Conforme jugaba una partida tras otra a Bleeding Edge, una pregunta iba dibujándose de forma inevitable dentro de mi cabeza: ¿Alguna vez habéis tenido la oportunidad de vivir en vuestras propias carnes los momentos crepusculares de un título multijugador online? Las sensaciones que genera tal acontecimiento no podrían ser más contradictorias. Por un lado está esa amargura de ver cómo un juego que amas va exhalando sus últimos alientos de vida y, por otro, esa sensación de paz que se experimenta cuando la realidad misma te propina uno de esos golpetazos en el pecho que te dejan en las entrañas un mensaje clave: todo tiene un final...
No nos engañemos: en realidad esto último forma parte de los estúpidos ánimos que siempre me doy cuando me adentro a bucear en uno de los géneros en los que, por desgracia, son más los videojuegos que caen en el olvido que los que echan a volar. Entonces, ¿a cual de las dos consecuencias se atendrá lo nuevo de Ninja Theory?
La dualidad en la que me encuentro viene dada por dos caras que miran hacia lados totalmente opuestos: Bleeding Edge cuenta con el potencial suficiente como para hacerse un hueco en el sector, pero al mismo tiempo ha erguido sus claves sobre las bases de un género que es poco amigable con aquellas propuestas recién llegadas. Es por ello que quiero invitaros a que me acompañéis en las siguientes líneas para que podáis descubrir qué es lo que convierte a Bleeding Edge en un producto lleno de potencial en el presente y, por otro lado, qué es lo que hace que mi corazón tema por su futuro.
La espada que empuñas
Podríamos decir, sin demasiados miramientos, que Bleeding Edge podría ser catálogado como un pionero dentro de un género incipiente que él mismo intenta crear a raíz de ideas prestadas de otros referentes cercanos. Es por ello que, a pesar de la pedantería que en ocasiones se esconde tras la necesidad de buscar un término concreto para todo, a partir de ahora pasaremos a referirnos a él como Hero Slasher; sobre todo porque las dos palabras que se combinan aquí muestran dos conceptos que definen a la perfección las aristas principales que construyen el núcleo jugable de su propuesta.
Por un lado la palabra Hero puede percibirse en la querencia de Ninja Theory por ofrecer un título multijugador competitivo cuya variedad en lo jugable se asienta sobre el elenco de héroes y heroínas que ofrece y, especialmente, sobre las diferencias que existan entre los sets de habilidades de cada uno. Por otro lado, el término Slasherhace referencia a la construcción de un combate a distancias cortas que hace uso de una dinámica que aparece en aquellos videojuegos que Ninja Theory crea con tanta maestría: machacar botones.
Cada personaje cuenta con un ataque principal que siempre queda adherido a un mismo botón del mando o tecla del ratón; aunque bien es cierto que Ninja Theory ha querido acompañar la ofensiva básica de Bleeding Edge con un puñado de mecánicas que complican el sistema de combate lo suficiente como para que este se aleje de ser un simple machaca-botones para convertirse en un baile de acciones que requerirá cierta agilidad en los dedos por nuestra parte.
Porque, al margen de las habilidades de los personajes (de las que hablaremos en el siguiente apartado), Bleeding Edge propone un mayor dinamismo en los combates a través de un comando de esquivas que dependen de una barra de estamina que se recarga con el tiempo y, en segundo lugar, una jugabilidad más profunda con un sistema de contraataques que permitirá a los jugadores más experimentados dominar a su rival en los duelos uno contra uno.
El papel que ejerces
Si os encontráis familiarizados con aquellos referentes multijugador online que pertenecen a otros géneros, podréis entender a la perfección los roles que aparecen en Bleeding Edge: ataque para aquellos jugadores que piensen de forma equívoca que pueden enfrentarse en solitario contra los cuatro contrincantes del equipo rival sin ver su cara estampada sin pudor contra el suelo del escenario; tanque para aquellos usuarios que crean que la mejor estrategia es entrar de cabeza a un enfrentamiento sin tener si quiera en cuenta si están o no disponibles para seguirle los compañeros del equipo; y apoyo que son los personajes que escogen los jugadores que solo quieren hacer daño pero que eligen uno de estos campeones por error.
