Cada verano, millones de españoles se suben al coche con chanclas, el brazo colgando por la ventanilla y la camiseta en el asiento del copiloto, pensando que están disfrutando de la libertad estival. Lo que no saben es que cualquiera de estos hábitos puede costarles 80 euros de multa si se cruzan con el agente de tráfico equivocado en el momento equivocado. ¿La razón? Una zona gris legal que tiene a conductores y autoridades jugando al gato y al ratón cada temporada alta.
La Guardia Civil ha sido clara al respecto: no existe ninguna normativa específica que prohíba conducir con chanclas. Suena liberador, ¿verdad? Pues no te emociones todavía. Porque aunque técnicamente es legal, la DGT y los agentes de tráfico tienen herramientas legales para multarte si consideran que tu calzado (o la falta de él) puede comprometer tu capacidad de conducción. Es la interpretación de la ley lo que puede convertir tu viaje a la playa en una factura de 80 euros que no esperabas.
La trampa legal está en tres artículos del Reglamento General de Circulación que son tan amplios que prácticamente cualquier cosa puede encajar en ellos. El artículo 18.1 obliga al conductor a "mantener su propia libertad de movimientos" y la "posición adecuada". El artículo 17.1 establece que debes estar "en todo momento en condiciones de controlar tu vehículo". Y el artículo 3.1 prohíbe "conducir de modo negligente o temerario".
¿Ves el problema? Estos artículos son tan genéricos que un agente puede interpretar que tus chanclas se pueden salir del pie en un momento crítico, que tu brazo fuera de la ventanilla reduce tu "libertad de movimientos", o que conducir en tirantes no es la "posición adecuada". No se trata de lo que haces, sino de cómo lo interpreta el guardia civil que te para. Y aquí es donde entra en juego la famosa frase de que "la ley la interpreta quien la aplica".
La recomendación oficial es usar calzado que sujete correctamente el pie, evitando no solo las posibles multas sino también poner en peligro tu seguridad y la del resto de usuarios. Las chanclas pueden engancharse en los pedales, salirse del pie en momentos críticos, o simplemente no ofrecerte el control necesario para una frenada de emergencia. No es paranoia, es física básica: menos sujeción = menos control.
Pero seamos realistas: ¿vas a llevar botas de montaña a la playa? La solución está en el sentido común. Si vas a conducir distancias cortas y a baja velocidad, unas chanclas de calidad que sujeten bien el pie no deberían ser problema. El truco está en que si te para un agente, puedas demostrar que tienes control total del vehículo. Mantén una conducción impecable, respeta las normas y, por si acaso, ten unos zapatos cerrados en el coche. Porque al final, la multa de 80 euros (40 con pronto pago) puede ser mucho más cara que un par de zapatillas de emergencia guardadas en el maletero.
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