Los videojuegos representan la segunda industria del entretenimiento con mayor envergadura en el territorio español, precedida por el cine. Desde la creación del primer videojuego, Tennis for Two, en las postrimerías de los maravillosos años 50, la industria ha crecido exponencialmente. Toda la historia de los videojuegos está colmada de ínclitos personajes que han contribuido en el crecimiento de la misma, desde Fumito Ueda hasta Hideo Kojima, pero sin duda, uno de los más prestigiosos y añejos ha sido, es y será Shigeru Miyamoto, creador de la profusa marca Mario Bros.
Mario revolucionó el concepto de los videojuegos desde su creación en 1985 donde convulsionó la metodología del género plataformero. Desde sus inicios, el italiano fontanero ha ramificado su estilo precursor en diferentes títulos que, transmutando el género primigenio, siempre llevan acuñada su rúbrica distintiva que es una garantía de diversión.
El primer esbozo de Mario llegó 4 años antes de su juego catalizador con Donkey Kong. Este título estaba protagonizado por un gorila, una princesa y el héroe. Siguiendo las tiras cómicas de Popeye, "Jump Man", posteriormente reconocido como Mario, debía rescatar a la princesa de las manos del colosal tirano que la apresaba. La esencia del juego radicaba en la celeridad del héroe cuya tarea consistía en sortear los obstáculos que el raptor arrojaba hasta coronar la cumbre del escenario y rescatar a la princesa. Aunque el juego estuviera protagonizado por el infame gorila, el concepto de "Jump Man" caló hondo y, pertrechados con la idea del personaje, cuatro años después se rebautizó y se le concedió un videojuego exclusivo. Y así nacio Super Mario Bros.
Realmente, el primer videojuego del fontanero se lanzó en 1982 con Mario Bros, un título que incluía un modelo multijugador gracias a la adición de un segundo personaje, Luigi. Aunque este fue el juego pionero protagonizado por Mario, no erigió las bases idiosincrásicas de la saga. La enjundia del título residía en la eliminación de diferentes criaturas que atenazaban la integridad de los protagnistas. Estos enemigos surgian de diferentes tuberías que los italianos deberían purgar para adecentar el mundo subterráneo y liberarlo del mal imperante. La mecánica, aunque curiosa e innovadora, no cuajó del todo debida la inevitable monotonía sunyacente, pero igualmente supuso un sobrio éxito.
A pesar del poco reconocimiento del título originado en el 82, tres años después, con el aterrizaje de la Nintendo Entertainment System, llegó Super Mario Bros., un juego que edificó las bases sólidas de la saga y catapultó al fontanero hacia el cénit del éxito. El juego llegó con sustanciosas novedades como la proliferación de varios personajes ostentando diferentes roles o la finalidad de progresar en el juego dentro de una trama rígida, característica foránea hasta el momento. Pero sin duda alguna, el elemento diferenciador que trascendió e inspiró a futuros juegos fue la aportación del scroll horizontal, lo cual supuso una revolución en el concepto escénico de la época. ¿Qué significó esto? La posibilidad de recrear escenario con el desplazamiento lateral, toda una singularidad si nos atenemos a la fijación de los mapas en los juegos anteriores.
Como he mencionado previamente, el juego destacó por incluir una trama, exigua y poco original, que justificaba el progreso del juego. En ella, Mario como protagonista principal, o Luigi de la mano de un segundo jugador, debía reducir la amenaza enemiga del Rey Koopa y salvar a la Princesa Peach. La mecánica del juego despuntó por su simplicidad: saltar, desplazarse y eludir contacto rival. Esta sencillez jugable estaba acompañada por pequeños detalles que enaltecían el juego, como el uso de ciertos ingredientes que fortalecían a Mario o lo blindaban con habilidades especiales.
También resaltaba el diseño de los enemigos, aparentemente inofensivos pero bien malintencionados. Desde apetecibles chapiñones conocidos como Goombas hasta ingeniosas tortugas tituladas Koopa. Todos los enemigos se podían derrotar saltando encima de ellos o aprovechando las ventajosas habilidades que desprendían algunos rivales como los Koopa que, una vez aniquilados, proyectaban su caparazón horizontalmente hasta que colisionaban con un objeto rígido e invertían el movimiento, siempre lacerando a todo intermediario entre ambos cuerpos fijos.
En caso de padecer un pequeño fiasco en el juego y contactar con un enemigo, Mario, en caso de poseer su forma original, perdería una vida y regresaría al checkpoint más cercano -que solo eran dos, uno situado al principio y otro en mitad del mapa-. Si nos lastimaba un enemigo en fase de dopaje, Mario regresaba a su estado original y vulneraba su integridad física. La profusión de enemigos así como su frecuencia de aparición, sus movimientos y su dificultad se acrecentaba proporcionalmente con el avance del juego para armonizar la complejidad con el
progreso habilidoso del jugador.
En cuanto a la distribución de niveles, estos atesoraron la friolera cantidad de 32 totales repartidos en 8 mundos. Cada nivel distaba del anterior, tanto paisajística como musicalmente, aunque compartían un modelo común dependiendo del mundo, sumando un total de cuatro. Cada nivel poseía un cronómetro que marcaba un tiempo límite para completar los niveles. Al final de cada nível se alzaba un imponente mástil donde Mario o Luigi debían izar una bandera para continuar al siguiente nivel. Al final del cuarto nivel, los protagonistas debían enfrentarse al Rey Koopa que, simplemente, era un rival tonificado que requería una pequeña estrategia basada en su patrón de movimiento. Una vez derrotado, el desconcierto de los jugadores llegaba cuando desentrañaban la verdad sobre el enemigo derrotado el cual estaba ataviado con un disfraz del Rey Koopa, otra vez sería.
Una vez finalizado el último mundo y complacido a la bella princesa, los jugadores tenían la posibilidad de reiniciar el juego en el modo difícil, una novedad que premiaba a los más exigentes y les ofrecía alternativas realmente arduas. Este modo reemplazaba a los Goombas por Buzzy Beetles, que representaban la versión casi inmortal de los Koopa Troopa, además de incrementar la velocidad de todos los enemigos para retar a nuestra percepción. Este modo plus se ha prodigado por juegos de toda índole y, actualmente, lo podemos encontrar en un gran número de títulos.
Espero que este pequeño bosquejo de uno de los juegos más subversivos de la industria haya servido para repasar los antecedentes de Mario y suponga un vago entendimiento sobre la influencia que, incluso, a día de hoy ejerce sobre cualquier obra. Super Mario Bros. conmemora su trigésimo aniversario el día 9 de septiembre y, desde hoy hasta la fecha celebrativa, iremos recordando diez de los títulos más representativos de la saga. Porque Miyamoto merece el respeto unánime del colectivo jugón. Te puede gustar la saga o no, te puede agradar Nintendo o no, pero cualquier jugador es consciente del gran impacto que este maestro ejerce sobre la totalidad de los videojuegos. Por 30 años más.
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