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Análisis Zelda: Tears of the Kingdom - La mejor secuela de la historia
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ANÁLISIS

¿Es The Legend of Zelda: Tears of The Kingdom el mejor videojuego de los últimos 10 años? Personalmente, yo diría que sí. Pocas veces en la historia de los videojuegos, una secuela ha levantado tantas expectativas, y entiendo que la sombra de BOTW es muy alargada, pero debo reconocer que no estaba preparado para un juego de estas magnitudes. Un juego que definirlo es limitarlo a un puñado de palabras que no le hacen justicia.

Ha sido un largo camino para llegar hasta este punto y después de echarle más de 80 horas, en las que he podido redescubrir Hyrule de principio a fin, solo puedo levantarme del asiento; quitarme el sombrero y dar las gracias a Aonuma, Fujibayashi y su equipo por darnos lo que no sabíamos que queríamos y lo que definitivamente necesitábamos.

Tears of the Kingdom es un videojuego tan grande, tan ambicioso y tan inspirado, que me deja claro que este análisis no será suficiente para abarcar todo lo que ofrece, y que estos seis largos años de espera desde aquel increíble Breath of the Wild que salía en 2017 han merecido muchísimo la pena.

Una historia legendaria que deja las emociones a flor de piel

Y quiero empezar por el principio, con un arranque del juego que es toda una declaración de intenciones. Directo al grano y sin medias tintas, ha pasado un tiempo ya desde las aventuras que vivimos en Breath of the Wild y Link y Zelda se embarcan en una nueva aventura. Y con estos primeros minutos de juego ya podemos tener una cosa muy clara: la historia va a ser uno de los puntos más fuertes de esta secuela.

Una historia que desde el minuto uno te atrapa y no te suelta, que te deja los pelos de punta y las emociones a flor de piel cada vez que ves una nueva cinemática. Por lo tanto, no creo que sea exagerado afirmar que sí, esta es la mejor historia que nos ha dado la saga Zelda, además de ser la más épica y emotiva.

No quiero daros muchos detalles al respecto porque para ello debería entrar en spoilers, y prefiero que descubráis la narrativa vosotros mismos este mismo viernes 12 de mayo sin saber nada de antemano. Pero lo que sí que diré es que no era consciente de lo mucho que echaba de menos a Ganondorf, y no os hacéis una idea de lo increíble que es tenerlo de vuelta tras tantos años desde su última aparición en Twilight Princess. De verdad, los fans de la saga vais a disfrutar esta nueva historia y os vais a emocionar como con ninguna de las anteriores.

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No sabía lo mucho que necesitaba que Ganondorf volviese a aparecer en la saga principal hasta que empecé a jugar Tears of the Kingdom. ¡El mejor villano está de vuelta!

Un mapa de Hyrule que vuelve a tener un papel protagonista

Y a pesar de que la historia que nos quiere contar este Tears of the Kingdom es muy buena, y los personajes que la protagonizan están cargados de carisma, quién sigue teniendo un gran protagonismo en el juego es el propio mundo, el reino de Hyrule. Y es que el mapa ahora se expande verticalmente, y es mucho más denso que el que ya conocimos en Breath of the Wild. Además de que ahora se siente mucho más vivo, y veremos más frecuentemente a los habitantes del reino recorriendo los caminos o llenando las calles de los núcleos urbanos.

De primeras el mapa se me hacía bastante similar. Tenía algunos claros cambios bastante notables, obviamente, pero fue una segunda charla de más de una hora que tuve con otros compañeros de prensa sobre nuestras primeras impresiones con el juego la que me permitió ver con más claridad lo profundo, denso e inmenso que es su mundo. Todos habíamos invertido más o menos el mismo tiempo jugando al juego, pero la partida de cada uno había sido totalmente distinta, y la cantidad de contenido y libertad que nos ofrecía el título se palpaba en la disparidad de experiencias vividas de cada uno.

