A todos nos ha pasado al ir a la piscina en verano, bañarnos en la playa o simplemente darnos una ducha más larga de la cuenta: los dedos de las manos se nos han arrugado de manera significativa al permanecer debajo del agua más tiempo de lo esperado. Pero…¿por qué ocurre esto exactamente? Pues bien; la cosa es que la explicación no tiene nada que ver con lo que mucha gente piensa, dado que no está relacionada con una propiedad intrínseca de la piel.
Es decir, este fenómeno corporal no está sujeto al hecho de que la piel se arrugue porque reaccione a la humedad como una interacción simplemente casual, sino que esto se produce porque el cuerpo tiene un objetivo concreto en estas circunstancias. Os dejo con todos los detalles a continuación para que se entienda mejor a qué me refiero con todo esto exactamente.
La cosa es que, según recogían desde la asociación Scientific American, hay algunos investigadores que están empezando a pensar que el hecho de que se nos arruguen los dedos debajo del agua tendría que ver con una respuesta del sistema nervioso. Es decir, hace unos años se barabaja la idea de que todo esto estaba relacionado con la mera idea de que el agua fuera penetrando las capas más externas de la piel, haciendo que esta se hinchara ligeramente para darle ese aspecto rugoso.
No obstante, los estudios más recientes han planteado otra hipótesis que es mucho más llamativa: la piel de las manos se nos arruga al estar mojada por una cuestión adaptativa de supervivencia. Una que consiste en que, cuando esto ocurre, el sistema nervioso de nuestro cuerpo envía una señal a esas zonas de la piel para que estas se arruguen con el objetivo de que podamos coger objetos bajo el agua o con las manos mojadas de forma mucho más efectiva, dado que se nos resbalarían menos al contar con una textura rugosa en dichas áreas del cuerpo.
Y es que esto último nos deja con una conclusión bastante concreta que ofrecería una perspectiva mucho más compleja del ser humano, haciendo ver que nuestro cuerpo es una máquina mucho más complicada de lo que habríamos pensado en un primer momento. Algo que se debería a que aún contaría con funciones sumamente específicas todavía por descubrir, dejándonos con fenómenos tan fascinantes como este.
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