El pasado mes de febrero iniciamos la bonita tradición de traeros una serie de artículos mensuales centrados en el catálogo de títulos que se esconden dentro de Xbox Game Pass. Por que qué mejor época del año que el mes de los enamorados para poner la mirada sobre aquel servicio que se yergue sobre una declaración de amor al consumidor.
Ahora bien, quitándonos de en medio el empalagoso tono con el que ha empezado este artículo y que ya es demasiado tarde para corregir, entendemos que la plataforma de Microsoft se posiciona dentro del sector como un canal que genera beneficios en dos direcciones: a los usuarios por poder disfrutar de forma cómoda de su afición y, por otro lado, a la propia compañía con una serie de ingresos que nunca están de más.
Y, precisamente, si Xbox Game Pass ha logrado posicionarse sobre la fórmula del éxito es por la cantidad de esfuerzos que sus responsables destinan a que el servicio se encuentre vivo casi literalmente, dado que no son pocas las veces que observamos cómo este se encuentra en un constante vaivén de idas y venidas, de inclusiones y retiradas de juegos, de ''holas'' y ''adioses''. Es por ello que en el artículo de este mes nos centraremos en un poco de todo: tanto en aquellas obras recién llegadas como en aquellas que podrían salir del servicio en el futuro; pasando de lo triple AAA a lo indie, del deleite de los sentidos al deleite del corazón.
Deconstructeam se ha conformado como uno de esos estudios asentados dentro de las fronteras de nuestra región que entiende que los márgenes que ofrece el mundo del videojuego pueden expandirse aún más; concretamente hacia la representación de aquellas condiciones que convierten a nuestra especie en lo que es: un conglomerado de luces, sombras y bellas imperfecciones que The Red Strings Club trata de dibujar a lo largo de su aventura.
Lo más interesante de todo, es que el título trata de llevar a cabo esta tarea valiéndose de la distopía cyberpunk más lejana para llevar a cabo un retrato íntimo de sus personajes en una aventura gráfica que, sin olvidar las bases sobre las que se yergue el género al que pertenece, perfila unas mecánicas jugables que enfocan sus esfuerzos a resaltar la toma de decisiones y a contemplar el peso emocional que se esconde detrás de todas ellas.
Pasamos de una aventura gráfica que bucea por la psicología humana para dar con un título que basa sus mecánicas en una ciencia que tratra de hacer de nuestro cuerpo un templo; aunque, eso sí, por un módico precio. Two Point Hospital es un videojuego de gestión en el que nuestra misión será la de dirigir varios centros hospitalarios hallando un equilibrio entre sus prestaciones y los ingresos económicos que generará cada uno.
Pero lo mejor de Two Point Hospital es que su propuesta pasa con sumo acierto por los tres procesos clave que podemos encontrarnos dentro de este tipo de juegos: cuenta con unas opciones lo bastante profundas como para que la expansión de nuestro imperio siempre sea novedosa; porque plantea de forma frecuente nuevos retos que nos obligan a cambiar algunos aspectos de nuestras estrategias comerciales; y porque cuenta con un amplio sistema de personalización del interior de estos edificios, demostrando que la caza de capital no está reñida con tener cierto sentido de la estética.
La reciente compra de Insomniac Games por parte de Sony ha traido consigo una incógnita que mantiene en vilo a una de las propiedades intelectuales del estudio de desarrollo: ¿Qué pasa con Sunset Overdrive? Con una gran cantidad de rumores que han ido circulando por la industria en los últimos meses sobre qué podría ocurrir en relación a una supuesta secuela del mismo, este mes se conforma como el momento perfecto para disfrutar de un título que le daba un par de vueltas más al concepto del apocalipsis zombie.
Sunset Overdrive es un videojuego que da una gran prioridad a lo divertido frente a lo lúgubre, a los colores frente al ocaso de la humanidad, al sentido del humor frente al aciago fin de una civilización; algo que consigue implementando un sistema de armas cuyo diseño solo puede encontrar su origen dentro de la mente de un loco y, por otro lado, con un sistema de movimiento por la ciudad que conforma su mundo abierto que pondrá el escenario al servicio de nuestros ágiles pies.
En realidad, si seleccionamos Wolfenstein: The New Order como título recomendado en este artículo, es con la excusa de reivindicar uno de los mejores reinicios de sagas clásicas que se han producido en los últimos años, siendo sus dos entregas un conjunto de obras que le hacen a uno replantearse el prejuicio de que el género de los shooter ofrece un espacio limitado en cuanto al desarrollo de una buena narrativa.
Wolfenstein: The New Order es título que asienta las bases de lo que llegará después: un desarrollo de personajes que lleva la coherencia por bandera y un guión que va desde lo pequeño a lo grande dando los pasos acertados, desde el conflicto personal de su protagonista hasta una campaña que dibuja sus misiones sobre una distopía en la que los nazis han ganado la segunda guerra mundial.
No obstante, Wolfenstein: The New Order equilibra su buen uso de la narrativa con las mecánicas esperables de un first person shooter, una sensación de tiro que ya quisieran otros juegos y un protagonista que tiene un sitio reservado en mi corazón desde que lo acompañé en su primera aventura. Si os atrevéis a acompañarle en su odisea contra el nuevo Reich, podréis descubrir por qué.
Con un valiente salto hacia lo desconocido, pasamos de un first person shooter que se vale de las tradiciones del género para elaborar su narrativa a otro que no tiene ningún miedo a experimentar con sus propias mecánicas. SUPERHOT es una propuesta que hace uso de una dinámica de lo más peculiar; una que consiste, esencialmente, en que el tiempo solo avanzará cuando nosotros lo hagamos.
Con la idea en mente de que tanto los enemigos como nuestro personaje serán derrotados de un único golpe o balazo, los escenarios y situaciones de SUPERHOT se convierten en un puzle que hay que resolver entre los acelerones de velocidad y las cámaras ultralentas en las que pensaremos nuestro siguiente paso al quedarnos quietos. Todo ello entrelazándose en una serie de misiones en las que se nos mostrará cómo nos hemos movido en tiempo real al salir exitosos de las mismas. Y creedme cuando os digo que hasta el mismísimo John Wick sentiría envidia de nuestra habilidad con el revólver y la katana.
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