Análisis Shadows: Awakening
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ANÁLISIS

Análisis Shadows: Awakening

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El género RPG no es sólo uno de los más longevos de la industria sino, también, de los más amados. Al conferirnos la potestad de encarnar a un avatar completamente personalizable, se nos permite vivir una serie de épicas que van de la  mano de cotas de inmersión e interacción únicas entre sus símiles, en especial por la libertad que se nos otorga. Sin embargo, ¿qué sucede cuando, en lugar de escoger una única clase, se nos da la oportunidad de desenvolver todos los roles con un mismo avatar? Ocurre que obtenemos Shadows: Awakening, la obra de Games Farm y Kalypso Media que, pese a sus notorios inconvenientes, es una magnífica representación de la acción y las aventuras.

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Buscando en las ruinas del pasado la respuesta del futuro

Los acontecimientos de esta epopeya comienzan cuando presenciamos un ritual de invocación. En él, un mago desconocido trae de las Sombras a un miembro demoníaco de los denominados Devoradores, entes capaces de unir sus almas con una persona fallecida y gozar de su poder, a quien encarnaremos durante la travesía. Luego, después de diversos sucesos, encuentros y mucha información, nos veremos en la obligación de atar nuestro destino a un cadáver, el cual alterará la percepción del universo tanto desde el punto de vista argumental como desde el prisma jugable. Así, escogeremos entre Kalig, el Rey Bandido, quien fuese líder del Gremio de Acero-; Jesker, el Jabalí Salvaje, quien luchó en las Guerras de la Adhesión; y Evia, la Hija del Fuego, princesa del imperio garuliano heredera del título de Diosa-Emperatriz.

Una vez seleccionado nuestro recipiente principal, el verdadero objetivo de esta historia no se establecerá sino hasta varias horas avanzadas en la misma. En esencia, el viaje estará dirigido a evitar que los miembros de la Penta Nera, una agrupación de élite perteneciente a la Orden del Velo, cuyo fin primordial era, y es, la erradicación de toda religión y símbolo que la represente, logren materializar sus planes de destruir el universo como, paulatinamente, lo iremos conociendo. En aras de lograrlo, nuestro Devorador irá creciendo en poderío no sólo de manera individual sino, especialmente, con la inclusión de múltiples marionetas a su repertorio, un aspecto que le agregará diversos niveles de profundidad mecánica y contextual a la obra.

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De esta manera, los sucesos que experimentaremos durante las más de 20 horas que puede durar la campaña principal –con una mínima dosis de exploración secundaria; el juego tiene gran densidad de contenido- estarán condicionados según los personajes que formen parte del grupo. En líneas generales, el más determinante es el primeramente escogido pues estos, en vida, tuvieron sus respectivos contactos, enemigos y destrezas, y estas se traducirán en su nueva aparición en el mundo terrenal. Debido a ello, viviremos inéditas interacciones con el universo que nos rodea tanto por misiones como por personajes, y es que gran parte del quid argumental radica en descifrar el pasado para poder lograr encontrar las respuestas del presente. Claro está, hablamos de una realidad sumamente destacable que agrega varias capas de rejugabilidad a la ecuación, en especial cuando sumamos la participación de todos los personajes que podremos consumir a lo largo de la más que interesante cruzada.

En estos términos, los únicos traspiés que sufre Shadows: Awakening recaen en dos características: primero, y como quizá habrán podido apreciar –aunque ha sido resumido en magna medida-, la compleja forma en que se nos introduce a tantos nombres, agrupaciones y hechos históricos, lo cual causa que sea enrevesado tomar el hilo de la trama; y, segundo, la ausencia de peso en la toma de decisiones. El detalle inicialmente comentado, si bien molesto, no posee tanta relevancia debido a que se disipa con el tiempo pero, en relación al siguiente, teniendo en consideración que nos hallamos ante un juego de rol, sí resulta inadmisible. Aunque las realidades del universo cambian según qué personajes estamos manejando en el momento, asimismo es cierto que las decisiones que tomemos durante la historia principal son meramente anecdóticas, y es que su trascendencia en el desenvolvimiento del destino es básicamente inexistente. Esto, si bien queda parcialmente paliado debido a la grata atención que genera el guion, va en contra de uno de los aspectos fundamentales del género, que es la adjudicación de un papel que nos permita modificar nuestro entorno según nuestros actos.