Me cuesta creer que el equipo de Aonuma y Fujibayashi hayan sabido rellenar el mapa de forma tan inteligente para que, a pesar de que todo tenga un regustillo tan familiar que nos recuerda a nuestra aventura en Breath of the Wild, parece que estamos ante un mapa totalmente nuevo. Es inevitable, por tanto, sentir que te invade la emoción cuando estás subiendo por la Montaña de la Muerte y de repente oyes el tema musical de la Ciudad Goron, o cuando recorres las pasarelas del Poblado Orni mientras el sol se pone en el horizonte y los miembros más jóvenes de la tribu no dejan de corretear de un lado para el otro.

Era en estos momentos en los que me daba cuenta realmente de lo mucho que necesitaba volver a Hyrule y sentir una vez más la paz que me transmite el simple hecho de quedarme quieto, observar el paisaje y escuchar una música que siempre me alegra el día. Para mí regresar a este mapa tan conocido y a la vez tan distinto ha sido volver a sentirme como cuando tenía solo quince años y empezaba por primera vez una aventura inolvidable en Breath of the Wild, y que terminó haciendo que se convirtiera en mi videojuego favorito. Por tanto, creo que ya os hacéis una idea de lo mucho que os va a gustar redescubrir Hyrule si ya os gustó hacerlo la primera vez cuando sus pueblos y aldeas aún no gozaban de tanto bullicio.

Y es que es en esa mezcla perfecta de familiaridad y novedad en la que Tears of the Kingdom encuentra su propia identidad y se aleja de la entrega anterior. Algo que se nota mucho en el Fuerte Vigía, por ejemplo, un nuevo asentamiento hyliano en el que a medida que vas avanzando en la aventura llegan más viajeros de todas las razas, llenándolo así de vida. Y en el que, por cierto, encontramos un refugio que casi inconscientemente recordará a la Tasca de Telma de Twilight Princess a aquellos más fans de la saga. Lo siento, como fiel defensor del primer The Legend of Zelda que jugué, debía mencionar esto o no me habría quedado a gusto.

Y de hecho, una de las cosas que más me han gustado es que Tears of the Kingdom tiene muy presente en todo momento que es una secuela, pero al mismo tiempo sabe que eso no es algo que lo limita, sino que es una oportunidad para expandir más y más en todos los aspectos que lo definen. Las referencias al anterior juego me han gustado tanto que tengo que mencionaros al menos una: la de los monumentos a los fallecidos en la guerra del cataclismo que podemos encontrar en el Bastión de Akkala y la Muralla de Hatelia, dos lugares en los que quienes sean más fans del lore del primer juego sabrán que se libraron grandes batallas.

¡Trabajar de periodista, preparar las elecciones municipales, y otras secundarias que no te puedes perder!

Y si todo el mundo se siente más vivo, lo lógico es pensar que ahora tengamos aún más misiones secundarias. Porque la historia principal os va a enganchar y os llevará de un sitio para otro de Hyrule, pero saltarse las misiones secundarias de The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom debería considerarse delito.

En esta secuela hay un buen puñado que os van a sacar alguna sonrisa, y otras hasta os van a llegar directas a la patata. Y debo admitir que nunca pensé que trabajar de ayudante periodista de Penn, un orni que derrocha carisma allá por donde pasa, sería tan divertido. Supongo que eso se debe a que las bromas que se originaban entre los compañeros de prensa a partir de esta curiosa misión daban mucho juego. Al final es que es inevitable que te saque una sonrisa ver a Penn hablando de escribir artículos y sobre el rigor periodístico cuando trabajas de esto.

También se me hará imposible olvidar la misión secundaria del grupo de música que debes reunir para despertar a las grandes hadas. Y es que recuerdo que estaba jugando en mi habitación dispuesto a explorar cuando decidí aceptar la misión, y el oír a los músicos tocar para la gran hada me devolvió a esos momentos tocando la ocarina en Ocarina of Time o cuando debía seguir el compás de la lira de la diosa en Skyward Sword. Parecerá una tontería, sobre todo porque no era yo el que estaba tocando un botón para que sonara el instrumento, pero esta misión en concreto me ha hecho recordar lo importante que es la música en esta saga, y ya no concibo volver a jugar otra partida sin pasar por estas secundarias tan buenas que a veces hasta parecen principales.

