Hace ya unos 18 años que la franquicia Animal Crossing llegaba a las GameCube de todo el mundo para sorprender a miles de jugadores gracias a poseer todo un mundo persistente que utilizaba el reloj interno de la consola para adaptarse a la fecha y hora reales. Desde aquel estreno, la franquicia ha pasado por numerosas plataformas (incluidas tanto consolas de Nintendo como dispositivos móviles) con un puñado de entregas. Y ahora nos llega Animal Crossing: New Horizons, el videojuego con el que la franquicia se estrena en la exitosa Nintendo Switch.
Antes de entrar en materia con el análisis como tal, es de recibo remarcar que Animal Crossing: New Horizons es un juego enorme, en el que el contenido poslanzamiento juega un papel fundamental, puesto que se ha confirmado que a través de diversas actualizaciones irán llegando eventos y otro tipo de novedades. De esta forma, debéis tener en cuenta que este análisis únicamente cubre el contenido de Animal Crossing: New Horizons hasta el día 16 de marzo dentro del videojuego; aunque posteriormente os traeremos muchas más novedades y detalles.
Una isla de ensueño
Animal Crossing: New Horizons tiene un punto de partida muy similar al resto de la franquicia. En esta ocasión llegamos a una isla completamente desierta como parte del plan de asentamiento de Tom Nook. La isla se convierte en nuestro patio de juego y desde el primer momento nos damos cuenta de una de las principales evoluciones de la franquicia: New Horizons lleva la personalización hasta el extremo.
Animal Crossing pone en nuestros manos la capacidad de controlarlo todo de una manera mucho más profunda que hasta ahora. Ya en el momento de la llegada a nuestra isla se nos obliga a escoger, no solo dónde se ubicará nuestra casa, sino también la de los dos vecinos que llegan al pueblo. Y así con cada uno de los vecinos que llegue a nuestra nueva isla de ensueño, ya sean simples habitantes o regentes de alguno de los edificios especiales.
Pero, como ya adelantábamos en nuestras impresiones, la personalización en el videojuego va mucho más allá de colocar los edificios de nuestra isla. Animal Crossing: New Horizons da un paso hacia el sandboxmás puroy permite modificar el terreno para crear una isla a nuestro gusto, permite reubicar y redecorar la práctica totalidad de la isla y, sobre todo, permite crear diseños propios para prácticamente todo.
Animal Crossing: New Horizons hace de la sensación de calma y poca prisa que ha caracterizado siempre la saga el mayor de sus pilares. El juego no solo nos permite, sino que nos insta a que perdamos el tiempo y gastemos minuto tras minuto, hora tras hora, hasta que absolutamente todo quede a nuestro gusto. Es posible dejarlo todo a nuestro gusto y, siendo sinceros, se trata de un auténtico placer para los más perfeccionistas.
Tal vez uno de los pocos peros que le podamos poner a la obra se encuentra en que, si bien nuestra isla es un mar de posibilidades, las islas a las que podemos (y debemos) viajar para encontrar objetos diferentes a los de nuestra isla no ofrecen nada especial. Tal vez se arregle con un parche más tarde, pero en nuestra experiencia nos hemos encontrado con que las islas a las que viajamos tienen diseños muy limitados (son unas 4 o 5 y se repiten) y no ofrecen grandes novedades puesto que en la práctica totalidad de ellas nos encontramos con los mismos recursos que tenemos en nuestro hogar.
Esencia Animal Crossing
Las modas pasan, los tiempos cambian y la tecnología permite a los videojuegos ir adaptándose a los gustos de los consumidores a lo largo del tiempo. SIn embargo, Nintendo demuestra con cada videojuego que lanza que es capaz de hacer todo esto, de adaptar perfectamente sus obras a los tiempos que corren, sin cambios drásticos y, sobre todo, sin que cada videojuego pierda su esencia. Y Animal Crossing: New Horizons es un nuevo ejemplo de ello. Un título que, pese a algunos cambios y mejoras, sigue haciendo de la sensación de calma su principal pilar.
