"Black Mirror" ha resultado ser una de las series más llamativas e impactantes de los últimos años. La apuesta de Netflix, un espejo negro en el que mirar el lado más oscuro de nuestra era tecnológica y sus peligros, encandilaba a miles de fans alrededor de todo el mundo con dos primeras temporadas que dejaban el listón muy alto. Sin embargo, las dos temporadas siguientes no alcanzaban las expectativas y, con una gran irregularidad, dejaban que los momentos memorables fueran casos aislados dentro de estas.
Tras el estreno el año pasado de "Bandersnatch", la adaptación de "Black Mirror" al formato de película interactiva, ahora le toca el turno a una quinta temporada algo atípica. Estas nuevas producciones rompen con el esquema visto hasta el momento y, aunque siguen apostando por narrativas independientes y autoconclusivas, a Charlie Booker solo le salen tres arrogancias de la chistera. Tres propuestas que, como ya habitúa este universo, reflejan más de lo que aparece en el espejo negro.
Aunque como viene siendo habitual en la serie, cada uno de los episodios son totalmente independendientes y tienen sus propias particularidades, trataremos todo el conjunto en general para evitar mayores destripes.
Si hay algo por lo que "Black Mirror" ha sido capaz de destacar es por conseguir resultar un auténtico espejo para reflejar nuestros miedos inconscientes más profundos. El valor de la producción de Netflix se encuentra, no tanto en qué cuenta, sino en cómo lo cuenta. La historia como tal se queda en segundo plano y lo que sale a relucir es el protagonista, una persona de carne y hueso que pueda resultar el refractario en el que vernos representados.
No extraña que los episodios tradicionalmente siempre se hayan cocinado a fuego lento, tomándose su tiempo para construir esta entidad de dificil definición con abierta a la conexión emocional. Porque cuando las sensaciones importan más que los hechos, conseguir la empatía del espectador resulta algo completamente necesario. Y precisamente sin abandonar este propósito y este esquema llegan los episodios de la quinta temporada.
Pero, por desgracia, el éxito a la hora de hacernos conectar con los problemas de los diferentes protagonistas es algo que cambia mucho de un episodio a otro. La nueva temporada de "Black Mirror", pese a contar con solamente tres capítulos, vuelve a hacer de la irregularidad su único patrón, y nos deja con algunos de los capítulos más intensos de toda la serie, pero también con algunos de los personajes más diáfanos.
Booker da el pistoletazo de salida a su distopía con un capítulo especialmente aséptico, del que termina naciendo una irremediable tensión decreciente. "Striking Vipers" resulta, de lejos, el peor episodio de la temporada, y tal vez uno de los peores de toda la serie, funcionando a la perfección como un resumen de los problemas que "Black Mirror" arrastra desde sus mismísimos inicios.
Owen Harris intenta arrastra el espíritu inóspito y personal de "Misfits", pero se ahoga en el fango que la saga ha cocinado durante estos años, repitiendo un tema que ya se ha explorado en temporadas anteriores; los videojuegos de realidad virtual. Sí, otra vez. En este caso, son dos amigos de toda la vida quienes descubren una pasión oculta gracias al título de esta tecnología Striking Vipers X.
Una historia que, sin entrar en demasiados detalles, entremezcla problemas maritales y destinos opuestos, pero que no llega a despertar ningún interés reseñable. Y por si esta falta de intensidad fuera poco, toda la producción despide un perfume rancio. Sí, cuenta con propuestas que podrían haber servido en bandeja una reivindicación abierta y clara de la transexualidad, pero estas acaban transformadas en proclamaciones machistas.
El segundo de los episodios, "Añicos", es una historia completamente opuesta. James Hawes acierta como acertó en "El Alienista" o "Penny Dreadful" poniendo sobre la mesa uno de los mejores episodios de la serie. Un capítulo con escenas memorables, momentos de tensión y personajes creíbles. Con una duración algo superior a la hora, "Añicos" es el capítulo más fresco e intenso de toda esta quinta temporada. Una propuesta capaz de devolvernos a esa incomodidad ambigua capaz de generar morbo.
El episodio se centra en un conductor de VTC con una trágica historia detrás, que decide secuestrar al trabajador de una compañía encargada de una gran red social. Con esta excusa, Hawes es capaz de confeccionar una propuesta doblemente ganadora: por un lado, por parir unos personajes reales y cercanos que sirven de apoyo a una experiencia de una intensidad sublime; pero, por otro lado, por plantear una interesante reflexión sobre el uso que le damos al móvil y la ética detrás de quienes construyen las aplicaciones que utilizamos.
Un capítulo con drama, moraleja e intensidad. Si "Striking Vipers" es el perfecto ejemplo de cuáles son los problemas de "Black Mirror", "Añicos" lo es para descubrir por qué la serie goza de la fama que goza en el panorama televisivo actual. "Añicos" vuelve a levantar ese listón que "Striking Vipers" ni siquiera se acercaba a rozar.
El episodio que pone fin a esta corta temporada lleva por título "Rachel, Jack y Ashley Too", y cuenta con un corte mucho más optimista que los demás, pero también con menor carga crítica. A través de esta producción, la directora Anne Sewitsky vuelve a dejar patente su capacidad de explotar la fama de un personaje (en este caso de una cantante de pop interpretada por Miley Cyrus), como en "Sonja: The White Swan", pero entremezcla su vida y sus problemas con los de dos jóvenes adolescentes a las que la vida no les sonríe.
Un capítulo con un ritmo algo irregular y carente de la carga crítica característica de "Black Mirror" pero que, gracias a una dosis de aventura que se aleja del resto de episodios, es capaz de resultar ameno y entretenido de principio a fin. Desde luego, no cuenta con la intensidad y el carisma de "Añicos", pero está muy por encima de "Striking Vipers" y ofrece algo más en la media, sin que su calidad llame la atención por arriba ni por abajo.
En resumen, la serie regresa con un esquema diferente, poniendo sobre la mesa tan solo tres capítulos. Sin embargo, el cambio de formato no consigue ofrecer un cambio en la dinámica y la serie de Netflix sigue siendo toda una montaña rusa. Uno de los mejores episodios de toda la serie se mezcla con uno de los peores, dibujando una experiencia agridulce. Las ideas intentan transgredir una vez más, pero "Black Mirror" sigue abogando por la irregularidad como único patrón.
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