No os engaño: entré en Katla porque la premisa de la serie parte de un volcán en erupción ubicado en Islandia; me encantan las series de catástrofes, y el tráiler que tuve la oportunidad de descubrir en YouTube me llamó sobradamente la atención por esta razón. Ahora bien, lo que no tenía yo tan claro era que esta serie islandesa me iba a atrapar por su loca premisa y su introspección a una sociedad como la de este país que tan desconocida nos parece por estar aislada en esta enorme isla.
Obviamente el presupuesto de esta ficción es mucho menor al que pueden tener grandes producciones internacionales, pero al igual que la belga Into the Night lo logró, esta vuelve a demostrar que menos es más, y que lo que verdaderamente importa es un guion que te mantenga enganchado (ya no solo que sea bueno, sino que sepa dar con los giros correctos) y con ganas de ver más tras cada capítulo.
Ahora bien, como ocurre con otras series nórdicas, estamos frente a una obra mucho más lenta de lo habitual para gran parte del público; los misterios que le suceden a los protagonistas de Katla requieren su tiempo, y muchas veces querrás que la escena avance rápido para poder obtener respuesta. Y lo cierto es que en ocasiones no las tendrás porque sus creadores no buscan dártelas. En este sentido me recuerda un poco a lo vivido con The Leftovers, ficción de culto que finalizó sin contestar a muchas de las incógnitas que se abrieron durante sus tres temporadas, y mira que hubo tiempo.
“Un año después de la erupción de un volcán subglacial en Islandia, misteriosos elementos prehistóricos emergen del hielo derretido, lo que acarrea consecuencias inesperadas para nuestros protagonistas”. No dejéis pasar la oportunidad de disfrutar de Kotla, la primera serie original islandesa de Netflix.
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