Siempre me ha dado la sensación de que Indiana Jones tiene que oler a una inconcreta mezcla entre sudor y bourbon, pero quizás esta impresión olfativa se deba al efecto sinestésico que me produce ver su trilogía original de películas: sus tonos amarronados y verdosos, vistos a través de un filtro empañado por los 35 milímetros de las cámaras Kodak y Panasonic que se usaron para grabar aquellas cintas de los 80, ofrecen un caleidoscopio especial de matices.
Y, hasta el momento, ningún videojuego había sido capaz de captar estos reflejos casi presensoriales y adaptarlo dentro del plano interactivo. O, dicho de otra manera: hasta ahora había sido muy fácil retratar cómo es Indiana Jones, pero no tanto imaginar cómo es ser Indiana Jones. Pues bien; esto último se corresponde con el conjunto de palabras que dan un sentido a la misión que se han propuesto en MachineGames con Indiana Jones y el Gran Círculo.
El estudio tras el reinicio de la saga Wolfenstein deja de lado la vorágine matanazis de The New Order y The New Colossus para volver a retratar la antesala a la segunda guerra mundial, solo que esta vez lo hace desde la perspectiva de alguien que se toma todo con mucha más calma que B. J. Blazkowicz (protagonista de la saga de shooters que acabo de mencionar). De hecho, Indiana Jones y El Gran Círculo se conforma como una secuela directa de El Templo Maldito y, tras haberlo completado, puedo sacármelo por fin de las entrañas: no solo es un juego sobresaliente, sino una obra digna del legado clásico de Goerge Lucas y Harrison Ford.
No veas a Indiana Jones, sé Indiana Jones
El objetivo principal de El Gran Círculo es apostar por una serie de aspectos clave que tienen que ver con hacerte sentir que estás dentro de una película de Indiana Jones, pero siendo un agente directo de la acción que ocurre en pantalla y no un mero espectador. De esta interacción entre el jugador y el juego se extraen ciertos aspectos importantes de esta última parte sin los que este artificio no sería posible: Indiana Jones y el Gran Círculo se esfuerza mucho para conseguir que sientas lo mismo que Harrison Ford cuando interpretaba al personaje delante de las cámaras.
Esto pasa por diseñar unos entornos a nivel artístico que se despliegan delante de tus ojos como bellísimos parajes que presentan un contraste especial entre lo inusual y lo cotidiano, lo cual le da un toque único al juego. Básicamente, porque todos sabemos que, por ejemplo, El Vaticano cuenta con pasillos y pasajes secretos cerrados al público, pero es improbable que los visites en algún momento disfrazado de cura y accediendo a las azotea de la Capilla Sixtina a golpe de látigo.
Es ahí donde reside quizás uno de los puntos fuertes del mundo que ofrece Indiana Jones y el Gran Círculo; en visitar lugares famosos a través de una perspectiva histórica que se reinterpreta desde la imagen colectiva que todos tenemos de las aventuras del personaje. Desde caminar sobre las dunas que colindan con las Pirámides de Giza bajo un sol abrasador hasta enzarzarte contra una frondosa selva en busca de una gruta antes habitada por civilizaciones ancestrales.
No obstante, sería injusto concretar que el valor artístico del juego solo reside en su apartado visual, dado que hay elementos narrativos en Indiana Jones y el Gran Círculo que son un gran apoyo para la sensación de inmersión que ofrece el juego. Y con esto me refiero a que cada diálogo y personaje con el que interactúas en el juego están cortados con el mismo patrón que aquellos que aparecían en la saga original de George Lucas. Algo que se ha hecho con el objetivo de que convierta en una experiencia que ofrece coherencia máxima en cuanto a tono, ambientación, recursos narrativos y ficción histórica.
Un diseño inteligente, con linealidad abierta
Si hay algo que MachineGames ha conseguido con El Gran Círculo es que todos los puntos fuertes del juego estén encaminados a que se produzca un fuerte fenómeno de inmersión. Cosa que pasa por un diseño de niveles que cuenta con un grado ideal de complejidad a la hora de ofrecer espacios en los que surja ese efecto que todo jugador de un título de Indiana Jones debería buscar: la sensación de encontrar nuevas aventuras por vivir.
