Cuando, hace un par de años, tuve la oportunidad de analizar Aeterna Noctis, título que me generó sensaciones encontradas, cerré el escrito con la idea que, para mí, era más relevante: confiar en Aeternum Game Studios. A pesar de que suelo ser de los que omite conceptos como 'expectativas' o 'esperanza' dentro de la industria del desarrollo, decidí creer en la labor del estudio talaverano porque se veía a leguas que, eventualmente, el hype sería recompensado. Lo que no sabía es que "eventualmente" se refería a "septiembre de 2023".
Y es que, en un año que fácilmente podríamos describir como el mejor en la historia del desarrollo español de videojuegos, Summum Aeterna ha llegado para que ese "podríamos" se convierta en "debemos". Incluso con sus asperezas, la nueva aventura del Rey de la Oscuridad se desenvuelve como un roguelite competente que embelesará a los fanáticos del género, especialmente a través de una conjunción de sistemas que, en el largo plazo, hace de la incertidumbre y la aleatoriedad los acompañantes idóneos para un viaje lleno de entretenimiento.
Reformulando la naturaleza del género
Desde muerte permanente hasta progresión no lineal, desde dificultad creciente hasta equipamiento, niveles y enemigos que varían según cada partida, el roguelite ofrece un conjunto de características bastante marcado. Quienes somos fanáticos del género, sabemos a qué vamos y por qué vamos, accediendo más que voluntariamente a este magnífico contrato de retos, impredictibilidad y decenas de horas invertidas. Summum Aeterna, en este sentido, cumple con cada una de las casillas, pero va más allá gracias a su estructura por semillas.
O, más bien, al hecho de poder modificar su estructura por semillas. En Summum Aeterna, se nos confiere la agencia para modificar la partida a ejecutar a través de un conjunto de ítems que transforman valores como la vida y número de los enemigos, el daño que infligen o el porcentaje de dinero que arrojan, junto a otros menos regulares como eventos únicos, las zonas iniciales y la presencia -o ausencia- de habitaciones especiales. Dada esta descripción, podríamos pensar en Dead Cells y en Hades, pero el presente trabajo va un poco más allá.
Particularmente, porque el grado de autoridad que poseemos sobre la configuración contextual de cada run es mucho más preciso, pero también más divertido. En lugar de solo aumentar la dificultad con todo intento exitoso, el título convierte las semillas en objetos con rarezas que pueden obtenerse, fusionarse o desguazarse, convirtiéndonos en un jardinero interdimensional con la capacidad de crear mundos donde hay 100% más enemigos, los cuales infligen sangrado y envenenamiento con cada ataque y ostentan 50% más de vida, a cambio de obtener un mayor número de monedas o cofres, más opciones de armas, mayor curación o un sinfín de alternativas más.
¿El resultado? Posibilidades interminables, tanto en materia de experiencias como en materia de exigencias. Summum Aeterna puede pasar de ser el videojuego más difícil jamás creado a ser una fantasía de poder absoluto en cuestión de minutos, haciendo que su vida útil se multiplique indefinidamente. Así, en vista de la simpleza mecánica heredada de su predecesor, puesto que su combate sigue siendo muy sencillo, nos hallamos entonces ante un producto que, consciente de sus barreras, apuesta inteligentemente por mejorar la contextualización del proceso en lugar del proceso per se, permitiéndonos hacer la vista gorda ante ciertas limitaciones.
Summum Aeterna te gustará si:
Te gusta Aeterna Noctis. ✅
Te gusta Dead Cells. ✅
Te gusta Hades. ✅
+¿Cuántos sistemas quieres? -Sí
Summum Aeterna tiene muchos sistemas. Para dotar de sustancia al funcionamiento por semillas modificables, Aeternum optó por introducir, paulatina y adecuadamente, un subconjunto de mecánicas específicas que transforman los universos a visitar. En consecuencia, para las múltiples monedas de cambio que, tras colectarlas en cada partida, podremos utilizar para mejorar nuestras condiciones iniciales de cara a las subsiguientes, tendremos una respectiva cantidad de NPCs ante los que manifestar dichas actualizaciones.
