De manos del estudio independiente The Moonwalls llega a nuestros PCs Bohemian Killing, una de esas propuestas que, simplemente por lo diferentes que son del resto, ya se merecen al menos un pequeño vistazo. En este caso nos encontramos con un título oscuro ambientado en el París del siglo XX que nos pone en la piel de una persona sometida a juicio por un asesinato y que debe tratar, a cualquier costa, de salir impune de dicha situación. Un juego en el que sus responsables afirman que hay cientos de posibilidades y en el que nuestras decisiones sí tienen importancia. ¿Queréis saber cuál es el resultado de esta original mezcla? Acompañadnos en este análisis para descubrirlo.
En Bohemian Killing nosotros somos el acusado, nosotros conocemos la historia y la verdad, y es que durante los primeros 3 minutos (literalmente) de juego, mientras aprendemos las mecánicas básicas, tendremos que asesinar a una mujer. Ahora bien, la policía ha descubierto varias pruebas que apuntan a nuestra culpabilidad, así como diferentes testigos afirman habernos vistos en determinadas condiciones en horas y lugares muy concretos. ¿Nuestra misión? Revivir los acontecimientos durante el juicio, es decir, recrear de nuevo toda la historia desde el principio para que esta encaje con todas las pruebas, pero apunte a un culpable distinto.
Tendremos libertad total para hacer que las cosas parezcan totalmente distintas desde un principio, podremos movernos a nuestro antojo por el escenario e incluso podremos llegar a hacer creer al juez que estamos locos y que este estado mental nublaba nuestro juicio cuando cometíamos el crimen: la decisión está en nuestras manos. El objetivo, como podéis ver, es ir recorriendo y explorando el escenario en el que tienen lugar los hechos para descubrir pruebas que nos hagan parecer inocentes mientras encubrimos nuestras mentiras de cara al juez, personaje que, por cierto, de vez en cuando nos preguntará algunas cosas que nuestro personaje responde de forma automática.
Sin embargo, estos cientos de posibilidades que los responsables de Bohemian Killing prometen se quedan bastante reducidas, y nos damos cuenta pronto. El escenario es realmente pequeño y simplemente está compuesto por unos metros de calle con un restaurante, el piso en el que vivimos (del cual podemos acceder tan solo a unas pocas viviendas) y un hotel que sí corresponde la zona más grande. A pesar del tamaño, cabe destacar que hay pantallas de carga siempre que entramos a un edificio o una habitación, cortando bastante el ritmo de la narrativa.
Otro gran problema es que, a pesar de ser un pequeño mundo abierto, nuestro protagonista hará comentarios acerca de todas las acciones que realiza, tales como "usé las escaleras", "después abrí la puerta", etcétera, como si realmente se lo estuviera contando al juez. A priori no parece mala idea, pero después de patearnos todo el escenario, acabaremos aborreciendo terriblemente estos comentarios repetitivos hasta la saciedad y que no tienen ninguna importancia.
Además de todo esto y a pesar de la simplicidad de las mecánicas, que tan solo incluyen movernos, interactuar con el entorno, mirar la hora y acceder a la ayuda que el juego nos proporciona; los controles son realmente malos. Nos moveremos bastante lentos incluso cuando vayamos corriendo, lo haremos de forma poco precisa, y gracias a Dios que no hay que pegar tiros, porque el apuntado es horrible y hará que nos cueste incluso apuntar el cursor a un objeto con el que interactuar.
La falta de posibilidades reales que os comentábamos más arriba no viene propiciada solo por el hecho de que el escenario sea bastante reducido, sino también por el propio defecto de alternativas. Sí, podremos tratar de reproducir la historia fielmente, explorar todo el escenario pasando de los sucesos y mentir o hacer cosas extrañas y simular que estamos locos; pero en realidad, cuando juguemos la segunda partida y tratemos de hacer las cosas de un modo diferente a la primera, nos daremos cuenta del poco contenido que hay. No hay demasiado que ver ni que hacer, más allá de movernos e interactuar con las mismas cosas una y otra vez, haciendo que el juego acabe resultando repetitivo antes de completar todos sus finales (incluso antes de completar el 50% de ellos).
Y, por si os preguntáis cuánto dura una partida, podremos completarla en algo más de 2 horas teniendo en cuenta que nos esforcemos en explorar y escuchemos atentamente todas las conversaciones; si ya hemos completado alguna partida y simplemente buscamos hacer un cambio en algún momento concreto, es difícil que exceda la hora y media. En total hay 8 finales distintos a los que accedemos a través de determinadas acciones muy concretas y que harán que nos preguntemos para qué sirve todo lo demás. ¿Las acciones tienen repercusión? Sí, pero hasta cierto punto, y es que en muchas ocasiones podremos actuar de una forma completamente extraña sin que ocurra nada, siempre y cuando no interfiramos con una de esas acciones importantes que son las que cuentan.
En cuanto al apartado visual, poco se puede decir que no estéis viendo en las imágenes. Una ambientación como el París de la primera mitad del siglo XX podría dar mucho de sí, pero tanto las texturas como los modelados e incluso la iluminación de Bohemian Killing nos dejan con un sabor de boca muy amargo. Y no es que sea simple en este aspecto, es que es malo, pareciendo un título que bien podríamos haber visto en acción hace 10 años y que no resulta para nada agradable a la vista.
Por su parte, la banda sonora empieza muy fuerte, con un tema inicial que, durante el menú principal, nos conseguirá encandilar. Pero, al igual que el resto del juego, pronto nos daremos cuenta de que tan solo era un pequeño brillo de grandeza, un reflejo de lo que podría haber sido, y es que a los 5 minutos la banda sonora ya habrá pasado de intensa a pesada y repetitiva.
Además de todo esto, el juego cuenta con unos cuantos bugs con los que nosotros nos hemos quedado atascados en puertas, hemos empezado a movernos de arriba a abajo como si flotáramos en el suelo, hemos visto algunos detalles a través de las paredes e incluso se nos han cambiado los controles momentáneamente (al pasar una de las pantallas de carga volvían a la normalidad). Todo esto no hace sino aumentar esa sensación de desaliño que deja Bohemian Killing en nosotros.
En resumen, Bohemian Killing es una de esas ideas magistrales que hacen que los ojos se te iluminen en cuanto la visualizas en tu cabeza. Sin embargo, todo lo que no es la idea resulta un fiasco bastante grande, y es que esta se ha llevado bastante mal a la práctica. Con unos gráficos muy desfasados, un escenario minúsculo, menos posibilidades de las que se nos pintan y un buen puñado de bugs, Bohemian Killing pasa de ser ese desconocido que nos puede encandilar a un juego muy mediocre que podría merecer una oportunidad si fuera free-to-play.
Personalmente, no puedo recomendar su compra a nadie ya que, aunque no es caro, su duración y lo que ofrece a lo largo de ella deja bastante que desear. Solo espero que The Moonwalls aprenda de sus fallos y siga trabajando para traernos ideas tan geniales como la que esconde Bohemian Killing con un resultado mucho más pulido y trabajado.