En los años más recientes, debido a la pandemia, el auge de las plataformas de streaming y la inflación, los cines han sufrido una gran pérdida de consumidores. A pesar de ello, tras finalizar el confinamiento parecía que ciertas películas como No way home aún podían capturar ese éxito de los “blockbuster” de antaño. Con unas ganancias enormes impulsadas por potentes franquicias, este tipo de películas solían ser comunes en verano e invierno y generaban beneficios enormes a pesar de ser repetitivas o tener malas críticas.
Este era el caso de algunas de las sagas más conocidas de superhéroes, como las producciones de Marvel o incluso DC, cuyas películas más flojas tampoco perdían demasiado dinero. Sin embargo, en la actualidad, parece que las audiencias se han vuelto más exigentes y la gran accesibilidad que aportan las plataformas de streaming hacen que el público se lo piense más antes de invertir en ir al cine. Dicho esto, a continuación, encontraréis las claves de la lenta pero segura “muerte” del cine:
Uno de los principales puntos de inflexión que ha provocado el declive de los cines es, sin lugar a duda, la llegada de la pandemia. El confinamiento imposibilitó todos los planes que implicaban salir al exterior y, por lo tanto, “forzó” a los cinéfilos a emplear las plataformas de streaming. Esta época marcó un nuevo auge de suscriptores de Netflix, pero también incrementó los usuarios de sus competidores.
Además, muchas de las cintas que iban a llegar a cines durante este periodo firmaron contratos con estas mismas plataformas y se estrenaron directamente en los catálogos digitales. Esto abrió la puerta para que muchas otras producciones consideraran hacer lo mismo, dejando de lado los cines. Por último, poco después del confinamiento quedó claro que la mayoría de los grandes estrenos llegan a streaming después de pasar por las salas de cine, así que muchos espectadores prefieren esperar un par de meses y ahorrar.
Además de la competición directa que suponen las plataformas de streaming, hay otro gran oponente que compite por la atención de los espectadores. Se trata de las redes sociales y plataformas como YouTube, Twitch, TikTok, Instagram e incluso Twitter. Todas ellas buscan mantener a los usuarios en sus apps y también generan su propio contenido y sus propios eventos, como la Velada del Año o la King’s League.
Las generaciones más jóvenes, que cada vez tienen más poder adquisitivo, suelen pasar mucho tiempo en estas plataformas. De esta manera, en un gran número de ocasiones la atención de los jóvenes está dividida y sólo los grandes estrenos consiguen atraerlos al cine. El problema con esto es que algunas de las franquicias favoritas de la juventud, como Marvel, están en pleno declive y han perdido relevancia.
Además de ser problemáticas por lo mucho que compiten con los cines a la hora de estrenar películas, las plataformas de streaming también han tenido otro efecto inesperado. Y es que, debido a la enorme variedad que tienen sus catálogos, han democratizado muchas de las mejores de las películas de todos los tiempos, haciendo que lleguen a muchos más espectadores. Debido a ello, estos usuarios son más conscientes de la mala calidad de algunos de los estrenos más recientes en comparación con las películas que han visto gracias a Netflix, Disney Plus, etc.
Esto genera una audiencia mucho más crítica con las películas que llegan a los cines, que es más consciente de la calidad relativa en comparación al mayor número de producciones que han consumido. Así, la estrategia aburrida pero segura de franquicias como Marvel, que siguen una especie de “fórmula” a la hora de crear sus cintas, acaba fracasando. Así, las producciones que suelen triunfar son aquellas que se desvían o toman caminos alternativos, como Guardianes de la Galaxia 3 o Spider-Man: Cruzando el multiverso.
Durante la última década es innegable que la mayor potencia dentro de la industria del cine eran las películas de superhéroes. Marvel dominaba el panorama y todos sus estrenos comenzaron a ser éxitos asegurados, uno detrás de otro. Todo esto cambió con la llegada de Endgame, que supuso un reinicio casi total de su universo cinematográfico, algo que ha ido matando a la franquicia poco a poco.
Esta caída se debe, en parte, a que la calidad de muchas de sus nuevas producciones es menor, pero hay otro motivo menos aparente. Y es que, además de producir proyectos peores, también han sido mucho más numerosos, con infinidad de series y películas que no consiguieron captar la atención de la audiencia. Esto ha producido una gran fatiga entre los amantes del género, que están cansados de ver el mismo tipo de historias y personajes. Algo similar sucedió en los 90 con las películas de acción y, a finales de los 2000 con el género zombies.
En el caso de la mayoría de estas películas se logró recuperar la inversión de producción del proyecto, pero los beneficios son muy escasos. El único caso que despunta es el de Ant-Man y la Avispa: Quantumania, ya que logró recaudar bastante en comparación con el resto. Dicho esto, si la comparamos con otras cintas de Marvel vemos que esta recaudación la pone en uno de los últimos puestos de todo el UCM.
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