'El juego del calamar' ya es historia de la televisión, nos guste más o menos. Es la serie más vista de todos los tiempos en Netflix y su segunda y tercera temporada están arrasando de nuevo. Ahora bien, ¿era necesario alargar lo que comenzó como una miniserie?
Viajemos a 2021. Hwang Dong-hyuk estrenó en el catálogo de Netflix su serie 'El juego del calamar' con una propuesta llena de autenticidad, un guion retorcido y un reparto repleto de estrellas coreanas. Pero era una miniserie, por lo que nadie esperaba tener que continuar con una historia que, además, quedaba bastante cerrada.ht
Sin embargo, Netflix no pudo mantenerse al margen: casi 260 millones de visualizaciones obligaron a la plataforma de streaming a negociar con Hwang Dong-hyuk una continuación que se produjo por partida doble: una segunda y tercera temporada compuestas de 7 y 6 capítulos respectivamente que pondría, ahora sí, punto y final al universo 'El juego del calamar'. Craso error...
Era evidente que la segunda temporada de 'El juego del calamar' sería incapaz de sorprender como lo hiciese la primera, pero eso no tendría que ser problema alguno siempre que se trabajase en unos guiones buenos, igual de retorcidos o aún más, con nuevos personajes y situaciones que pusiesen contra las cuerdas al jugador 456. El problema es que la primera temporada nunca estuvo pensada como 'principio' de algo más grande, y eso se nota en la improvisación de Hwang Dong-hyuk a la hora de desarrollar más episodios. Y encima aumenta el número de capítulos a 13, porque no nos engañemos: la segunda y tercera temporada son una única, solo que dividida en dos para alargar el éxito.
Netflix tuvo la oportunidad de hacer historia con una de las miniseries más auténticas de los últimos tiempos, y terminó sorprendiendo por todo lo contrario: destrozando su legado en tres actos.
El principal problema de las nuevas temporadas de 'El juego del calamar', que probablemente se repita en el spin-off 'El juego del calamar: América', no es que sean malas por sí solas, que tampoco lo son, sino que se diluyen y traicionan el espíritu original de la serie. Lo que antes era una crítica feroz al capitalismo más salvaje y la desigualdad social, ahora se ha convertido en un espectáculo que se alimenta de sí mismo, obsesionado con el fan service y con elevar la violencia como espectáculo sin un propósito del todo claro.
Ni siquiera las pruebas están tan bien diseñadas como en aquella primera temporada. Cada prueba estaba cargada de simbolismo, la tensión era real, los personajes humanos y con varias capas y la dirección de Hwang Dong-hyuk era sobresaliente. Sin embargo, en las nuevas entregas, toda esa intención desaparece y el guion cae en el cliché, los nuevos personajes carecen de profundidad y el protagonista, el jugador 456, es una especie de caricatura de sí mismo, en especial en una tercera temporada en la que únicamente remonta en sus minutos finales.
En cuanto a la narrativa, su estructura sufre mucho el hecho de tener 13 capítulos: episodios inflados, con tramas secundarias innecesarias y una investigación en el exterior que da vueltas, literalmente, sobre lo mismo. Un ritmo desigual que no se observaba en una primera temporada mucho más adictiva y rápida, centrada e interesante. Incluso los juegos, que deberían ser el corazón del espectáculo, pierden fuerza: ya no sorprenden ni perturban, solo están ahí para convertirse en una parte más del espectáculo.
Supongo que Hwang Dong-hyuk no estará satisfecho con el resultado final de 'El juego del calamar', aunque sí contento por todo el dinero que ha ganado con la serie, y ganará a partir de ahora con sus incontables spin-offs que se desarrollen, entre ellos 'El juego del calamar: América' y la adaptación en formato programa de la mecánica central de la serie.
Netflix convirtió una obra de autor, con alma, en una saga de éxito global pensada para generar merchandising, spin-offs y otras tantas adaptaciones como imaginen. El programa reality show basado en 'El juego del calamar' es tan solo una prueba más de esa industrialización que caracteriza a la plataforma de streaming.
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