kasdan vuelve dos años después con una propuesta de mismo tono, que sin embargo corrige los errores de la precuela, y pone encima de la mesa un humor mucho más fino, y una trama notablemente más entretenida. La incorporación de Danny DeVito y Danny Glover ponen la guindilla a este guilty pleasure familiar.
El toque de frescura que aportan los Dannys
La premisa favorece momentos más graciosos que en la primera entrega