Esto se consigue al intercalar ciertos niveles de corte lineal con otros de carácter más abierto, y es aquí donde el juego brilla con una fuerza especial. Sobre todo, porque se conforman con lugares que esconden mucho más de lo que la interfaz del juego te cuenta de manera directa. Principalmente porque, a nada que tomes la iniciativa y decidas visitar un rincón innecesario con respecto al objetivo global de cada misión, lo más probable es que te encuentres de frente con algo de interés.
Desde un Club de la Lucha secreto con el que te topas en cuanto empiezas a escuchar un alboroto inusual en los pasadizos subterráneos de El Vaticano hasta una excavación secundaria cerca de la Esfinge cuya cámara principal se abre a través de una larga sucesión de misterios adicionales ajenos a la trama principal del juego. Indiana Jones y el Gran Círculo es, en este sentido, sinónimo de descubrimiento acotado en niveles finitos, lo cual es un acierto a la hora de conseguir una aventura contenida que no se disperse más de lo necesario. Consiguiendo crear así un terreno denso en cuanto a contenidos que coinciden en un cometido común: despertar dentro de ti el fuego de la curiosidad
Lejos de Uncharted y Tomb Raider (por suerte)
Desde MachineGames han aclarado en numerosas entrevistas que Indiana Jones y El Gran Círculo es un juego de acción/aventura en el que tiene más peso jugable el segundo elemento que el primero, cosa que se refleja en cada acción que llevas a cabo en el juego. Sobre todo, porque es evidente que los puzles juegan aquí un papel más protagonista y los enfrentamientos contra los nazis quedan relegados a un plano menos relevante. Esto es algo que se nota especialmente en ciertas mecánicas que están ligadas al combate como, por ejemplo, que siempre tengamos muy pocas balas en el inventario o que Indy se canse con frecuencia en una pelea a puñetazos.
Esto es algo que reconecta de nuevo con esa filosofía del estudio de crear un juego protagonizado por un aventurero que baila entre la verosimilitud cotidiana y la fantasía épica de ficción en la que vive. Algo que, por otro lado, hace que se diferencie del mundo que se puede ver en otras sagas como Uncharted y Tomb Raider. Al fin y al cabo, no hay que perder de vista que Indiana es un cuarentón con una ligera debilidad por el whisky, lo cual hace estrictamente necesario que muestre unas capacidades físicas más lógicas y coherentes con quién es; alejándose diametralmente de figuras casi superheroicas como Nathan Drake o Lara Croft.
En este mismo sentido, todo lo que ocurre en El Gran Círculo sucede a un ritmo mucho más pausado, lo cual acaba constando como una decisión acertada a todas luces. Y es que el juego de MachineGames es una obra que demanda lentitud: la gracia de este juego de Indiana Jones no está detrás de ir disparando nazis, sino en encontrar un ticket de aparcamiento olvidado por ahí con un número manuscrito detrás e investigar cuál es la caja fuerte cercana que abre.
Esto último es algo que no deja espacio alguno para el aburrimiento a través de una estrategia concreta: hacer que todo lo que ocurre dentro del videojuego forme parte de secuencias físicas y las agrupe en una kinestésica que se retrata en todo momento a nivel visual. Por poner un ejemplo: cuando vas a abrir una puerta, Indiana sacará su llave del inventario, la mostrará en su mano, tendrás que pulsar un botón para introducirla en la cerradura y otro para girarla con tal de acceder a la habitación que custodia. Todo ello mostrándose como un proceso mucho más trabajado al típico ¨pulsa el botón de acción para abrir la puerta¨ que hay en muchísimos otros videojuegos.
Parece que no, pero esto es algo tremendamente importante en cuanto a fomentar una dinámica que te anima a que te fijes con una precisión milimétrica en todos los objetos que te encuentras por el escenario. En Indiana Jones y el Gran Círculo es crucial que examines los objetos que te encuentras por ahí, dado que siempre suelen constar como la primera miga de pan que da comienzo a un extenso reguero de misterios por resolver. Manosear una carta, darle la vuelta, explorar el entorno donde la encuentras, volver a sacarla de nuevo para inspeccionarla otra vez... Todo lo que haces para resolver un puzle es un intento de solapar tus acciones a las que haría el propio Indiana Jones en las películas.
