Muchas veces los mejores inventos de la humanidad han surgido de los errores más inesperados. Esos momentos en los que algo sale mal pero termina siendo exactamente lo que el mundo necesitaba. Hoy te contamos la historia de 5 objetos cotidianos que utilizas prácticamente a diario y que nacieron de accidentes que sus inventores jamás planearon. Prepárate porque algunas de estas historias te van a dejar completamente sorprendido.
En 1968, el científico Spencer Silver de 3M intentaba crear un adhesivo súper fuerte para la industria aeroespacial. Sin embargo, lo que consiguió fue exactamente lo contrario: un pegamento que apenas se adhería y que se podía quitar fácilmente sin dejar rastro. Durante años, Silver intentó encontrar una aplicación para su "fracaso" hasta que en 1974 su compañero Art Fry tuvo una revelación.
Fry cantaba en el coro de su iglesia y estaba harto de que se le cayeran los marcapáginas de su libro de himnos. Recordó el adhesivo "defectuoso" de Silver y pensó que sería perfecto para crear marcadores que se pegaran y despegaran fácilmente. Así nacieron los Post-it, que se lanzaron al mercado en 1980 y se convirtieron en uno de los productos de oficina más exitosos de la historia.
Percy Spencer, ingeniero de Raytheon, estaba trabajando en 1945 en el desarrollo de sistemas de radar para uso militar cuando algo extraño sucedió. Mientras probaba un magnetrón (el corazón de los sistemas de radar), notó que la barrita de chocolate que llevaba en el bolsillo se había derretido completamente.
Intrigado por este fenómeno, Spencer decidió experimentar colocando granos de maíz cerca del magnetrón, y para su asombro, explotaron convirtiéndose en palomitas. También probó con un huevo, que literalmente explotó. Spencer se dio cuenta de que las microondas del radar podían cocinar alimentos de forma rápida y eficiente. En 1947, Raytheon lanzó el primer horno microondas comercial, aunque pesaba 340 kilos y costaba el equivalente a 50.000 euros actuales.
Esta es la historia que más me sorprende de todas. En 1853, en el elegante restaurante Moon's Lake House en Saratoga Springs, Nueva York, el chef George Crum se enfrentó a un cliente particularmente difícil. El comensal devolvía una y otra vez su plato de patatas fritas quejándose de que estaban demasiado gruesas y poco crujientes.
Crum, completamente frustrado y probablemente enfadado, decidió darle una lección al cliente. Cortó las patatas lo más finas posible, las frió hasta que quedaron completamente crujientes y las bañó en sal con la intención de que fueran imposibles de comer con tenedor. Para su sorpresa, al cliente le encantaron. La noticia de estas "patatas de Saratoga" se extendió rápidamente, y Crum acabó abriendo su propio restaurante especializado en este plato. Sin saberlo, había inventado las patatas chips que hoy conocemos.
En septiembre de 1928, Alexander Fleming regresó a su laboratorio en el Hospital St. Mary de Londres tras unas vacaciones. Al revisar sus cultivos de bacterias, notó que uno de los platos de Petri estaba contaminado con un extraño moho. Su primer impulso fue desecharlo, pero algo le llamó la atención: las bacterias alrededor del moho habían muerto.
Este "descuido" de Fleming (que había dejado el plato sin cubrir antes de irse de vacaciones) resultó ser uno de los descubrimientos médicos más importantes de la historia. El moho era Penicillium notatum, y la sustancia que producía era letal para muchas bacterias pero inofensiva para los humanos. La penicilina se convirtió en el primer antibiótico verdadero, salvando millones de vidas durante la Segunda Guerra Mundial y revolucionando la medicina moderna.
En 1886, el farmacéutico John Stith Pemberton de Atlanta intentaba crear un jarabe medicinal para curar el dolor de cabeza y la fatiga. Su fórmula original incluía extracto de coca y nuez de cola, y la vendía como "tónico para el cerebro" en su farmacia por 5 centavos el vaso.
El accidente ocurrió cuando Frank Robinson, contador de Pemberton, mezcló por error el jarabe con agua carbonatada en lugar de agua normal. El resultado fue una bebida efervescente con un sabor único que gustó inmediatamente a los clientes. Robinson también diseñó el logotipo distintivo con la caligrafía que conocemos hoy. Lo que comenzó como un medicamento fallido se convirtió en la bebida más popular del mundo.
Estos cinco inventos accidentales demuestran que a veces los mejores descubrimientos surgen cuando menos los esperamos. La próxima vez que uses Post-it, calientes algo en el microondas, abras una bolsa de patatas fritas, tomes un antibiótico o bebas una Coca-Cola, recuerda que todos estos objetos cotidianos nacieron de errores, frustraciones o descuidos que cambiaron el mundo para siempre.
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