''Rectificar es de sabios'' es un dicho que me parece tramposo por un motivo concreto: ser capaz de admitir que estás equivocado con algo no solo tiene que ver con una cuestión de sabiduría, sino también de humildad. En este sentido, he tardado un total de 3 años en deconstruir la capa de ego que uno tiene cuando lleva más de 25 años jugando a videojuegos. He tardado, quizás más tiempo del que me gustaría, en admitir que Pokémon es la host**.
Pero también creo que todo esto sería imposible sin otro acto extra de sinceridad: no soy un pokemaníaco. No era ese chaval a una Game Boy pegado y no empezaba peleas en el patio del colegio porque Antonio, quien claramente era un repelente, se había quedado con mi tazo en una partida justa. No soy ese al que estás leyendo si esperas un experto en la franquicia. Tan solo soy una persona a la que le han demostrado que estaba completamente equivocado con Pokémon Escarlata y Púrpura.
Piensa mal y acertarás... solo que esta vez no
Siempre he pensado que Pokémon nunca había sido para mí. Siempre con la idea en la cabeza de que me estaría subiendo tarde a un tren que ha salido de la estación hace varios años. Pokémon era para mi hasta que analicé Espada una especie de quimera: un ser mitológico del que escuchas hablar a una tribu que, en lugar de tomar ayahuasca para tener un viaje espiritual, consumen píxeles para volver a ser niños una vez más.
Paldea es, en este sentido, una región que ha provocado un misterioso efecto en mi corazón: nunca había jugado a Pokémon hasta Espada, pero me he sentido como si hubiera estado toda la vida haciéndolo. Pokémon Escarlata y Púrpura lleva al extremo lo que se supone que debías sentir al ver a Ash Ketchum salir de su pueblo en busca de aventuras y ligas en las que perder constantemente en la final hasta que el fanservice acabase haciendo su magia este mismo año.
El mundo de Paldea es denso y está saturado de situaciones por vivir. Para mí, la experiencia de jugarlo se ha dibujado dentro de mí como una cadena de sucesos en los que siempre estaba ocurriendo algo; siempre aparece un nuevo bicho que capturar, siempre aparece un nuevo entrenador dispuesto a darte amablemente su dinero después de ver como su equipo es oneshoteado... Paldea siempre está viva.
Esto último es importante por el contraste que surgía en mi cabeza con respecto al sentimiento que me nace ante algunos juegos de mundo abierto: odio los que se conforman como un patio de actividades intrascendente donde no se le puede ver los límites al mapa. Odio que me hagan perder el tiempo con tareas inconexas entre sí. Y, precisamente, ahí es dónde me equivoqué rotundamente con Pokémon Escarlata y Púrpura tras probarlo hace unas semanas para mis impresiones.
Lo que realmente hace que el cielo de Paldea brille con un azul especial o que las briznas de hierba bailen al son de una brisa reconfortante es que todo lo que tienes que hacer en el juego va hacia una misma dirección: hacerte sentir como un entrenador Pokémon. Escarlata y Púrpura es un juego, en este sentido, sin distracciones; dónde todo gira en torno a lo que tiene que girar: ser el mejor que habrá jamás.
Te gustará Pokémon Escarlata y Púrpura sí...
Eres fan de la saga de toda la vida ✅
No eres fan de la saga, pero te pica la curiosidad entrar ✅
Te gustan los juegos de mundo abierto ✅
Te gusta crear estrategias con las estadísticas y otras mecánicas en combates de tipo RPG ✅
Paldea está viva... pero tú también
El planteamiento que tanto se aventó en el marketing que giraba a Escarlata y Púrpura en cuanto a que podrías afrontar las tres sendas (gimnasios, legendaria y Equipo Estrella) como te viniera en gana es, literalmente, cierto. Y quiero remarcar la palabra ''literalmente'' porque no quiero que se banalice la valentía que Game Freak ha mostrado al darle a mucha gente lo que pedía.
Independientemente de si se trata de un acto de altruismo y de escucha activa a los fans o de ''me tenéis la cabeza como un bombo con el tema del mundo abierto, tomadlo y dejad de darnos el coñazo'', la estructura de Escarlata y Púrpura funciona a la perfección porque se sincroniza con lo que el juego quiere hacerte sentir. Vas a vivir tú aventura como entrenador Pokémon... eres tú quien decide qué hacer en cada momento.
