El próximo estreno de Free Guy me viene genial para refutar mi tesis: ¿desde hace cuánto tiempo las productoras se están fijando en los videojuegos para hacer películas cada vez más sorprendentes, y a la vez, con menos alma? ¿Por qué ahora un director o guionista busca utilizar infinidad de recursos visuales antes que construir un buen personaje? ¿De nada importan ya los agujeros de guion? ¿Es preferible una buena hostia entre dos Transformers que una conexión emocional entre ellos?
Volviendo a la teoría de que Free Guy puede llegar a ser el cúlmen de este problema, y eso que aún no he podido a verla, me pregunto la necesidad que hay de hacer que las películas parezcan videojuegos, de que los juegos luzcan como superproducciones cinematográficas, y de que las series sean un popurrí de todo. Ya no hay fronteras, y de pronto estoy viendo Uncharted en mi PlayStation 4 con todo lujo de detalles, que lo mismo voy al cine de turno y me ponen un tráiler con Tom Holland haciendo de Nathan Drake. ¡Es que no lo entiendo!
He estudiado Comunicación Audiovisual, me han puesto cuarenta veces Ciudadano Kane o El nacimiento de una nación, y en todas las asignaturas me han enseñado a ser muy correcto en el plano técnico. Adelanto que odio el clasicismo. Hay que innovar, utilizar nuevas habilidades con la cámara y romper el maldito eje si hiciera falta. Pero claro, tengo mi propia definición de lo que es una buena película:
Parto de aquí y pregunto, ¿qué necesidad hay de recurrir a secuencias propias de un videojuego, con mil y una explosiones, cuando se pierde la credibilidad y el factor sorpresa? Os pongo un ejemplo de escena cinematográfica que me ha sacado por completo de la película: ese tramo final de Viuda Negra que parece más un nivel de Pilotwings con Natasha Romanoff cayendo entre agujero y agujero. Faltaba el marcador de puntos para que fuese exactamente igual.
Poe cierto, os dejo una conversación real de mis colegas que os dejará helados:
Mis amigos, nada más ver el tráiler de Tom Raider (el 'reboot' de 2018 protagonizado por Alicia Vikander), lo compararon tanto con el videojuego de Square Enix que no fueron a la película porque les pareciese buena, simplemente porque era muy parecida a título "de la Play", como se dice mucho en Graná. El resultado fue que nada más salir de la sala se dieron cuenta de que era más divertido jugar en PS4 antes que ver lo mismo sin ningún tipo de interacción.
Está en la interacción el problema evidente que encontramos en las películas que se basan en los aspectos más exitosos de los videojuegos; un largometraje, por mucho que lo intente, por mucho que utilice la cámara en primera persona como Guns Akimbo, no interactúa con la persona. Hay secuencias de acción que sin un mando en las manos, se tornan aburridas, y ese fue el principal aspecto que se cargó Transformers tal y como la conocemos ahora.
Porque lo que es divertido en Ratchet and Clank, Uncharted o Resident Evil, no lo es en una pantalla de cine. Un videojuego ha de ponerme obstáculos en cada esquina para progresar, pero yo la única evolución que he de hacer en la butaca del cine es que se terminen las palomitas cuanto antes para beberme mi refresco y reposar.
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