¡La combinación perfecta entre puzzles y exploración, que dan como resultado una aventura legendaria!

A las pocas horas de empezar la partida terminé bajando de la Isla de los Albores y llegué a la llanura de Hyrule, y justo en ese momento se encendió en mi interior la chispa de la curiosidad. Fue al instante. ¿A dónde voy ahora? ¿Qué razas debería visitar primero? ¿Y si voy a esa torre extraña que veo a lo lejos? ¿Debería completar ese santuario Zonnan que he visto o lo dejo para más tarde? ¿Y si me construyo un coche con la ultramano?...

Todas estas preguntas y muchas más se me pasaron por la cabeza, y que un videojuego consiga eso en sus primeros compases, aun manteniendo la misma geografía que el anterior, para mí es un logro que tengo que aplaudir. El mundo en sí mismo, ahora más que nunca, es un gran puzzle. Y encuentra la mezcla perfecta entre la exploración y los puzzles para que Tears of the Kingdom se convierta rápidamente en un videojuego excelente.

Así pues, una de las primeras cosas que hice fue acercarme a uno de los nuevos santuarios zonnan que había en esa llanura. Quiero deciros que, por motivos obvios, antes de analizar Tears of the Kingdom volví a jugar Breath of the Wild (porque no había manera de aguantar el hype) y completé 50 santuarios Sheikah. Por lo que cuando se me presentó el primer santuario Zonnan en la cara tenía miedo de que me aburriese de ellos después de completar unos pocos. Pero para mi sorpresa y agrado, los puzzles que estos me presentaban eran mucho más imaginativos e interesantes que los que jugamos en Breath of the Wild, hasta el punto que completar santuarios fue una de las cosas que más me divertían en las primeras horas de juego y más me motivaba a explorar el mundo. Además de que siempre estaba esperando la oportunidad de cruzarme con algún compañero para preguntarle como había completado cierto santuario o como había resuelto ese puzzle que se me había encallado.

Y claro, si hablo de los santuarios también toca hablar de los templos, porque lejos quedan las bestias divinas ya. Y digo esto porque, a pesar de no ser malas mazmorras como tal, cuando me metí en el primer templo de Tears of the Kingdom tuve clarísimo que ya no había vuelta atrás, y que este era el modelo de mazmorra a seguir en el futuro de la saga. En concreto, no pude despegar los ojos de la pantalla hasta que terminé el Templo del Viento, el primer templo al que llegué. Y es que los desafíos tan interesantes y divertidos que me ofrecía me atraparon antes de que me pudiese dar cuenta. De repente, al entrar en cada nuevo templo me invadía ese sentimiento de estar completando una mazmorra clásica de la saga que tanto echaba de menos.

¿Y qué pasa con las islas celestes y las cuevas?

Pues la verdad es que, a pesar de que en los avances parece el gran atractivo del juego, creo que el juego se guarda bastantes más sorpresas bajo la manga que os van a gustar mucho más que lo que proponen las islas celestes. Suelen presentar desafíos interesantes, y hay algunas que están realmente inspiradas -como la Refinería de Zonnanio-, pero sí que es verdad que no son tan grandes como imaginaba. Eso sí, planear entre las nubes es algo realmente mágico, sobre todo si te construyes una especie de jet zonnan como lo hice yo.

Quienes realmente cobran bastante protagonismo en esta secuela son las cuevas y el subsuelo de Hyrule. Tampoco voy a entrar en mucho detalle para no estropearos del todo la sorpresa, pero yo en mi partida era incapaz de ver una cueva y no meterme directamente en su interior para descubrir qué se ocultaba en sus profundidades. ¿Habría una nueva pieza de armadura? ¿O un nuevo tipo de enemigo?

The Legend of Zelda conoce a... ¿Dark Souls?