Pokémon Escarlata y Púrpura tiene una magia difícil de describir
Obviamente, existen ciertas restricciones que tienen que ver con la fórmula RPG como tal: si quieres partirte la cara con un rival cuyo equipo te supera en 30 niveles lo puedes hacer y no conseguir más que frustración. Pero más allá de eso Paldea es la representación máxima de libre albedrío. Paldea significa libertad.
Pero y los gráficos ¿qué? ¿EH, EH?
Aquí es dónde tengo que romper la magia del momento para entrar al fango a pelear, aún a riesgo de pensar que el charco es más profundo de lo que parece, saltar de cabeza y partirme el cuello en el intento. Lo diré claro y directo: los gráficos en los videojuegos... los gráficos en los videojuegos me dan igual.
Os estoy hablando de que no me importa lo más mínimo con qué definición se vea lo que hay en la pantalla, siempre y cuando mis ojos puedan distinguir bien lo que está ocurriendo en ella sin que mi cerebro tenga que hacer un esfuerzo extra en el proceso. Ahora bien; que no me abrume que Pokémon Escarlata y Púrpura no sea un portento técnico (a veces ni decente en según qué cosas), no implica que no me apetezca ver algo bonito.
En este sentido; ¿Se ve feo Escarlata y Púrpura? La respuesta corta es no. La respuesta larga es que, a pesar de los modelados a lo lejos de NPCs que se mueven a 2 FPS para ahorrar recursos, a pesar de que los personajes tengan unas animaciones sacadas de un corto amateur stop motion de LEGO; Paldea es un lugar hermoso.
No te gustará Pokémon Escarlata y Púrpura sí...
Buscas un juego que tenga una trama profunda ❌
Le das más importancia a cómo se ve un juego que a cualquier otro apartado
Te da pereza afrontar una experiencia de mundo abierto grande ❌
Conclusión
Quizás estemos ante un análisis menos metódico de lo que había intentado en un principio, pero no he podido evitar contaros qué me ha parecido el juego desde el corazón y no desde la cabeza. Los sistemas clave de anteriores entregas están ahí: las incursiones, los huevos, las bayas. También algunos nuevos como la teracristalización y otros secretitos que es mejor que descubráis por vuestra cuenta. Pero cómo vas a quedarte con lo específico cuando quedas cegado al mirar hacia la lejanía del horizonte; cómo vas a hacer hincapié en si este Pokémon está mejor o peor balanceado que otro cuando, en su conjunto, Paldea es deslumbrante
En este sentido, me acabo de levantar y poner la mano sobre el corazón adoptando la postura del clásico meme de Dragonite para deciros, sin un solo atisbo de ironía, las siguientes palabras: Escarlata y Púrpura es NUESTRO Pokémon... sintámonos orgullosos y orgullosas de cómo se nos ve desde fuera.
Pokémon Escarlata y Púrpura es el intento exitoso de llevar decenas de años de tradición a las nuevas fórmulas de diseño. Es la prueba viviente de que todo cambio es una oportunidad peligrosa de avanzar. En este sentido, los riesgos que ha corrido Nintendo han salido bien: la novena generación dará de qué hablar durante años. Paldea no es la representación viviente de una cultura, sino de quienes formamos parte de ella. Cuánto orgullo siente uno al saber que pertenece a un lugar que es visto con tanta belleza desde fuera. Que viva Pokémon... Que viva Game Freak y la madre que los parió.
Gráficos
Duración
Jugabilidad
Sonido
El nivel de dificultad está bastante bien ajustado al ofrecerte libertad de acción
Los modelados de los Pokémon de esta generación son increíbles
Paldea es una región en la que siempre tienes las manos ocupadas con algo
El salto de la saga al género del mundo abierto es todo un acierto
Las escasas opciones de personalización de nuestro avatar
En lo técnico es un juego que flojea en bastantes aspectos
La trama del juego vuelve a desaprovechar el potencial que tiene
Algunas pruebas de examen de los gimnasios son un poco sosas
Crecí rodeado de naturaleza y campos de trigo, pero con la cabeza llena de historias sobre dragones y planetas lejanos. Después me hice psicólogo para poder fascinarme con las historias de los demás.