Assassin's Creed Valhalla: una gran saga lastrada por su propio nombre

Un joven vikingo deja atrás su tierra, su familia, a los seres que quiere, y emprende un viaje por barco a tierras lejanas. En estas tierras no aguarda la prosperidad, sino un fiero ejército que sale a su encuentro y lo recibe, a él y a sus compatriotas, con una lluvia de flechas en llamas. El joven vikingo se abre paso entre un mar de gritos, de llantos y de rabia para plantar cara al feroz enemigo. Sangre, lágrimas, sollozos ahogados por el sonido de una espada que atraviesa una garganta y pone punto final a una vida. Y entre todo ello se encuentra el joven vikingo, luchando por su patria, por los seres que ha dejado atrás y, sobre todo, por su vida.

La batalla se recrudece y entre las filas enemigas aparece un soldado diferente. Una armadura reluciente, una espada afilada y una sed de sangre sin igual. El joven vikingo acude a su encuentro y su hacha se entrecruza con la espada del soldado de armadura reluciente. Todo pasa rápido y, antes de que se dé cuenta, la vida del vikingo pende de un hilo. En cuestión de segundos todo se va a acabar; su tierra, sus seres queridos, sus miedos, sus deseos... su vida. Pronto todo ello no será más que un amargo recuerdo en la mente de otra persona. Pero algo ocurre y, como por arte de magia, el vikingo da la vuelta a la situación y acaba con el soldado utilizando un arma secreta: una hoja oculta... ESPERA, ¿UNA HOJA OCULTA?

Con estos dos párrafos en los que simplemente me limito a describir el tráiler con el que se presentaba al mundo Assassin's Creed Valhalla creo que ya entenderéis qué vengo a tratar y cuál es mi postura al respecto. Pero no os preocupéis si no es el caso; me pagan por escribir y eso es lo que voy a hacer.

¿Qué es Assassin's Creed?

Hablar de Assassin's Creed es hablar de una de las franquicias más populares a día de hoy dentro del mundo del videojuego, uno de los buques insignia de la gran Ubisoft desde hace años. Cada entrega arrastra más gente que la anterior. Cada entrega es más grande que la anterior. Cada entrega es mejor que la anterior. Pero en todos estos años, ¿nos hemos parado a pensar qué significa que un videojuego sea un Assassin's Creed?

Nadie puede dudar que, desde aquel videojuego que se lanzaba en 2007 con Altaïr como protagonista, la saga ha cambiado de una manera espectacular. Tanto la ambientación como la jugabilidad y la narrativa han ido evolucionando hacia un punto de vista más histórico, más centrado en el tiempo y el lugar y menos en la persona. Pero el juego mantiene reminiscencias de su pasado: la hoja oculta del tráiler de Valhalla es el ejemplo perfecto.

Da igual cuál sea la ambientación o la historia principal, todas las entregas de Assassin's Creed se ven forzadas a tener una hoja oculta y una historia de fondo relacionada con el Animus y el presente. Eso es lo que desde los ojos de Ubisoft parece caracterizar a la franquicia Assassin's Creed, una seña de identidad que ni por asomo debe faltar en ninguna de sus entregas. Pero no puedo evitar preguntarme: ¿y si todo esto cambiara?

¿Realmente necesita Assassin's Creed esa historia, ese conflicto milenario entre facciones ocultas? ¿Realmente necesita Assassin's Creed dejarnos claro que nuestro personaje pertenece a una orden antiquísima cuya seña de identidad es una daga oculta en el brazo? ¿Realmente necesita Assassin's Creed recordarnos de una manera tan evidente que estamos jugando a la misma franquicia que se iniciaba en 2007? Para mí, la respuesta es obvia y es no.

Y la respuesta es no porque, como bien decía anteriormente, Assassin's Creed ha evolucionado para dejar de lado al personaje como tal. Esto se nota especialmente en el arranque de Odyssey, en donde no se nos presenta a nuestro personaje. No somos el que va a salvar el mundo. Somos un soldado y lo importante no somos nosotros. Lo que importa aquí es el momento y el lugar: año 480 a. C., Termópilas; la Batalla de las Termópilas. Y, sinceramente, me parece uno de los mejores arranques de un videojuego jamás hecho. ¿Por qué no puede el videojuego seguir fluyendo de esta misma manera durante las decenas de horas que le siguen?

Assassin's Creed es una franquicia que veo con el potencial de convertirse en herramienta de divulgación histórica (a mayor nivel del actual), de ser un videojuego tan fiel a (la versión que los desarrolladores tengan de) la historia como divertido. De ser, a fin de cuentas, un videojuego aún mejor de lo que es a día de hoy. Pero para hacerlo debe liberarse del mayor de sus lastres: el nombre Assassin's Creed.

No pido que el juego cambie de nombre, ya que esto sería un suicidio a nivel de marketing. Pero sí pido que sus creadores den un paso adelante y tengan la valentía de echar a un lado esas supuestas señas de identidad que a cada entrega que pasa aportan menos. Sí pido que haya la valentía suficiente para convertir el próximo juego de Assassin's Creed en una obra histórica que no tenga que sustentarse en un conflicto milenario entre facciones que hace tiempo que ha dejado de tener sentido alguno. Sí pido que el juego sea lo que tiene que ser a día de hoy, sin atenerse a lo que tenía que ser en 2010.

Pido, en definitiva, que Assassin's Creed se libere del yugo impuesto por el origen de la franquicia. Que fluya por sus propios derroteros sin restringirse por la historia que le daba forma en 2007. Que busque su propio camino sin echar la vista atrás porque, como dice el famoso poema de Antonio Machado, "caminante, no hay camino, se hace camino al andar".