Antes de la reciente serie de Netflix, la saga de libros sobre Geralt de Rivia tuvo una versión cinematográfica que, por suerte, pasó mucho más desapercibida. En 2001 las novelas de Andrzej Sapkowski fueron convertidas en una película llamada “Wiedźmin” en Polonia, el país de origen del autor. Aunque el título podría traducirse como “The Witcher”, la cinta se lanzó al mercado internacional con el nombre de “The Hexer”. Este seudónimo fue el principal responsable de que la primera adaptación sobre el brujo no llamase la atención de sus fans, pero los motivos que hicieron que la cinta cayese en el olvido fueron otros.
“The Hexer” fue estrenada en 2001 y, tal y como era de esperar, no gozó de la misma popularidad que la reciente serie de Netflix. La razón fundamental por la que la película no consiguió alcanzar el éxito de su sucesora es simple; resultaba imposible que esta producción polaca contase con el presupuesto del que dispone el gigante del streaming. La evidente falta de medios no solo se traduce en la ausencia de estrellas internacionales como Henry Cavill; la caracterización y los efectos especiales de los que hace gala la cinta son más propios de una función teatral de primaria que de una saga de fantasía épica.
En esta adaptación podemos ver a un Geralt, bastante menos fornido que Cavill, que en vez de usar su mítica espada para lidiar con los monstruos, se enfrenta a ellos con una katana, como si de un samurai se tratase. Monstruos que, por otra parte, lucen un aspecto tan terrible que parecen estar deseando que alguien les libere de su sufrimiento. Entre todas estas aberraciones destacan un Duny que se asemeja al diseño descartado de “Sonic”; y un dragón dorado que bien podría ser el final boss de un juego de Nintendo 64. Si además de esto, también tenemos en cuenta que la película se estrenó al mismo tiempo que “La Comunidad del Anillo”, el resultado final de “The Hexer” solo puede calificarse de catastrófico.
“The Hexer” fue pensada originalmente como una serie pero, tratando de sacar el máximo partido a su inversión, los responsables del proyecto decidieron recortar el metraje de sus 13 episodios en tan solo 2 horas para poder estrenarlo como un largometraje. El director Marek Brodzki, que curiosamente fue ayudante de dirección en “La Lista de Schindler”, decidió emitir la serie en la televisión polaca un año después, en 2002. Aunque la temporada completa resultaba más coherente que su versión recortada, la mala reputación que se ganó la película fue un obstáculo que los espectadores no pudieron superar, lo que desembocó en la inevitable cancelación de la serie después de su primera entrega.
Siendo realistas, la modesta producción de Brodzki no tiene mucho que ver con la ambiciosa adaptación de Netflix, pero los fans que esperan con ansias la segunda temporada de “The Witcher” pueden encontrar cierto consuelo en esta extraña ficción que, al contrario que los blockbusters de Hollywood, se caracteriza por llevar un ritmo pausado y presentar diversas metáforas sobre la condición humana. Lástima que, al ser pronunciadas entre tantos esperpentos digitales, no puedan ser tomadas muy en serio.
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