Con la explosión del género de superhéroes hace una década llegó la perfección del estilo más académico, el de las mallas y los grandes actos, pero también comenzaron a surgir oposiciones. El lenguaje se iba abriendo a otras interpretaciones, y Hollywood comenzaba a buscar formas de no encerrarse en sí misma. Así nació "Deadpool" -fusión con la comedia-, "Civil War"- fusión con el cine político-, o incluso, si se permite la licencia, "Birdman" -una deconstrucción satírica del género-. El postulado se mostraba flexible a acoger cualquier otro género adaptándose a las necesidades de cada caso. Algo que pondrían a prueba Marvel y DC hace una década, sin saber que seguían los pasos de "The Umbrella Academy".
Gerard Way y Gabriel Bá exploraban terreno virgen con una reinterpretación dramática y hasta gótica del cómic. Así nacía en 2007 una obra única que con un encanto particular lograba convertirse en la alternativa de una industria cada vez más oligárquica. Paradójicamente Hollywood miraría antes a las grandes compañías, y los siete niños pasarían a quedar relegados a esa larga lista de obras pendientes de adaptar. En esa orfandad Netflix encontró el año pasado la respuesta a la pérdida inevitable de las licencias Marvel; una obra con una gran popularidad que esperaba a ser acunada por algún valiente libre aversión al riesgo.
"The Umbrella Academy" llega en el momento ideal para la plataforma de streaming, trayendo al frente una propuesta única que traza ciertos paralelismos con la recién estrenada "Deadly Class" de HBO. Ahora bien, mientras que una se recrea en lo estético, la otra logra sin pretenderlo dibujar la mejor propuesta coral del género en lo últimos años. Muchos personajes en distintas tramas remando para conseguir gestar una experiencia casi entretenida. Y digo casi porque el perfume de Netflix vuelve a enquistar los mismos problemas de siempre.
Aunque los cómics cuentan con varios volúmenes, en este caso la adaptación se centra únicamente –o principalmente- en "Apocalypse Suite", el primero de ellos. Partimos de 1989; 43 mujeres alrededor del mundo dan a luz el mismo día de embarazos repentinos. Ese hecho sobrenatural llama la atención del excéntrico millonario Reginald Hargreeves (Colm Feore), quien decida adoptar a 7 de las criaturas fundando una academia especial para ellas. Así nace The Umbrella Academy, una escuela de entrenamiento para formar a los salvadores del mundo. Sin embargo no podrán salvarse ni a sí mismos.
La familia disfuncional termina rompiéndose, y cada uno de los niños emprende su vida en solitario. Ya en el presente, algo inesperado los vuelve a reunir de forma urgente; Reginald ha fallecido de vejez, o al menos eso parece. Y es que con la sospecha de un posible asesinato, cada uno de ellos intentara descifrar el misterio que rodeaba a su padre, al mismo tiempo que luchan contra las diferencias que años atrás rompió la familia. Pero Número 5, (Aidan Gallagher) quien puede viajar en el tiempo y desapareció hace mucho, ha vuelto al presente con las respuestas que necesitan.
Dicen que un perro se parece siempre a su dueño, y en el caso de "The Umbrella Academy" no podía ser más cierto. Jeremy Slater, responsable de la infame última película de "Los 4 fantásticos" pone en práctica todo lo aprendido en el género sacándose de la manga el estilo visual y narrativo que también manejó en el live-action de "Death Note". La adaptación del cómic recoge sólo lo bueno de película y serie que parece tambalearse entre lo noir y lo cyberpunk. ¿De dónde viene esto? Steve Blackman, responsable de "Altered Carbon" y de la aclamada "Fargo" pone su granito de arena dándole el toque picante al plato. De ese exótico tándem nace una ficción polifacética que quizás pretende abarcar demasiado.
Aunque el principal problema en el que uno podría pensar al ver una serie con casi una decena de protagonistas es la falta de dirección, y la confusión narrativa -típico de crossovers como "The Defenders"-, "The Umbrella Academy" logra de forma magistral repartir el foco entre todos sus personajes. Si bien no todos terminan de brillar de igual manera, esa irregularidad responde más a la interpretación de cada uno de los actores, que a la habilidad de los guionistas para mantener el rumbo. ¿Cómo lo logran? Bienvenidos al festival de clichés.
El objetivo principal de Slater no es contar la historia de cada uno de los hijos, sino resolver el conflicto nacido de la muerte de Reginald. Para ello se limita a bocetar a los personajes a base de tropos, creando un equipo de fichas que solo funcionan cuando están juntas. Y de ahí nace el principal escollo del showrunner: la irregularidad. Para poder alcanzar los 10 episodios que exige Netflix -de nuevo- la serie intenta intercalar la línea argumental principal con varias subtramas a cada cual más aburrida.
Ni el drama maternal de Número 3 (Emmy Raver-Lampman), ni las aventuras policiales de Número 2 (David Castañeda) funcionan. La inspiración escasea incluso en la historia de viajes en el tiempo de Número 5; una premisa de ciencia ficción con un gran potencial lastrado por el ritmo y por una Ellen Page intrascendente.
"The Umbrella Academy" cuenta con demasiados factores que no sabe controlar, y una dirección que va dando tumbos sin saber qué quiere. El humor, el drama, y la acción se van intercalando sin ningún criterio generando sensaciones muy extrañas. Sin una delimitación clara del terreno de juego en el que se mueve, Slater termina nadando en la mediocridad. ¿Es la serie en su conjunto mala? El material original creaba las bases para dar vida a algo realmente novedoso y con potencial, pero las decisiones de guion, y el formato estirado de la plataforma terminan colocando a la serie en esa larga lista de paja que conforma su catálogo.
AL final nos encontramos con otro entretenimiento de consumo rápido que pierde la oportunidad de apegarse a los excesos refrescantes del cómic -ni rastro de roboces asesinos ni alienígenas-, y que a base de brochazos fulmina todos los matices de la extravagante familia disfuncional.
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