Análisis Effie: Una afable aventura clásica
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Análisis Effie: Una afable aventura clásica

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Los juegos nacientes de PlayStation Talents, la iniciativa proveniente de la división española de la consola de Sony, continúan dando de qué hablar. Gracias a este programa, hemos tenido la oportunidad de disfrutar de obras de cuño nacional como Way of Redemption, Noahmund, Melbits World, Disembodied, entre múltiples otras que han afianzado el evidente crecimiento de la industria en España. 'Otras' entre las que también encontramos a Effie, la producción de Inverge Studios.

Así, pues, nos encontramos ante un videojuego que, combinando acción en tercera persona, rompecabezas, plataformas y un planteamiento abierto, nos convida a la variante más clásica de las aventuras: la narración de un héroe que ha de salvar a un pueblo del mal. Se trata de una proposición simple que, afable por momentos, molesta por otros, ofrece un título con tantas luces como sombras, cuyo intento de abarcar múltiples elementos ha convergido en una reducción de su alcance más óptimo.

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Una historia de brujas y escudos mágicos

El argumento es, como dejábamos entrever anteriormente, uno que sigue la filosofía ancestral del bien contra el mal. En esta ocasión, encarnaremos a Galand, un hombre convertido en anciano por la maldición de una bruja, en una campaña que es narrada por el protagonista en retrospectiva a Effie, su nieta. Así, pues, su misión, en un principio personal, se convierte en una búsqueda del bien mayor a petición de los Ancianos Protectores, un consejo de entidades de gran poder que prometen regresarle su juventud tras recoger tres Gemas del Mal y acabar con la hechicera que asola a los Llanos Rojos de Oblena.

Para lograrlo, a nuestro héroe se le confiere un escudo mágico llamado Runestone, el cual será su guía, égida, arma y principal aliado en toda la travesía. De este modo, viajaremos a lo largo de las planicies carmesíes para encontrar los puntos donde reside el mal en una epopeya que, si bien goza plenamente de sentirse como una verdadera aventura, carece de sustancia argumental en sus principales puntos clave. En tal sentido, tanto los personajes como el propio desarrollo de los hechos son sumamente planos, exhibiendo una simpleza que convierte al guion en una excusa para la jugabilidad antes que en un hilo narrativo y que, sin resultar molesto ni obstaculizar el entretenimiento, se torna aún más soso a medida que nuestra trayectoria avanza.

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Sumando géneros

En donde se intenta atribuir más peso de la propuesta del equipo valenciano es, sin lugar a dudas, en el componente lúdico de la obra, en donde se demuestra un mayor énfasis por lograr un acabado más completo. Así, apostando por una aventura de acción en la que influyen plataformas, combates y rompecabezas, Inverge aboga por condensar los elementos fundamentales de cada uno de estos parámetros en un mismo proyecto, sin embargo, a costa de limitar considerablemente el alcance de sus mejores resoluciones y dejándonos, entonces, un producto que logra lo positivo en ciertas facetas y rebasa lo negativo en algunas otras.

Dentro de las primeras, por su lado, hemos de enumerar tanto las plataformas como los puzles. Si bien, aseguramos en primera instancia para aquellos que deseen un reto, son estructuras sumamente sencillas que no supondrán parapeto alguno, resultan entretenidas y amenas, en especial porque varían entre sí a lo largo de las tres zonas principales a las que acudiremos -con algunas secciones opcionales en el extenso mapa por el que libremente deambularemos-. Y es que, desde activar palancas en un orden específico según estímulos ambientales hasta perfeccionar nuestros saltos con un contador de tiempo a nuestras espaldas, los desafíos son afables y pueden ofrecer una grata experiencia, mas no resulta nada rompedor dentro del género.

En contraparte, Effie también ostenta enemigos y, por ende, un deleznable sistema de combate con el que enfrentarlos. Este, desafortunadamente, es mediocre y plano, con un repertorio de movimientos y adversidades muy limitado que reduce cada enfrentamiento a momentos de sumo tedio entre las secciones que sí brillan de forma independiente. El juego asimismo cuenta con una estructura de niveles compuesta por runas que están dispersadas en todas las zonas, no obstante, a pesar de que sí estimulan la exploración, forman parte de un 'todo' mayor que no es entretenido y no divierte; en realidad, al igual que los coleccionables al estilo de Dark Souls que pretenden dar un contexto argumental al que es difícil encontrarle interés, el flujo del periplo se ve entorpecido, restándole calidad como tal.

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Un placer visual y kinestésico, aunque errático

En donde no podemos hacer más que alabar el trabajo de la desarrolladora es en su faceta artística, pues aquí es donde alberga el acabado más impoluto de todos los ámbitos del videojuego. El diseño de los personajes y los enemigos son bastante entrañables, mas el verdadero protagonista es el pueblo de Oblena ya que, con sus rojos y vastos parajes, resulta una verdadera delicia movernos entre ellos. Mención especial, por consiguiente, a lo divertido que es desplazarnos con Runestone bajo nuestros pies, y es que el escudo también sirve como tabla de surf para agilizar la transición entre los puntos de interés que nos ofrece el mapa de una manera elogiable.

Obviando tales afirmaciones, la creación carece de un componente técnico que lo respalde al mismo nivel que su propuesta específicamente visual ya que, desde las hitboxes de los enemigos hasta los frames, incluyendo esporádicos crashes durante nuestra toma de contacto con la obra, el funcionamiento del título no es el más adecuado; aspecto que, una vez más, dificulta el correcto fluir de la aventura. Por ende, aunque no son patologías que conviertan la entrega en un producto injugable, el global de su valoración sí que se ve menguado, encausando el veredicto hacia uno con sentimientos encontrados.

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Divertido, pero pretencioso

En conclusión, Effie es una buena aventura, pero no tanto un buen videojuego. Es imperativo separar ambas calificaciones ya que, mientras que por un lado resulta divertido disfrutar del viaje de Galand a lo largo de las aproximadas cinco horas que puede tomarnos culminar su historia, por otro no es entretenido lidiar con aquellos factores que, en el descuido de intentar abarcar más de lo que se debería, quedan relegados a una calidad menor.

Por lo tanto, recomendar su adquisición es complicada, pues sería indispensable apreciar más lo que ofrece como experiencia que como medio de entretenimiento. No nos convida a un desafío, ni a un sistema de progresión que dote al título de rejugabilidad, ni a una historia que se siga con profunda atención, aunque sí a unas andanzas que, antes por cuestiones artísticas que por mecánicas, es posible guardarles cariño.

Redactado por:

Politólogo a tiempo completo, economista a tiempo parcial. Asiduo al medio interactivo por su capacidad de hacernos vivir las historias, no contarlas. Joven venezolano amante de Bad Bunny, Itachi y los RPGs que busca cooperar en la evolución de una industria huérfana de horizontes.