Desde los inicios de la industria interactiva, el shoot 'em up ha sido un género sumamente popular. Space Invaders, Asteroids, 19XX, Raiden, 1942... muchas han sido las entregas y franquicias que han perdurado en el tiempo, o en la memoria de los seguidores, para adjudicarse un grato cariño por parte de la comunidad, razón por la que siempre es agradable volver a ver que un estudio se bienaventure en producir una creación de su estirpe, especialmente al tener en consideración que, en el último par de generaciones, su gloria ha ido decayendo.
No obstante, títulos como Sky Force Reloaded llegan para afianzar que, aunque con pocos representantes, los tiempos contemporáneos aún tienen algo que ofrecer a los fanáticos de tales planteamientos. La creación de Infinite Dreams, en búsqueda del equilibrio entre clásico y renovado, ha logrado establecer una excelente fusión de estilos para conceder un videojuego que, aunque con fallos notorios, especialmente relacionados al grindeo y a la repetición como implacentero baluarte de diversos aspectos, logra erigir una recomendable propuesta tanto para asiduos como para desconocidos.
Como valioso adalid de su linaje, el título presenta una puesta en escena plenamente conocida dentro de nuestro arte: un shooter vertical en el que, además de enfocarnos en disparar a los adversarios, debemos evadir los proyectiles que son arrojados hacia nosotros. Para ello, contamos con una simple pero adecuada deposición de controles que nos facultan para hacer movimientos rápidos sin mayor complejidad, permitiendo que el intervalo entre pensamiento y acción se vea reducido a gran escala, razón por la que la muerte, aquí, sólo se consigue por culpa propia. Y ello es importante porque, sin lugar a dudas, vamos a perecer en un sinfín de ocasiones.
En tal sentido, hemos de destacar la palabra 'sinfín', pues ésta representa muchas de las descripciones, buenas y malas, que se le pueden atribuir a Sky Force Reloaded. Por una parte, el adjetivo es aplicable a realidades como la rejugabilidad, ya que el título presenta una composición que, teóricamente y haciendo justicia a su inherencia, no muestra culmen alguno más allá del que el jugador desee dar; sin embargo, es también adaptable al hecho de que lo mencionado se vuelve incisivo por la ineludible necesidad de grindear -jugar un mismo nivel para poder avanzar-, contrarrestando así una cosmovisión que, de no albergar tan problemática patología, sería pseudoperfecta.
Pese a ello, el juego continúa siendo divertido y, más allá de que sea tedioso que se nos coaccione a atravesar una misión una y otra vez, el sistema de progresión hace magia para menguar el desagradable inconveniente. Ello surge a raíz de que, por la obtención de estrellas, que fungen como moneda de cambio para medrar y ampliar nuestra nave con nuevas armas, poderes y las respectivas mejoras de éstos, estaremos en constante evolución sin importar si resultamos avante de cada stage, detalle que cimienta con mucha cohesión el ideal de "una partida más" que tan bien le sienta a la producción, la cual se jacta de partidas rápidas y vertiginosas para evadir la nefasta realidad del farmeo.
Ante todo, lo que Sky Force Reloaded ofrece es un shoot 'em up que merece ser reconocido dentro de sus congéneres. Haciendo uso de 15 misiones, el juego nos invita, como lo hiciesen sus predecesores espirituales, a rejugar los niveles no sólo porque sea obligatorio -que es en donde, enfatizamos, se ve la peor faceta del título- sino porque, y aquí sí es positivo, existe la ineludible atracción por mejorar nuestros récords, ya sea por superar la cantidad de puntos obtenida en un principio o por poder lograr todos los objetivos secundarios.
En alusión a lo último, cada mapa cuenta con cuatro metas complementarias: destruir el 70% de los enemigos, destruir el 100% de los enemigos, no recibir ningún impacto y rescatar a todas las personas. Al cumplir con todas estas peticiones, cuestión que será inexorable ya que el acceso a los niveles implica un determinado número de insignias, desbloquearemos una nueva dificultad para el mundo en cuestión, presentando así una serie que va desde la modalidad Normal hasta la Pesadilla, pasando antes por Difícil y Locura. Ésto, para los acérrimos al completacionismo, supondrá un gran agrado, especialmente al agregar elementos como el descubrimiento de partes para desbloquear más navíos o de cartas que conceden mejoras al comienzo de un enfrentamiento.
Por otro lado, los jefes finales que presenta la obra merecen una mención individual. Los encuentros con cada uno de los ocho magnos adversarios representan la cúspide de la calidad del trabajo expuesto, tanto en términos estéticos como en jugables y, sobre todo, en cuestiones de satisfacción. Para los juegos de esta estirpe, la sensación que se obtiene luego de superar un reto que nos había impedido avanzar durante mucho tiempo es grata como pocas en la industria interactiva, y esta producción se vale en gran medida de la susodicha convergencia de emociones para agregar más calidad a la experiencia. Ésto, teniendo en consideración la dificultad que exhibe hasta en su modalidad más simple, hace que el juego, quizá, no sea apto para quienes no estén acostumbrados a la agradable frustración de superarse a sí mismo, sin embargo, hará que sea una maravilla para quienes gusten de tal filosofía.
Aunque la duración de Sky Force Reloaded se ve artificialmente extendida por una lacra tan subóptima como la perentoria necesidad de rejugar los niveles hasta extenuarlos, al igual que la falta de variedad de enemigos y deposiciones planas respecto a los mapas, lo cierto es que sus bondades logran anteponerse a esas adversidades, causando así que, pese a que imperfecto, nos deje una más que buena impresión.
A fin de cuentas, la meta fundamental de divertir y atrapar la logra con relativa soltura, dependiendo si se es, o no, devoto al género. Aun así, resulta una incursión a los shoot 'em up recomendable para cualquier clase de jugador, una que estará en la potestad de obsequiar buenos momentos a quien esté dispuesto a aceptar su condición poluta y, simultáneamente, a quien pueda soportar la obligada rejugabilidad.