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Más acción que rol, pero rol a fin de cuentas

Siguiendo la línea de lo resaltado con anterioridad, es importante reafirmar que el título ante el que nos hallamos está más dedicado a la parte de la acción que al propio rol. Claro está, posee mecánicas inherentes al género que lo llevan a pertenecer a él, sin embargo, a diferencia de símiles como Divinity: Original Sin II o Pillars of Eternity II: Deadfire, no presenciaremos una carga tan abismal en términos de dimensión argumental. Esto, lejos de ser un punto positivo o negativo, es tan sólo una aproximación más similar a Diablo III que a los anteriormente destacados, pues Games Farm ha decidido abogarse más a lo que supone el acto en sí de combatir que del trasfondo que este conlleva, lo cual agradará más o menos según el jugador que juzgue.

De este modo, es igual de relevante afianzar que el estudio ha logrado un trabajo más que cumplidor en lo que a jugabilidad respecta. Básicamente, nuestros personajes contarán con tres habilidades activas y hasta 10 pasivas que irán desbloqueando conforme van subiendo de nivel, esto a su vez lográndose mediante la erradicación de enemigos y la completación de misiones, tanto principales como secundarias. Al mismo tiempo, cada nivel nos ofrecerá cinco puntos para distribuirlo entre diversos atributos, cada uno correspondiendo a mejoras pasivas diferentes según si se es Cazador, Mago, Guerrero o Demonio, siendo estas las clases que componen el repertorio disponible y que, cabe realzar, están muy bien diferenciadas entre sí.

Simultáneamente, de forma paulatina iremos descubriendo armamento que empoderará aún más las facultades de los héroes a nuestra disposición, contando así con un sistema de rareza similar al de la creación de Blizzard en el que se dividen los objetos por tiers -comunes, mágicos, legendarios y demás-. Aun así, al igual que las esenciaspiedras que otorgan bonificaciones al incrustarse en los objetos-, no sólo podremos conseguirlos mediante los enemigos sino también a través de los comerciantes, quienes se hallan dispersados en las ciudades y asentamientos de todo el mundo. Este, por su parte, está estructurado por cinco zonas principales que poseen sus respectivos mapas individuales, los cuales están interconectados por portales que sólo el Devorador puede utilizar conocidos como los cenotafios, quienes representan la última mención importante antes de entrar en el verdadero atractivo de la producción: la alternancia de protagonistas.

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Un asombroso síndrome de personalidad múltiple

Y es que, efectivamente, lo que hace destacar en demasía a Shadows: Awakening es su sistema de marionetas. A través de una transición instantánea y casi imperceptible, el Devorador podrá cambiar de personaje para disfrutar de habilidades completamente diferentes en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, el propio demonio es una mención aparte pues este no vive en el mismo plano que sus encarnaciones, por lo que los enemigos que enfrenta, al igual que el mapa que presencia, son diferentes a los de la realidadserá necesario usar la perspectiva del impío personaje para descubrir secretos y nuevos caminos, siendo indispensable para la resolución de los interesantes rompecabezas que tendremos que descifrar-. Así, encontramos no sólo una gran variedad de enemigos a enfrentar sino que, teniendo en cuenta que el tiempo en el contexto de los personajes se detiene cuando el Devorador es quien está siendo utilizado, se le agrega un toque táctico a la fórmula, siendo este exponenciado por el sinfín de poderes que pueden ser combinados.