El mayor enemigo de Indiana Jones y el Gran Círculo
La única pega que le encuentro a Indiana Jones y El Gran Círculo es algo que me ha acompañado durante todo el juego y que no he podido quitarme de la cabeza. Todo ello a pesar de que el juego haya cumplido a rajatabla con lo que se supone que hay que esperar de un título de aventuras de calidad excelente: me ha ido como un tiro en todo momento, he comprado sin pensármelo dos veces su ritmo y me he dejado llevar por una jugabilidad con los puzles como protagonistas... pero no he sido capaz de mirar hacia otro lado ante los errores de la inteligencia artificial de los enemigos.
Esto es algo que ya comenté hace unas semanas en mis primeras impresiones sobre el juego y destaqué este apartado del juego como un aspecto con mucho margen de mejora, pero parece que a MachineGames no le ha dado tiempo a pulirlo del todo. Y es que yo puedo comprar que los enemigos parezcan ser lo bastante tontos como para que se pueda transmitir como un intento de hacer que guarden coherencia con lo estúpidos que eran los nazis en las películas, pero me cuesta más que recurran a comportamientos que no parecen humanos. Sobre todo, porque en ciertas ocasiones estos últimos me sacaron a patadas del espejismo que el juego me estaba intentando vender.
Yo puedo entender que la inteligencia artificial ha de sacrificar ciertas capacidades normales como reaccionar de forma lenta cuando nos hemos delatado con tal de dar al jugador un margen superior de error en las secuencias de sigilo, pero me cuesta más creerme que estos nazis pierden el interés por perseguirnos en cuanto doblamos una esquina o que son capaces de escucharte a varios metros, pero no de captar la luz que emite una antorcha ajena que tienen justo delante de la cara.
Conclusión
Indiana Jones y el Gran Círculo es, para mi, la prueba de que un año no se debe dar por cerrado hasta que no llega el mismo día 31 de diciembre por aquello de que se ha convertido en uno de los títulos que más he disfrutado a lo largo de este 2024. Al final del día, lo nuevo de MachineGames consta como una declaración de intenciones en cuanto a crear un juego con unas ideas muy marcadas y un ejercicio de creatividad que se engendra desde el respeto, cosa que no es muy común hoy en día.
Por otro lado, me da lástima pensar en que es probable que haya gente que no reciba bien el hecho de que el estudio no haya puesto tanto énfasis en los combates como en la exploración y en los puzles; o en el valor de haber hecho un juego en primera persona en contra de lo que muchos esperaban. Quizás estemos ante un riesgo que había que correr con tal de honrar lo máximo posible el material original en el que se inspira. Supongo que este análisis se podría considerar como una carta de apoyo a aquellos estudios que confían en crear productos culturales con una fuerte visión de autor. O, dicho de otra manera, que en realidad me delate como un fanático de MachineGames. Lo siento, sí soy.
Indiana Jones y el Gran Círculo consta como uno de los mejores videojuegos de 2024 y la prueba viviente de que MachineGames es un estudio que sabe moverse con soltura en entornos diferentes a aquellos a los que nos han tenido acostumbrados en el pasado. Un juego de aventura/acción que pone un énfasis especial sobre el primer elemento y se empeña en hacerte sentir cómo el propio Harrison Ford delante de las cámaras. No hay mejor juego de Indiana Jones. Este tiene que ser por fin su Santo Grial.
Argumento
Estilo artístico
Jugabilidad
Inteligencia artificial
La sensación de sentirte como Indiana Jones en las películas
El respeto con el que MachineGames ha tratado el material original
La mayoría de los puzles son una auténtica pasada
Los combates guardan coherencia con las capacidades del personaje
La sensación al encontrar misterios secundarios es increíble
La inteligencia artificial de los enemigos
Puede que su componente de sigilo no atraiga a todo el mundo
Crecí rodeado de naturaleza y campos de trigo, pero con la cabeza llena de historias sobre dragones y planetas lejanos. Después me hice psicólogo para poder fascinarme con las historias de los demás.
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