En un mercado en el que las cajas de botín, los juegos como servicio y las mecánicas que no van dirigidas a divertir sino a enganchar son la norma, Animal Crossing: New Horizons vuelve a apostar por un videojuego de objetivos difusos, de final poco inexistente y una vida prácticamente infinita. Más allá de cualquier cambio o mejora, New Horizons sigue siendo capaz de transmitir calma con todas sus mecánicas.
Y debemos tener esto muy claro cuando nos enfrentamos al juego. No se trata de ser capaces de optimizar el tiempo, no se trata de poder llevar a cabo decenas de tareas y recados en un solo día; se trata de hacer poco a poco cada una de ellas, con mimo y disfrutando de cada segundo, dejándolo todo perfectamente a nuestro gusto. Incluso el pago de nuestras deudas a Tom Nook (sí, sigue siendo recurrente como no podía ser de otra manera por parte de ese usurero) es algo que podemos hacer a cómodos plazos y como mejor nos venga.
Cazar insectos, encontrar regalos, recolectar fósiles, talar árboles, recoger fruta, conseguir piedra y minerales, buscar conchas marinas o simplemente entablar amistad con algunos animales. Todas estas son mecánicas perfectamente adaptadas a la fórmula Animal Crossing, con una tremenda simpleza jugable pero que, de alguna manera y con la magia del juego, resultan divertidas y agradables. Y siempre hay más de un frente abierto. ¿Que hoy ya no nos apetece coger más fruta? Pues seguro que algún vecino nos pide piedra para algo o necesitamos más madera para construir lo que queremos.
Porque sí, la construcción y crafteo son otros dos pilares en Animal Crossing. Ya sean puentes para conectar con comodidad las diferentes zonas de la isla o simples elementos decorativos con los que adornar nuestro hogar, Animal Crossing: New Horizonspone a nuestra disposición cientos de objetos que podemos construir. Para ello necesitaremos recoger recursos y, de nuevo, sin comerlo ni beberlo nos vemos envueltos en una espiral, en un bucle jugable, que es absolutamente delicioso y nos mantendrá ocupados durante decenas si no centenas de horas. New Horizons rescata lo mejor de Animal Crossing y vuelve a convertirse en un increíble pozo al que tirar horas y horas de nuestra vida.
Pero debemos tener en cuenta que, como ocurre con todos los videojuegos (y, en general, con todo en esta vida), no se trata de algo hecho a gusto de todo el mundo. Es obligatorio que entremos a New Horizons con la intención de gastar mucho tiempo, de tomarnos las cosas con calma y disfrutando de los pequeños detalles. Porque, de lo contrario, lo que nos encontraremos será un videojuego frustrante.
Pese a la mejoría en algunos detalles que hacen a la obra algo más cómodo (lo que se suele llamar calidad de vida), Animal Crossing: New Horizons sigue siendo muy fiel, en ocasiones tal vez demasiado, a sus principios. Los menús e inventarios siguen siendo fuente de quebraderos de cabeza, y muchas acciones han de repetirse de manera injustificada. Por ejemplo, es posible mover y romper algunos elementos del escenario si comemos hasta 10 frutas, y debemos comernos todas ellas de una en una, entrando cada vez al inventario, seleccionando la opción de comerla y tragándonos después toda la animación.
Cabe remarcar que este detalle, que puede ser molesto, no empaña en absoluto la experiencia. Y no lo hace porque es algo que va en consonancia con toda la obra. No debería importarnos perder 20 segundos porque no estamos en una carrera. Animal Crossing: New Horizons nos da todo el tiempo del mundo para hacer las cosas con una calma absoluta; y en respuesta simplemente nos pide que no nos frustremos con algunos de estos detalles.
El mejor Animal Crossing en lo visual
Animal Crossing: New Horizons supone un gran salto en lo visual respecto a las anteriores entregas. A nivel técnico se trata de una obra que da un gran paso adelante respecto a las principales entregas de la franquicia, que no llegaban a una consola de sobremesa desde 2008. Pero es a nivel artístico donde parece que se ha dado el mayor salto. La paleta de colores, los modelados y la estética de todo le da un toque de alegría y de calma que le sienta a la perfección al videojuego.
