Vender lo complicado como simple. Horikoshi Kohei ha conseguido establecer su obra como una de las más influyentes dentro del shonen por saber apegarse a unas normas comerciales probadas. Pero también por cocer en los subterfugios a otro tipo de juegos con matices más narrativos. Al maniqueísmo que dibujan los héroes y villanos le seguía una lógica social de referentes y mensajes. Esta cuarta temporada de "My Hero Academia" aspira a seguir profundizando en ese laberinto, con la llegada de unos enemigos que buscan y actúan de manera mucho más interesada y táctica.
Becarios en tiempos de guerra
Ni el legado del OneFor All a Midoriya era tan sencillo, ni lo que persigue la Yakuza quiere rimar con la búsqueda absolutista y temperamental de la Liga. El quinto episodio abandona por fin la sombra de Deku, y busca dibujar el contexto del resto de alumnos una vez aprobados los exámenes. El mangaka hila siempre anclándose en un pilar evidente y reconocible; los Tres Grandes. Mientras Deku comparte Residencia con Mirio, Ochaco y Tsuyu lo hacen con Nejire, y Kirishima con Tamaki. Las chicas aparecen aquí como un simple puente a lo que acontecerá en próximos capítulos, como la futura alianza de la agencia Ryukyu y la agencia Nighteye para aumentar la presión sobre la mafia. Es el pelirrojo quien se sube al escenario por primera vez en toda la adaptación.
Antes de pasar a la trama central, de mostrar consecuencias, Kohei explora causas. En menos de cinco minutos el anime pone sobre la mesa las ofertas y contraofertas que están decidiendo la consagración del nuevo bando enemigo. ¿Salió mal el primer encuentro? Sí, pero Shigaraki parece haber reconsiderado la situación, especialmente después de obtener dos tíquets de condescendencia al ser atacado por estos posibles aliados. La muerte de Hikiishi y el desmembramiento de Compass le han dado las dos cartas que necesitaba para negociar. "Si no recibimos concesiones, no nos valdrá". Mientras la Shie Hassaikai quiere el poder de la Liga, estos ansían el prestigio de Chie y compañía. Lo que se perfila entre demandas es una sociedad igualitaria conducida, eso sí, por las pretensiones únicamente de la Yakuza.
La caída del Símbolo de la Paz, sumado al encarcelamiento en el Tártaro de All For One, ha puesto en la cazuela los ingredientes perfectos para una lucha encarnizada por el poder. Ahora bien, es el líder de la mafia quien posee un objetivo más perdurable e interesante. "Romperé el status quo", asegura Chie. Reconfigurar concepciones y arquetipos lleva tiempo, y este personaje parece ser consciente de ello. No extraña que en lugar de aplastar busque inhabilitar. Que con su nuevo juguete capaz de eliminar dones, quiera arrebatarle a los héroes la herramienta que les otorga su posición social. ¿Democratizar el don de Eraser? El odio y el miedo harán el resto del trabajo. Sin nadie a quien acogerse, el pueblo buscará refugio en aquellos que sí tengan habilidades. Y en esa distopía pretendida, los villanos, desplazados de su escuadra simbólica, serían los únicos posibles salvadores.
Una estrella roja
Con una base del pastel tan sólida y extensa, Bones puede dedicarse a hacer todo tipo de florituras y concesiones artísticas enclavadas con gusto. El resto del episodio no deja de ser anecdótico, pero viene precedido por esta interesante trama que parece estar ramificándose hacia algo mucho más ambicioso y central. Cosa, claro, que no desmerece la ventana de oportunidad atravesada esta semana por Kirishima. El pelirrojo por fin obtiene el protagonismo que le ha valido durante años su popularidad entre los lectores del manga. ¿Cómo? Este, siguiendo el esquema de Kohei, comparte Residencia con Tamaki Amajiki (Suneater) en la agencia de Fat Gun. Su paseo por las calles de Osaka regalan unos minutos de verdadero lucimiento, que no están libres de información relevante en torno a los implicados.
Por fin se pone en relieve el carácter de ese reservado y misterioso héroe aparecido en la pasada temporada. Amajiki, aunque desprende despotismo y altanería, es en realidad un pastiche de miedos y complejos. La llegada de Kirishima al grupo le termina por ensombrecer tanto a nivel de carácter como sobre el campo de trabajo. No es fortuito que el dardo incapacitante disparado por el bandido de turno, le dé a él en lugar de a su compañero. La situación conduce intencionadamente a una resolución forzada de Red Riot. Y qué definición; el estudio aprovecha la ocasión para cocinar una de las escenas más impactantes y emocionantes de los últimos años. Del Red Counter ya conocido, el anime pronto sube varias revoluciones poniendo en práctica todo el entrenamiento del héroe. No importa que su Red Riot Unbreakablesolo dure 30 segundos: es más que suficiente para emborracharse de un sakuga breve pero intenso, que convierte estética en fuerza y adrenalina.
Conclusión
Ganar una batalla no es ganar la guerra, y "My Hero Academia" no ha hecho más que dar sus primeros pasos hacia el conflicto real que se está destilando. Ahora que la Sociedad conoce a los líderes y la amenaza que suponen, puede configurar estrategias y definir rutas. Distintas agencias y héroes se reunirán para crear un plan de contención capaz de suplir el retiro de All Might. Lo que desconocen es que no se enfrentan a un simple torrente, sino a una marea que perforará el dique de contención. ¿Estará Midoriya listo para cuando llegue el momento? Quizás la respuesta no esté únicamente en él.
La bomba de relojería de Kohei sigue acumulando pólvora mientras la luz intenta reconstruirse. No hay fuerza villana unificada, pero la Liga y la Yakuza dan pasos hacia una sociedad; no hay nuevo Símbolo de la Paz, pero mientras Midoriya crece, sus compañeros soportan. Kirishima ahora ha tenido la oportunidad de brillar más que nunca.
El acercamiento de la Liga y la Shie
Suneater acapara la atención con un carácter de lo más interesante