La nueva generación de directores españoles viene pisando fuerte. Y entre ellos, durante la última década ha destacado el nombre de Oliver Laxe, un chico que hoy tiene 43 años, nacido en Francia, pero criado en nuestro país, que con una filmografía muy cortita, ha demostrado mucho más que otros cineastas que no dejan de aceptar proyectos, uno tras otro.
Oliver Laxe, hasta la fecha, era conocido especialmente por 'Lo que arde', una propuesta muy personal que busca que reflexionemos acerca de nuestra relación con el entorno y el medioambiente, a través de un cuidadísimo trabajo de fotografía y más silencios que palabras. Un fascinante relato sobre un pirómano que vuelve a su aldea y la Galicia rural que conquistó a críticos y público.
Sin embargo, Laxe ha dado un importante paso adelante con 'Sirat. Trance en el desierto', su película más ambiciosa hasta la fecha. Un salto cualitativo que le sitúa entre los más grandes con una propuesta muy rotunda, provocativa y para nada sobrevalorada, adjetivo que en algunos momentos si han colocado sobre 'Lo que arde', y especialmente 'Mimosas'.
'Sirat' explota a partir del segundo acto
Si te has acostumbrado al tipo de cine de Oliver Laxe, no te sorprenderá que diga que 'Sirat' me dejó un poco frío en su primera hora de metraje: un primer acto un tanto aburrido, a propósito, eso sí, con un ritmo que avanza lento, sin prisa. Evidentemente, Laxe hace cine de autor y quiere dejar impregnada su personalidad en todo lo que hace, por ello ni 'Sirat' ni sus otras películas son trabajos dirigidos a las grandes masas.
El caso es que conecté rápidamente con la segunda mitad de 'Sirat'. Aquí, la película se encarrila y nos deja uno de los mejores tramos que he visto este año en el cine. Me pregunto, eso sí, después de visionar 'Sirat' una única vez, si la película realmente cambia a partir de esa segunda hora, o simplemente conecté con la trama y estos personajes; con un trabajo visual único o con una complejidad a la que no había llegado antes. Porque reflexionando, 'Sirat' es 'Sirat' de principio a fin y tampoco hay ningún elemento que de un giro de 180 grados.
Y esa es la magia del cine: empezar viendo una película que, en un principio, no te está diciendo nada, para conectar y entrar de lleno en su mecanismo. Ya me pasó con 'Lo que arde' (nunca me gustó en exceso 'Mimosas', lo admito), y me ha vuelto a suceder con 'Sirat'.
De nuevo, tengo la sensación de que Oliver Laxe prioriza la imagen sobre el argumento; me falta una historia algo más potente para que termine de brillar el trabajo que hace el director. Sin embargo, tras tres películas podemos decir que es parte de su forma de hacer cine, de su forma de ver la vida. Estética sobre narrativa. Y por ahora, se lo compro.
El verdadero trance es la imagen
Oliver Laxe y su equipo de fotografía hacen magia con la imagen: todo en 'Sirat' es bello, está cargado de simbolismo y misticismo, convirtiendo a esta película casi en una experiencia documental contemplativa antes que en un largometraje de ficción. Un mecanismo estético que nos lleva de la mano durante algo menos de dos horas y que consigue emborronar algunos de sus defectos a nivel narrativo.
La película se llama 'Sirat. Trance en el desierto', pero el verdadero trance es esa imagen, ese apartado visual que nos sitúa en pleno desierto como nunca antes lo hemos visto en el cine español. De la Galicia rural, al terreno más árido posible; 'Lo que arde' y 'Sirat' comparten esa estética contemplativa que gusta, o desagrada.
Oliver Laxe consigue su mejor trabajo cinematográfico, aún sin ser para todos los públicos
Quizás muchos espectadores confundidos abandonen las salas pensando que Oliver Laxe les ha engañado una vez más. 'Lo que arde' y 'Mimosas' ya señalaban el camino que tomaría el director en su filmografía: cine para ver, cine contemplativo con un ritmo lento y sosegado que no es para todos los públicos. Sin embargo, eso no es ninguna excusa para hundir el que posiblemente sea el mejor trabajo cinematográfico del director. Una propuesta arriesgada, intensa y que deja poso.
Quizás muchos espectadores confundidos abandonen las salas pensando que Oliver Laxe les ha engañado una vez más. 'Lo que arde' y 'Mimosas' ya señalaban el camino que tomaría el director en su filmografía: cine para ver, cine contemplativo con un ritmo lento y sosegado que no es para todos los públicos. Sin embargo, eso no es ninguna excusa para hundir el que posiblemente sea el mejor trabajo cinematográfico del director. Una propuesta arriesgada, intensa y que deja poso.
El trabajo técnico que hay detrás
La construcción de personajes
Un ritmo lento, pero apropiado (y propio del cine de Laxe)
Netflix, HBO Max, Prime Video, Disney Plus y Filmin, mis plataformas de streaming favoritas. Harry Potter, Marvel, DC, James Bond y Fast & Furious, mis películas comerciales preferidas. La vida es bella, mi película favorita. Así soy yo, y así seguiré.