El humor precisa de tres elementos básicos para funcionar; la calidad del chiste o el gag, el contexto, y el factor sorpresa. Una secuela amparada en la comedia nunca podrá superar a su anterior entrega si no innova, y "La LEGO película 2" no lo hace. Chris Miller y Phil Lord regresan casi cinco años después de firmar uno de los guiones más brillantes de las últimas décadas, pero se olvidan de lo que hace funcionar a una buena comedia. Regresan los mismos personajes, el mismo tono desenfadado y el mismo tipo de gags, pero el cóctel final no deja el mismo poso en paladar.
Mike Mitchell, uno de los mayores exponentes del humor blanco en los últimos años gracias a cintas como "Trolls", la cuarta entrega de "Shrek", o "Alvin y las ardillas 3", intenta replicar su fórmula casposa y familiar recogiendo una saga que venía de tocar techo. Y claro, el resultado era previsible. Warner Bros. Se atreve con su primera secuela tras años explorando distintas propuestas y spin-offs, pero el resultado no termina de ser tan satisfactorio como cabría esperar. Estamos ante una película amable y muy entretenida que no trasciende la monotonía a la que nos tiene acostumbrados Hollywood.
La razón por la que hace unos meses funcionó "Spider-Man: Un nuevo universo" es la misma por lo que no termina de cuajar "La LEGO película 2"; la pertenencia a una saga. Mientras que la cinta del trepamuros abría camino por la jungla, el regreso de Emmet y compañía se limita a recorrer la senda abierta cinco años atrás por la primera película. El paisaje es el mismo, y la emoción no tiene nada que envidiarle a las sensaciones de aquél momento, pero ¿qué sucede cuando uno ya conoce lo que hay al final de la aventura?
Cinco años después de salvar el mundo en la primera película, los invasores de Duplo llegan del espacio para convertir Bricksburgo en un Apocalipsburgo, una suerte de Mad Max. Emmet sin embargo sigue creyendo que todo es fabuloso, vive en una burbuja cegado por sus sueños de futuro para con su novia Lucy. Todo hasta que el caos afecta directamente a su vida.
Una invasora que se hace llamar General Mayhem llega a la ciudad y secuestra a todos los amigos de Emmet incluida la propia Lucy. Este entonces se embarca en una aventura por todo el cosmos para llegar al Sistema Systar y rescatar a su familia. Por el camino se enfrentará a sí mismo, a mucha brillantina, y a canciones pop pegadizas de radiofórmula.
Ni en la primera película importaba la trama, ni lo hace en esta. El caos generalizado sigue presente, a pesar de que Miller y Lord se empeñan durante todo el metraje en descargar de distracciones la aventura para lograr una introspección más profunda del protagonista. Como si sirviera de anticipo a lo que "Toy Story 4" hará dentro de unos meses, Mitchell deja de lado la comedia autoconclusiva para indagar en una materia bastante obvia hablando de juguetes; el existencialismo. Detrás del road trip loco de esta nueva entrega hay un mensaje permanente que va ganando en intensidad hasta solaparse en el desenlace.
¿Qué significa ser un muñeco LEGO? Para responder a esa complicada pregunta los guionistas se apoyan en el mismo tipo de propuesta vista en la primera entrega, para después impulsarse y adentrarse en territorio desconocido. Y es que hasta el último tercio, "La LEGO película 2" es una fiel hermana de su precuela; una sucesión de momentos desquiciados, diálogos que rallan el absurdo desde la perspicacia, y mucho corazón. Tanto Emmet, como Lucy, y el resto de protagonistas siguen traspasando la pantalla gracias principalmente a la habilidad de Miller y Lord con las palabras. Se percibe un trabajo evidente de evolución desde la primera aventura a esta, y eso permite cohesionar la cinta dentro de su propia saga. Sin embargo esto no es suficiente para esquivar el obstáculo insalvable del factor sorpresa.
Los gags visuales siguen funcionando igual de bien, y las bromas todavía albergan ese aire de intelectualismo propio del que sabe reírse de sí mismo. Pero por muy bien que estén hilados esos momentos, uno no puede quitarse de encima la sensación de dèja vu. La película se comporta como una prolongación de la primera entrega durante muchos minutos, quizás demasiados. Claro que mantiene el ritmo siempre en lo más alto, y que el componente lúdico no decae, pero no desaparece en ningún momento una sombra. La película se girá sobre sí misma como un tazo cuando Miller y Lord saltan al vacío y sin cuerda al romper la cuarta pared del universo LEGO.
La aparición de los propios niños dueños de los juguetes produce un efecto increíblemente extraño que -aunque se entiende dentro de la narrativa hacia la que nos encaminan los guionistas- rompe por completo el maravilloso ritmo mantenido hasta ese momento. Este desenlace emotivo que traza paralelismos con la pérdida de la imaginación, y todo lo que implica abandonar la infancia, comienza demasiado pronto, y secciona la película en dos. Por suerte Miller y Lord son conscientes de lo que están haciendo en todo momento, y no dudan en reírse de sí mismos con la pegadiza “No todo es fabuloso”. Una metáfora del paso a la adolescencia, pero también de lo complicado que resulta hacer una secuela.
Era una quimera imposible de alcanzar, pero "La LEGO película 2" logra alcanzar el estatus necesario para moverse con dignidad como secuela. Ya no estamos ante aquella película redonda que mantenía en perfecto equilibrio las dosis de humor, aventura, y drama, pero Warner sigue teniendo entre manos una saga increíblemente divertida. Las toneladas de referencias al cine y la cultura pop de los últimos años, sumadas a la presencia de un Batman “brilli brilli”, y de otras tantas sorpresas inesperadas, hacen de es esta película una experiencia encantadora. No todo es fabuloso, ni tiene que serlo.
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