Específicamente, existen cinco divisas en el título, y cada una cumple una función diferente dentro de un sistema diferente. Comprar semillas, mejorar tu equipamiento, desarrollar las capacidades pasivas de tu personaje y sus armas, incrementar las probabilidades de que aparezcan seres cósmicos, altares demoníacos y dioses con rebajas para las armas legendarias en sus tiendas... Podría sentarme durante horas describiendo la permutación jugable de Summum Aeterna, sin embargo, bajo la eterna procura de decir lo justo y necesario para establecer el contorno sin arruinar el contenido, solo compartiré que, holísticamente hablando, funciona de manera fenomenal.
Summum Aeterna no te gustará si:
No te gustan los desafíos. ❌
Das más importancia a lo argumental que a lo jugable. ❌
Prefieres los títulos lineales. ❌
La infinitud del entretenimiento
Al enfrentarme a la magna y honorífica responsabilidad de analizar un videojuego, suelo quedar exhausto del videojuego mismo. A partir de la naturaleza fatigante de la labor, son reducidos los deseos que permanecen en mí de querer seguir jugando, pero Summum Aeterna ha sido distinto. Por su funcionamiento, por su género y por el acierto de su configuración, no pude evitar ocupar cada momento libre de la última semana en intentar una run más. Y eso es absolutamente todo lo que hemos de esperar de un roguelite.
Porque, sí, podría explayarme respecto al número de áreas, a lo destacables que son sus jefes, al maravilloso estilo artístico de la obra, a lo satisfactorio de sus enfrentamientos, a lo natural de su crecimiento o incluso a elementos negativos como lo anecdótico de su narrativa y lo básico de sus peleas, pero me gusta creer que mi labor va más allá de una checklist. Por ello, acostumbro a hablar de sensaciones y experiencias, y precisamente las sensaciones y experiencias que me quedo de Summum Aeterna son aeternamente positivas, ya que espero volver constantemente a la magna infinitud de su entretenimiento.
España ya es de talla mundial
Blasphemous 2, Do Not Feed the Monkeys 2099, Minabo, The Cosmic Wheel Sisterhood... Hablar del 2023 del desarrollo español de videojuegos es, a ojos de un joven servidor, hablar de una industria cuya calidad ya es de talla mundial. Por lo tanto, el valor de Summum Aeterna no es solo la aislada proeza de crear un gran roguelite, sino también de sumarse a esta creciente lista de obras que demuestran el inconmensurable potencial del trabajo nacional.
Y lo digo, curiosamente, siendo venezolano, pero porque he aprendido a querer las creaciones españolas como si fuesen mías. Ergo, tal y como hace un par de años con Aeterna Noctis, tal y como hace un año con las primeras impresiones de Summum Aeterna, tal y como ahora con su versión final, encomiendo gran expectativa al futuro de Aeternum Game Studios, especialmente porque siento, con la más bonita de las subjetividades de por medio, que aún estamos lejos de ver su mejor versión, lo cual es muchísimo decir teniendo en cuenta cuán bueno es el juego que aquí nos reúne.
El exoesqueleto de Aeterna Noctis tiñe de sólido un roguelite que, sin lugar a dudas, llega para reafirmar que la industria española del desarrollo de videojuegos ya es de calidad global. Pese a limitaciones esenciales que lo alejan de la grandeza, Summum Aeterna se torna en un respetable representante de un género repleto de titanes, el cual guarda tras de sí cientos de horas de entretenimiento para quienes estén dispuestos a dejarse absorber por su exigente universo.
Jugabilidad
Rejugabilidad
Diversión
Audiovisuales
El número de posibilidades jugables es positivamente abrumador
La sensación de agencia sobre las semillas le da gran profundidad
Los sistemas funcionan excelentemente bien en conjunto
Los jefes son muy interesantes y distintivos
El diseño artístico es sobresaliente
La historia, al igual que sus personajes, no atrapan al mismo nivel que sus mecánicas
Politólogo a tiempo completo, economista a tiempo parcial. Asiduo al medio interactivo por su capacidad de hacernos vivir las historias, no contarlas. Joven venezolano amante de Bad Bunny, Itachi y los RPGs que busca cooperar en la evolución de una industria huérfana de horizontes.