En la industria de los videojuegos, términos como "Remaster" y "Remake" son comunes, pero a menudo generan confusión. Ambos implican la actualización de títulos clásicos, pero difieren en su desarrollo, enfoque y alcance. Comprender estas diferencias es esencial para saber qué esperar al adquirir una nueva versión de un juego, como el reciente The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered.
A continuación, vamos a desgranar las principales diferencias:
Una remasterización consiste en mejorar la calidad visual y sonora de un videojuego existente, adaptándolo a las capacidades de hardware modernas. Se utilizan los activos originales, como modelos, texturas y sonidos, aplicando mejoras técnicas para ofrecer una experiencia más pulida.
Las remasterizaciones suelen incluir:
Casos recientes son el antes citado Oblivion Remastered y Onimusha 2: Samurai’s Destiny, que está siendo remasterizado con gráficos en alta definición, nuevos formatos de pantalla y mejoras en la jugabilidad, con la intención de mantener toda la esencia del original.
Un remake implica reconstruir un videojuego desde cero, utilizando tecnologías y motores gráficos actuales. Aunque se basa en el título original, se permite la modificación de mecánicas, narrativa y diseño para ofrecer una experiencia renovada.
Características comunes de los remakes:
Ejemplos destacados son los remakes de Dead Space o Resident Evil 4, que reconstruyeron los clásicos de la octava generación de videojuegos con gráficos y jugabilidad de la actual, pero aún manteniendo la esencia del original.
La distinción entre remaster y remake puede ser difusa, aún a día e hoy. Algunos títulos incorporan elementos de ambos, como Oblivion Remastered que, aunque mantiene la base del juego original, introduce mejoras significativas en gráficos y jugabilidad, al utilizar un motor gráfico mucho más potente. En casos así podemos decir que es más que un remaster pero menos que un remake, pero sigue siendo una remasterización.
En resumen:
Comprender estas diferencias puede ayudar a los jugadores a establecer expectativas, apreciar correctamente el trabajo que hay detrás de cada proyecto y saber de antemano qué es lo que están comprando para no hacer una inversión equivocada que pueda llevarles a una decepción.
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