Siendo más precisos, es importante subrayar una vez más que cada héroe tendrá 3 habilidades a su disposición. Este número puede sonar nimio en primera instancia, no obstante, realmente hablamos de 12 habilidades debido al rápido acceso a cada personaje, pudiendo así combinar una gama de poderes con diferentes efectos que darán como resultado batallas tan vistosas como épicas y estratégicas. Inclusive, muchos de estos skills están dedicados a ofrecer beneficios al grupo en general y, una vez arrojados, podremos cambiar de personaje para fusionar efectos y crear devastadores conjunciones de poder. En momentos así, es cuando el proyecto toma su mejor forma, en especial cuando hemos de enfrentar alguno de los magnos jefes finales que nos harán frente durante toda la historia.

Así, pues, aclaramos que, en las dificultades más altas, esta clase de sinfonías es indispensable para alcanzar la victoria. No sólo es a través de ella que se viven los combates más entretenidos y deslumbrantes del juego sino que, además, es necesario disponer de una variedad adecuada de combos para la ofensiva y la defensiva. En base a esto –la búsqueda de nuestro propio arquetipo de marionetas-, junto al sistema de botín y de niveles en general, se vuelve un juego adictivo, el cual nos puede mantener más de media docena de horas seguidas atados a la pantalla sin siquiera percatarnos de ello. Si sumamos la búsqueda de nuevos personajes –siendo 14, siempre estarán todos al mismo nivel, sin importar cuándo los desbloqueemos- , la notoria gama de subtramas y la diversión de la acción, hallamos un producto redondo en horas de entretenimiento, lo cual es merecedor de un resalto particular.

Sí, todos provienen del mismo avatar

Las herejías nunca habían sido tan agradables a la vista

Otro de los vértices fundamentales en la orquestación de Shadows: Awakening es su deposición estética. Como en todo juego, mas especialmente en los RPGs, la ambientación forma parte íntegra de la aventura, pues el telón de fondo es tan importante como las figuras estelares. De esta manera, no sólo encontramos un amplio abanico de estampas como catacumbas, poblados, metrópolis, desiertos, bosques, pantanos, nevadas, reinos demoníacos de otras dimensiones y sucesivos sino que, estableciendo una definición que aplica a cualquiera, cuentan con un nivel de diseño destacable. Y esta misma descripción puede adaptarse a los enemigos, a los personajes principales y sus armaduras y a los vistosos poderes, pues todos cumplen su labor en hacer que lo visual sea grato para el sentido óptico. Mención especial para la banda sonora, en la cual radica gran peso en la creación de ambiente.

Una lástima, entonces, es la decepción que supone lo técnico, en donde no hallamos un resultado tan elogiable. Junto a una IA que puede ser mucho mejor y a constantes bajones de frames, el más grande problema que experimentamos durante la campaña fueron regulares crashes que atrofiaron el ritmo de la partida. Si bien podemos guardar en cualquier momento y hay un sistema de autoguardado, en ocasiones tales errores implicaron tener que recorrer nuevamente secciones de alta dificultad, lo cual arruinó la experiencia global.

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Imperfectamente destacable

Shadows: Awakening no es perfecto. Se nos introduce mal a la historia, el peso de nuestras decisiones es, salvo excepciones, inexistente, tendremos que recorrer los mapas ya visitados más de lo que nos gustaría y los parones, especialmente, son molestos en suma magnitud, por lo que hay varias fallas a tener en cuenta al momento de adquirirlo.

Sin embargo, sus aspectos positivos son mucho más imperiosos que los negativos. La historia es interesante, sus mecánicas de combate son muy entretenidas, la alternancia de protagonistas –y lo que ello implica en varios niveles- es una idea magníficamente ejecutada, los aspectos roleros le dan un carácter adictivo, la ambientación y lo sonoro son una dupla sobresaliente –incluyendo las voces, ya que el doblaje es genial-… En síntesis, una obra excelente que recomendamos a cualquier amante de las aventuras, de la última entrega de Diablo y de la acción plural y desenfrenada.

Redactado por:

Politólogo a tiempo completo, economista a tiempo parcial. Asiduo al medio interactivo por su capacidad de hacernos vivir las historias, no contarlas. Joven venezolano amante de Bad Bunny, Itachi y los RPGs que busca cooperar en la evolución de una industria huérfana de horizontes.