Si he utilizado la manera completamente inversa de definir las acciones que un determinado rol debe protagonizar en una partida es para llegar a la siguiente conclusión: es más frecuente de lo que parece echar la culpa a los demás de lo que ocurre en Bleeding Edge; algo que se corresponde con un ejercicio de evitar así asumir nuestras flaquezas porque todo lo que ocurre en un combate de Bleeding Edge se entiende a la perfección tras haber jugado unas cuantas partidas. Y, ante una propuesta tan bien estructurada y que comunica de manera tan limpia lo que está ocurriendo en pantalla, solo queda una estrategia posible ante un fracaso propio: echarle la culpa a los demás de nuestros propios errores.
Pero lo mejor de todo, es que la claridad del papel que ejerce cada rol dentro del juego y la gran maestría con la que Ninja Theory ha creado un sistema de juego asequible se ve potenciado por la variedad de formas de jugar que ofrecen sus luchadores. Y esto se debe a que, además de existir los roles de daño, tanque y apoyo en el roaster global del juego, existen una serie de subroles que el título no te presenta claramente pero que se notan a la perfección conforme vas jugando.
Hablamos de que dentro de los tres roles, siempre hay un personaje que se mueve dentro del baile entre hacer más daño, pero ser más frágil; otro que cuenta con un set de habilidades que hacen que, dentro de su papel, sea un personaje equilibrado; y, por último, un tercer tipo que cuenta con maniobras altamente útiles en el aspecto más defensivo del combate. En definitiva, una triplicación de las posibilidades a la hora de encarar una partida que hace que cada personaje en Bleeding Edge sea jugar a un juego ligeramente distinto.
El suelo que pisas
Ahora que ya hemos descubierto juntos qué virtudes son las que hacen de Bleeding Edge un juego que cuenta con un gran potencial, es hora de poner nuestra mirada sobre uno de esos apartados que rompen parte de la redondez de su experiencia jugable para concretarse dentro de una experiencia de juego global que atraviesa un buen puñado de baches en su camino hacia la gloria. Y, precisamente, los defectos que presenta Bleeding Edge no solo se solapan al concepto de su terreno en términos metafóricos, sino en la estructura en la que están construidos sus escenarios.
Si queremos resaltar esto último como punto negativo es porque el entorno que nos rodea no influye de manera alguna en los combates que tienen lugar sobre él, por muy diferentes que sean los conglomerados de pasillos de cada mapa. Porque, además del hecho de se han desaprovechado grandes oportunidades en cuanto a la estética de los escenarios para incrementar de forma ilusoria que hay cierta variedad en el conjunto total de estos, sus recorridos no cuentan con influencia alguna en la manera en la que deberemos movernos por ellos: siempre hacia los enemigos (que además se ven a través de las paredes, lo que limita las maniobras sorpresa y demás acciones estratégicas) y hacia el objetivo que haya que completar para ganar la partida.
Esta sensación de vacío y de minimalismo en el diseño de niveles se impulsa a causa de otros elementos que sí aparecen en los escenarios y que nos hacen soñar con lo que podrían llegar a ser los mapas de Bleeding Edge: desde potenciadores de daño colocados en puntos estratégicos del escenario hasta una serie de elementos dinámicos como, por ejemplo, trenes que nos mataran al atropellarnos o barreras eléctricas en movimiento; los cuales aportan una serie de matices a los pasillos que tendremos que recorrer en las partidas y que, sin duda alguna, nos han dejado con ganas de más.