El paso de las estaciones, los días y las noches y la forma en que todo ello afecta al terreno y a la flora y fauna nativas es simplemente una gozada a nivel visual. De esta manera, Animal Crossing: New Horizons aprovecha a la perfección y permite exprimir su modo foto. Por su lado, la banda sonora y efectos de sonido vuelven a no ser llamativos pero siguen apuntalando esa sensación de calma, ese bienestar del que Animal Crossing hace gala una vez más.
En cuanto a lo técnico, nos encontramos con un videojuego que rinde a la perfección. Sin tirones, fallos gráficos o bugs importantes, el único pero que le podemos poner a la obra es poseer unas pantallas de carga (al entrar y salir de edificios o al cambiar de isla) que en modo portátil pueden antojarse un poco largas. Nada especialmente reseñable pero que, a fin de cuentas, te obliga a dejar la consola durante unos cuantos segundos para, en ocasiones, tener una estancia más corta dentro del edificio que la propia pantalla de carga.
En cuanto a la duración, como ocurre ya con entregas anteriores, resulta prácticamente imposible decidir cuándo acaba Animal Crossing: New Horizons. Desde nuestra experiencia podemos aseguraros que, tras más de 50 horas de juego centradas en el avance, tenemos la sensación de haber tocado la práctica totalidad de mecánicas pero estar solo rascando la superficie. Queda mucho por hacer, deudas que pagar y toda una isla que redecorar para que demos por finalizada nuestra aventura por estos nuevos horizontes a los que Nintendo nos lleva. Y todo ello sin contar con los eventos y actualizaciones que irán llegando. ¡Todo un festival de horas en el que derrochar tiempo de nuestras vidas!
Conclusiones
Animal Crossing: New Horizons es un videojuego que no llega para reinventar la rueda y que, por suerte y pese a que la franquicia podría pedirlo a voces, huye del concepto actual de juego como servicio y sigue siendo fiel a una filosofía de diseño muy marcada. La calma, el 'buen rollo' y el amor por los detalles siguen siendo los cimientos sobre los que Nintendo construye una experiencia deliciosa y capaz de atraparnos y divertirnos durante decenas y decenas de horas.
Precioso en lo visual, divertido en lo jugable y completamente personalizable en todos los aspectos, Animal Crossing: new Horizons es, posiblemente, el mejor videojuego de la franquicia. Sus novedades son suficientes para justificar la nueva entrega, pero suficientemente sutiles para que cualquier fan siga encontrándose en esta nueva isla como en casa.
New Horizons es el punto de partida perfecto para cualquiera que quiera iniciarse en la saga gracias a sus mejoras en materia de calidad de vida. Si ya habéis probado esta fórmula en el pasado y no os gustaba, lo cierto es que este videojuego no tiene ningún cambio significativo que pueda enamoraros en esta ocasión. Pero, por suerte y por encima de todo, si sois fans de Animal Crossing: New Horizons es una obra imprescindible que os dará horas y horas de ese tipo de diversión pausada y calmada que es tan difícil encontrar.
Nintendo lo ha vuelto a hacer y Animal Crossing: New Horizons no solo nos lleva a nuevos horizontes, sino que lleva a nuevos horizontes tanto la franquicia como el género. Un puñetazo sobre la mesa con una obra sobresaliente que se coloca desde ya mismo entre lo mejor del catálogo de Nintendo Switch.
Animal Crossing vuelve con una entrega completa, pulida y llena de mimo que, sin perder la esencia y filosofía de la franquicia, es capaz de resultar un paso adelante en muchos aspectos
Jugabilidad
Gráficos
Duración
Novedades
Jugabilidad simple, divertida y adictiva
Libertad total para hacer y deshacer a nuestro gusto
Capacidad de personalización total
Mantiene la esencia y filosofía de Animal Crossing
Videojuerguista, lector y cinéfilo desde que tengo uso de razón. Hablo de videojuegos, cine, series o lo que me dejen. Incondicional del RPG clásico, lo indie y el wéstern. Me gustan los números y puedes encontrarme con una raqueta en la mano.