Todos conocemos a Shigeru Miyamoto como el creador de Mario, Zelda y un montón de juegos que nos han hecho felices desde pequeños. Pero hay cosas de este hombre que son una auténtica locura y que casi nadie sabe. Cosas que cuando las lees dices "no me jodas, ¿en serio?".
He estado rebuscando información sobre este genio japonés y me he encontrado con anécdotas que explican muchas cosas. Por ejemplo, por qué sus juegos tienen esa magia rara que otros no consiguen, o de dónde salen todas esas ideas tan raras que luego funcionan tan bien. La verdad es que la vida de Miyamoto es casi más interesante que sus propios juegos.
Esto es de las cosas más flipantes que he leído nunca. Cuando Miyamoto era un crío en su pueblo de Sonobe, se montó un sistema de alarma casero usando un pollo. Sí, un pollo de verdad. La cosa funcionaba así: si alguien trataba de meterse en su casa, el pollo picoteaba un interruptor y se encendía una luz.
O sea, el tío ya desde pequeño estaba obsesionado con hacer cachivaches que reaccionaran a lo que hacía la gente. Y claro, luego cuando ves todos esos mecanismos locos de The Legend of Zelda, los botones, las palancas, los puzles... todo tiene mucho más sentido. El hombre empezó haciendo trampas para ladrones con pollos y acabó haciendo los puzles más geniales de la historia de los videojuegos.
Esto me parece increíble. Miyamoto llegó a Nintendo en 1977 después de estudiar diseño industrial, pero de programación no sabía absolutamente nada. Mientras todos los demás desarrolladores se mataban con el código, este hombre dibujaba sus ideas a mano como si estuviera diseñando juguetes.
Y resulta que eso fue lo mejor que le pudo pasar. Como no sabía qué era fácil o difícil de programar, se inventaba mecánicas de juego completamente locas y luego ya se las apañaba alguien para hacerlas funcionar. Por eso Super Mario Bros. se siente tan natural desde el primer segundo que lo tocas. No estaba limitado por la parte técnica, solo pensaba en qué sería divertido.
La historia del nombre de Mario es para partirse. En 1981, cuando estaba haciendo Donkey Kong, el personaje se llamaba "Jumpman" y punto. Pero apareció Mario Segale, que era el casero italiano de las oficinas de Nintendo en Estados Unidos, y el hombre estaba hasta los cojones de que no le pagaran el alquiler.
Al parecer el tipo era bastante pesado con el tema, y a alguien se le ocurrió ponerle Mario al personaje como una especie de broma interna. Miyamoto pensó que molaba y se quedó con el nombre. Es decir, que el fontanero más famoso del mundo se llama así por un casero cabreado. La vida es muy rara a veces.
Este dato me ha dejado alucinado. Miyamoto tiene en su casa una colección brutal de juguetes mecánicos antiguos y folletos de parques de diversiones japoneses de los años 60 y 70. Y no la enseña a casi nadie porque dice que es como su laboratorio privado de ideas.
Toda esa sensación de maravilla que tienes cuando juegas a Super Mario 64 o Ocarina of Time, esa cosa de "hostia, qué genial es explorar este mundo", viene directamente de ahí. El tío se pasa horas estudiando cómo los juguetes viejos conseguían que los niños se emocionaran, y luego lo aplica a sus juegos. Es una pasada cuando te das cuenta.
La entrevista de trabajo de Miyamoto en 1977 es para enmarcar. El hombre estaba convencido de que no iba a encajar en Nintendo porque venía de un pueblo perdido de Kioto y no tenía ni idea de videojuegos. Literalmente pensaba "estos de la ciudad no me van a querer".
Por suerte Nintendo vio algo especial en sus dibujos y le dieron una oportunidad. Lo que me parece una locura es que en menos de tres años pasó de hacer manuales y publicidad a dirigir juegos. Y todo porque tenía esa humildad de pueblo que le hacía pensar diferente al resto. Al final resultó que ser "pueblerino" era exactamente lo que necesitaba la industria.
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