Así es el curioso efecto en The Legend of Zelda: Breath of the Wild del que pocos se han dado cuenta

Me deja loco como sigo aprendiendo cosas del juego cuando ya han pasado casi 5 años desde su lanzamiento

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Podría empezar este artículo recalcando la importancia que ha tenido The Legend of Zelda a lo largo de la historia en la forma en la que se hacen los juegos, pero creo que, además de que ya sabréis esto de sobra, es algo que me da igual. Me da igual porque lo único que me importa ahora mismo es saber cuando Nintendo se lanzará a decirnos en qué fecha podremos echarle las manos encima a Breath of the Wild 2.

Y, si digo esto, ya no es solo porque perdiera un centenar de horas de mi vida descubriendo cada uno de los rincones que ofrecía el primero, sino por la idea de que, aún habiendo pasado casi 5 años después de su lanzamiento, sigo descubriendo cosas nuevas sobre él. ¿Os pasa lo mismo?

Y, precisamente, con esto mismo tienen que ver las informaciones que os traigo aquí: con uno de esos detalles de los que se hacía eco la cuenta Days Without Zelda Botw2 News en Twitter y que consiste, esencialmente, en que las acumulaciones de agua que hay cuando lleve en el primer The Legend of Zelda: Breath of the Wild se acaban drenando con el tiempo. Aquí os dejo la prueba:

zelda lluvia

¿Os habíais dado cuenta de este detalle conforme jugabáis al primer The legend of Zelda: Breath of the Wild? Porque, la verdad, yo estaba flipándolo tanto con cada paisaje del mapa que hubo varias cosas que se me escaparon. Con deciros que no descubrí hasta las 40 horas de juego que había que llevar las semillas Kolog a un sitio para mejorar allí el equipamiento os lo he dicho todo ya.

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Crecí rodeado de naturaleza y campos de trigo, pero con la cabeza llena de historias sobre dragones y planetas lejanos. Después me hice psicólogo para poder fascinarme con las historias de los demás.

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