La carne que cortas
Uno de los factores que determina la supervivencia de una propuesta que hace girar sus mecánicas en torno a una experiencia multijugador tiene que ver con qué estrategias emplea para evitar la repetitividad. O, dicho en otras palabras, la cantidad de contenido con la que se estrena en el mercado para dar un margen suficiente como para que los jugadores puedan abordar su experiencia desde distintos focos; algo que puede extraerse de una idea clara: una menor cantidad de contenido implica verlo con mayor frecuencia y, por tanto, que nos acostumbremos a él de forma más temprana.
En este sentido, Bleeding Edge cuenta con el suficiente material como para mantenernos presos de su propuesta durante un buen puñado de horas, aunque las dudas comienzan a surgir cuando pensamos en el futuro del título a medio plazo. Porque, aunque sea cierto que los personajes ofrecen formas de jugar diferentes, se echan más en falta; por no hablar de la simpleza de sus escenarios o de un sistema de progresión que solo se basará en darnos puntos al completar partidas y subir de nivel para comprar habilidades pasivas y cosméticos.
Si a esto último le sumamos la idea de que la menor cantidad de contenido deseado con la que se ha lanzado el juego se hace menos disfrutable cuando aparecen los frecuentes problemas de conexión (los cuales han prometido arreglar en los primeros parches que lancen para la obra), nos encontramos ante una propuesta que podría brillar mucho en el futuro de lo que brilla en el presente. Es por ello que, en este aspecto, Bleeding Edge pasa a depender más de las intenciones que posea su estudio de cara a su devenir, y no tanto de una comunidad que haga que su experiencia ya se sostenga por sí misma. De esta manera, en esa interacción que suele existir entre el tridente creadores-experiencia-usuarios, es el primer elemento quién ha de ponermás de su parte para lograr que todo siga en pie dentro de unos meses.
Conclusiones
Los principales méritos que presenta la maniobra de Ninja Theory de debutar en la corriente multijugador competitiva con un título que se aleja bastante de sus trabajos previos residen, esencialmente, en la maestría con la que el estudio ha creado un juego que cuenta con potencial suficiente como para convencer a los más escéptcios. No obstante, buena parte de las sensaciones con las que nos ha dejado se desprenden más de los ''podría'' que de los ''es'': podría haber aprovechado más el diseño de niveles para ofrecer enfrentamientos mejor medidos; podría contar con más héroes para que la experiencia de juego tuviera un mayor recorrido; podría presentar un sistema de progresión más profundo para mantener nuestras ganas de jugar a él.
Y aún así, Bleeding Edge ha logrado un efecto en mí que pocos juegos consiguen y que consiste, fundamentalmente, en una contradicción bien clara: a pesar de todas las últimas quejas que he expresado y de que mis deseos de que se convierta en lo que puede llegar a ser me cieguen a la hora de disfrutar más de lo que ya es, he escrito las líneas de este análisis con un intenso zumbido en el cuerpo; concretamente aquel que me ha estado tentando con dejar a medias esta review para forzar varios descansos en los que pudiera echarme otra partidita más.
Ninja Theory debuta dentro de la corriente de multijugadores competitivos con una propuesta que cuenta con unas bases jugables lo bastante convincentes como para brillar por sí mismas, pero cuya luz se va apagando conforme más piensas en lo que podría llegar a ser que en lo que ya es.
Estilo artístico
Jugabilidad
Cantidad de contenido
Diseño de niveles
Ofrece un sistema sumamente amigable con los jugadores recién llegados
Su elenco de personajes ofrece múltiples formas diferentes de encarar los enfrentamientos
Sus combates ofrecen intercambios de golpes trepidantes y desafiantes
La cantidad de contenido en cuestión de mapas, personajes y elementos cosméticos
El diseño de sus escenarios se nota algo desaprovechado
Crecí rodeado de naturaleza y campos de trigo, pero con la cabeza llena de historias sobre dragones y planetas lejanos. Después me hice psicólogo para poder fascinarme con las historias de los demás.