Y hablando de enemigos, yo es que a la mínima que me pongas un poco de variedad de enemigos ya me tienes, pero es que creo que en Tears of the Kingdom vi más tipos de enemigos en las tres primeras horas de juego que en todo Breath of the Wild.

Que si Bokoblins, que si Árboles impostores, que si todo tipo de Gólems creados por los Zonnan, hay un gran abanico de enemigos esperándoos en el Hyrule de esta secuela, y si tengo que quedarme con uno solo tendría que ser con los Horroblin, un nuevo tipo de enemigo que habita en las cuevas y a los que es divertidísimo hacerles bajar de las paredes a flechazo limpio.

Pero no os confiéis demasiado, porque cuando he escrito lo de que The Legend Of Zelda conoce a Dark Souls lo he hecho a conciencia, y me refería a la dificultad. Tears of the Kingdom no es un juego difícil, pero sí que vais a morir muchas más veces de las que lo hicisteis en la anterior entrega, ya que ahora los enemigos pegan más fuerte y resisten mucho más los golpes de Link. Y ya no os hablo de los jefes principales o los que puedes encontrarte por el mundo, porque decir que están muy guapos no les hace justicia.

Conclusión: ¿Merece la pena volver a Hyrule tras seis años de espera?

Las sensaciones que ha provocado en mi The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom han sido muchas y muy buenas. Pese a haberle dedicado muchísimo tiempo al juego, no me quito las ganas de seguir explorando y descubriendo todo lo que esta nueva Hyrule nos presenta, pues siento que todavía me queda mucho por descubrir.

Tears of the Kingdom es una obra magnífica, posiblemente una de las mejores secuelas de la historia y todo un regalo para todos los que hemos crecido con esta franquicia o simplemente la hemos amado en algún momento de nuestra vida. Esta secuela ha logrado no solo destacar por encima de la sombra de Breath of the Wild, sino que también ha creado y proyectado su propia luz. Una demostración de Aonuma del por qué siempre hay que confiar en ellos.

Quiero cerrar el análisis con una pregunta, ¿Qué nos depara el futuro después de Zelda: Tears of the Kingdom? Ahora mismo, la semilla que plantan con esta entrega es la de un juego excelente que ha sabido una vez más cambiarlo todo. Posiblemente, no volvamos a visitar Hyrule en 6 o 7 años más. Desconozco lo que harán, pero si me provocan las sensanciones que este Tears of the Kingdom, esos años habrán valido la pena. ¡Qué la diosa Hylia os proteja!

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The Legend Of Zelda: Tears Of The Kingdom

Analizado en Nintendo Switch

VideoGame
10
Puntuación Areajugones:
Excelente
Puntuación comunidad:
10 (2 votos)
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The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom se corona como la mejor entrega de la saga, abrazando tanto lo clásico como lo novedoso. Y consolidándose así como uno de los mejores videojuegos de mundo abierto y la definición más pura de una aventura legendaria.

Jugabilidad

Mundo abierto

Historia principal

Banda sonora

  • Una banda sonora que pone los pelos de punta, y un doblaje bastante bueno
  • El apartado artístico vuelve a brillar una vez más en esta secuela
  • Revisitar Hyrule es mucho más placentero de lo que esperaba
  • Las nuevas mazmorras y los santuarios están mucho más inspirados
  • La historia es la mejor de la saga hasta la fecha y hay momentos que te ponen los pelos de punta
  • Las nuevas habilidades de Link lo cambian todo
  • Unas pocas bajadas de fps eventuales, al usar las habilidades
  • Algunas habilidades, no relacionadas con el brazo de Link, que se desbloquean a lo largo de la aventura podrían ejecutarse algo mejor
Duración: Unas 40 horas (historia), más de 100 horas para completar todas secundarias y los santuarios
Jugadores: Un jugador
Idiomas: Voces y textos en castellano

Política de puntuación

Redactado por:

Crecí con Super Mario, pero ahora no puedo vivir sin la saga Zelda. Amante de los videojuegos, el cine y las series. A veces también se me puede considerar fanático de los Souls.