Análisis Super Man Or Monster
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ANÁLISIS

Análisis Super Man Or Monster

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Cuando Turtle Rock Studios publicó Evolve en 2015, cualquiera que consideraba su adquisición tenía como principal aliciente una misma característica: su premisa. Un título peculiar que, a diferencia de la parcial totalidad de la industria interactiva, ofrecía un multijugador asimétrico, permitiendo así que los usuarios de ambos bandos mostrasen una perspectiva distinta de un mismo enfrentamiento. Más allá del éxito que aunó, o no aunó, la singular creación, lo cierto es que dejó una estela que afectarían a diversos juegos, llegando a influenciar creaciones como Dead by Daylight y, más recientemente, Super Man Or Monster, la producción de Xform Games que, el día de hoy, comparece ante nosotros para detallar qué tiene por ofrecer su llamativa, aunque efímera, propuesta.

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Mecánicamente fugaz

Siguiendo las doctrinas del título en línea anteriormente resaltado, esta aventura nos sitúa en una campaña doble que nos permite escoger entre ser un humano y enfrentarnos a los monstruos que asedian las ciudades o ser una malévola abominación que hará lo posible por erradicar los asentamientos que se crucen en su camino. Cada una de las travesías cuenta con treinta misiones diferentes, y ambas muestran un objetivo y aproximación jugable diametralmente adversa a su opuesto, sin embargo, cabe destacar que, obviando la leve frescura que supone el doble enfoque, éste no logra erigirse de forma sólida, especialmente por lo rápido que la sensación de monotonía se hace presente.

En tal sentido, Super Man Or Monster exhibe un planteamiento sencillo desde los dos prismas que no logra enganchar en demasía. Desde un principio, se nota el encanto que la maquinación destila ya que existe una entrañable sensación de entretenimiento que surge de lo interesante de su estructura, no obstante, de manera vertiginosa y exponencial, la misma comienza a desaparecer sin retomar su cauce inicial pues no ostenta el contenido suficiente para impulsar al jugador a continuar, carencia que lapida en gran magnitud lo bueno que, invariablemente, presenta al consumidor.

Siendo más específicos, la dupla depone una composición similar: se cumplen las misiones, se obtiene una mayor o menor cantidad de dinero al completarlas según qué objetivos secundarios se han cumplido y se expenden los ahorros comprando arsenal de fuego o poderes -para el humano y el monstruo, respectivamente, los cuales se desbloquean paulatinamente al avanzar-, consolidando así un ciclo que no se detiene hasta que se culminan ambas campañas. Nuevamente, enfatizamos que es en la génesis del título donde se halla su punto más álgido, pero la constante exposición a sufragar un mismo menester una, y otra, y otra vez -los cuales varían de forma prácticamente imperceptible, obviando lo estético que es donde sobresale- merma con notoriedad lo atractivo del producto, inhibiéndolo de convertirse en un arcade como los de antaño: afable y adictivo.

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Esbozos de goce

Pese a que se presencian argumentos que buscan avalar nuestra estadía en sus confines, como coleccionables o la progresión que supone cada misión para aumentar nuestro poderío general, eliminar un gran dinosaurio o acabar con Moscú no son eventualidades lo suficientemente fuertes como para atarnos por mucho tiempo. Sí, disparar a Godzilla mientras volamos mediante un jetpack a lo largo de toda una urbe haciendo uso de un ejército compuesto por tanques, helicópteros y similares es atractivo; y, sí, expedir bolas de fuego o gases mortíferos y asestar magnos golpes contra rascacielos y demás también resulta grato; sin embargo, ninguna puede hacer frente con igualdad de potestad al inexorable tedio que, tarde o temprano, hace cesar la diversión tajantemente.

Aun así, las limitantes recalcadas con anterioridad se separan de la variante multijugador que ofrece el juego. A través de la modalidad de pantalla partida, podremos retar a un amigo a un duelo sin pretensiones ni complejidades, tan sólo enfrentados asimétricamente en un contexto donde cada uno alberga sus propias ventajas y falencias, aspectos cuyo dominio será imperativo para poder salir avante en cada contienda. Aunque no extermina por completo aquéllo que causa fastidio en el jugador, la posibilidad de experimentar la obra bajo tal cosmovisión es realmente agradable; un hecho que, a pesar de que no hace un contrapeso a sus deficiencias, permite dar un vistazo más positivo a la labor de Xform.

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Distanciado de su musa

Super Man Or Monster se inspira en Evolve, pero la decantación por lo simple ha sustraído lo que hace de él un modelo para cierta índole de videojuegos. Aunque las representaciones de capitales como Buenos Aires, Madrid, Dublin, Bruselas, Amsterdam, etc., tienen grandes cotas de calidad, y a pesar de lo entretenido que puede llegar a ser su multijugador, queda determinado que recomendar su adquisición es una acción arduamente complicada porque no tiene mucho por ofrecer y, de modo simultáneo, lo que otorga no es plenamente bueno, y ello lo relega a ser una entrega anecdótica antes que algo más.

Redactado por:

Politólogo a tiempo completo, economista a tiempo parcial. Asiduo al medio interactivo por su capacidad de hacernos vivir las historias, no contarlas. Joven venezolano amante de Bad Bunny, Itachi y los RPGs que busca cooperar en la evolución de una industria huérfana de horizontes.