Sorpresa en los principales platós de televisión de España. Daniel Sancho ha sido condenado a cadena perpetua por la justicia tailandesa después de quedar probado el asesinato premeditado y posterior desmembramiento a Edwin Arrieta. El cirujano colombiano fue asesinado a manos de Daniel Sancho según la sentencia publicada a lo largo de la mañana de ayer, causando un enorme revuelo en la prensa española.
Lo más indignante de todo es que lejos de utilizar una narrativa centrada en la víctima y en las consecuencias de su asesinato, muchos programas están centrándose en la 'dura vida' que le va a tocar vivir tanto a Daniel Sancho como a su familia, Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo como padres. Convierten a la víctima, en verdugo (si no hubiera sido asesinado, no habría condena), y al verdugo, en víctima (pobre hombre, que no va a pisar más la calle).
¿Qué intereses pueden existir en los programas de televisión de España para cambiar por completo el papel de Daniel Sancho en toda esta historia? ¿Por qué no se confía en la justicia tailandesa como sí se hace en la española? ¿Tiene algo que ver la nacionalidad del asesino y del asesinado?
Cuando hablamos del caso Daniel Sancho, podemos hacerlo desde varias perspectivas. Desde la judicial, es la investigación que ha durado algo más de un año y que ha finalizado con el joven español siendo condenado por asesinado premeditado. Sin embargo, desde una perspectiva televisiva, el caso Daniel Sancho es la cobertura que se ha realizado en programas de actualidad, tertulias y magacínes.
Desde un principio, una buena parte del tiempo se ha dedicado en exclusiva a poner el foco en Daniel Sancho y en su familia, cuyo padre es el actor Rodolfo Sancho, y cuyo abuelo es el también intérprete Sancho Gracia, ya fallecido. Hablamos de un joven privilegiado cuya narrativa en televisión ha sido generada con inteligencia: "hombre blanco viaja a Tailandia por negocios y acaba envuelto en un asesinato", primero premeditado tal y cómo él confesó a las autoridades, después "por defensa propia", según argumenta su defensa.
Es evidente que la televisión española ha adoptado el punto de vista de Daniel Sancho por cuestiones de nacionalidad. Edwin Arrieta, el cirujano colombiano asesinado, no es un personaje de interés para la audiencia nacional. Así de simple y triste. La prensa se ha esforzado en hacer todo tipo de programas y especiales acerca de las prisiones en las que pasará el resto de su vida Sancho, las condiciones en las que vive en estos momentos, relatos de testigos, testimonios de sus abogados, empeñados en defender a su cliente (como obliga la Justicia, por otro lado)...
El papel de la familia de Edwin Arrieta ha sido muy pequeño en nuestra televisión. En España, han participado poco, siempre desde el respecto, y en muchos casos a través de su representación legal. Sin embargo, en Colombia sí que han recibido la atención que merecen como auténticas víctimas del crimen.
La televisión debe aprender ya de una vez por todas la lección. Aún peor fue la cobertura del caso Wanninkhof, que esperemos nunca más se vuelva a repetir. Una investigación judicial plagada de errores alentada por una historia popular creada por los propios medios de comunicación. Dolores Vázquez Mosquera fue declarada culpable por un jurado popular de la muerte de Rocío Wanninkhof Hornos; años más tarde, el caso se reabrió demostrando que Dolores no había estado implicada. Sin embargo, su orientación sexual atrajo la atención de una prensa que cargó contra ella en todo momento.
En el caso Daniel Sancho no ha ocurrido esto, pero sí algo parecido. ¿Cuál será el triste futuro de un joven español, en los horrores que encierran las prisiones tailandesas? ¿No será posible librarle de la cadena perpetua? Ahora bien, ¿qué hay de Edwin Arrieta? ¿Por qué la prensa no se ha esforzado en narrar este caso desde el enfoque adecuado, desde el de la víctima? Muchas preguntas que hoy día no se pueden responder abiertamente, pero que generan un debate mediático de lo más interesante.
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