Es innegable que internet ha revolucionado la industria audiovisual. Las vías de acceso a un número casi infinito de contenido de forma gratuita ha provocado que los creadores de dichas obras pierdan gran parte del control que ejercen sobre sus trabajos. Grandes comunidades de usuarios desinteresados se han dedicado los últimos años ha proveer a toda esa gente que busca saltarse los caminos legales para acceder a los contenidos, de una forma de facilitar su comprensión. Especialmente destacable es, en el caso del mundo hispanohablante, el trabajo realizado por usuarios de países latinoamericanos en esta labor. Desde películas, hasta series de lo más humildes, han pasado por las manos de estas personas para terminar subtitulados. En casos como el de Japón, la precisión y profesionalidad de los subtítulos es igual o incluso superior a los trabajos oficiales. Sin embargo, todo esto supone un dilema referente a los derechos de dichos productos, y el último asalto de esa lucha se ha puesto ahora de parte de estos últimos.
Los llamados fansubbers llevan bastante tiempo siendo hostigados en Holanda. Allí, una organización antipiratería llamada BREIN ha sido bastante persistente y activa en contra de estos usuarios, consiguiendo que muchos de estos grupos cesaran su actividad. Según esta organización, los subtítulos realizados de manera ilegal perjudica tanto al nombre de dichos productos como sirve de competencia a otros servicios de streaming actuales. La "Fundación de Subtituladores gratuitos" (SLOV) intentó demandar a BREIN con la intención de defender sus intereses y recaudar fondos para este tipo de trabajos, sin embargo el tribunal de Ámsterdam ha fallado esta semana a favor de los cargos antepuestos contra los fansubbers.
El director de BREIN, Tim Kuik aservó tras conocer la noticia que “Con esta decisión en la mano, será más fácil para BREIN seguir trabajando contra los subtituladores ilegales y contra los sitios y servicios que recogen subtítulos ilegales y agregan películas y programas de televisión de una fuente ilegal".
No está todavía claro como afectará esto al futuro de este tipo de prácticas, pero lo cierto es que es un tema complejo. Los autores tienen el derecho de reclamar el control de sus propias obras, sin embargo esta sentencia no termina de dilucidar la solución ante el problema. Si los usuarios pudieran acceder al contenido directamente subtitulado, al menos tendrían la posibilidad de optar por una opción legal. La globalización ha permitido acceder a todo tipo de contenidos al instante, sin embargo los plazos legales para acceder a ellos está causando más de quebradero de cabeza.
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