A lo largo de 2018, Blizzard llevó múltiples expansiones a Hearthstone, su afamada creación de cartas coleccionables. Cada una de estas trajo a la mesa diversas mecánicas, cartas, sinergias y mazos que, poco a poco, han configurado lo que es el metajuego del título a día de hoy. Sin embargo, una de las principales problemáticas que afrontó la producción durante todo el año fue la imparable hegemonía de clases como Paladín y Guerrero, héroes que, en líneas generales, para poder alcanzar su mejor versión, debían supeditarse a rígidos arquetipos, dejando la creativa y personal planificación de mazos, una vez más, como una ilusión. Esto, sin embargo, es un hecho que se extrapola a todos los campeones presentes en la producción, por lo que la constante sensación coercitiva de tener que utilizar los arquetipos competitivos -muy pocos en su haber- para poder obtener victorias con regularidad atacó a todos los usuarios.
No obstante, a principios de este mes se publicó el Ascenso de las Sombras, la última expansión del título. Suponiendo un cambio de paradigma en el enfoque que la desarrolladora había adoptado en los últimos meses, retomando una vez más el modelo de Aventuras a coste en lugar de pequeñas composiciones PvE, el estudio ha demostrado sus intenciones de renovar, nuevamente, el rostro que ofrece Hearthstone. Una renovación que no sólo se emplea desde el punto de vista estructural a través de modificaciones como la planteada con anterioridad sino, especialmente, mediante una reestructuración que da sentido a todos los sets que precedieron al más reciente. De esta manera, Blizzard toma todo lo incluido durante el año pasado y lo conjuga con nuevos elementos para ofrecer la génesis de lo que será, cuando menos, un 2019 muy prometedor, relevantemente gracias a una palabra clave: continuidad.
Cabe destacar que, temáticamente, el Ascenso de las Sombras se sitúa alrededor de la Legión del MAL, una agrupación de poderosos antagonistas que buscan asaltar a Dalaran, la capital de la magia. Esto se traduce en la reaparición de reconocidos personajes dentro de la propiedad intelectual como el Archiladrón Rafaam –de la aventura Liga de Expedicionarios-, Dr. Bum –de la expansión El Proyecto Armagebum-, Hagatha, la Bruja –de la expansión El Bosque Embrujado-, el Rey Togafloja –de la expansión Kóbolds y Catacumbas– y Madame Lazul; es decir, iconos de adiciones que, por los momentos, continúan en el formato Estándar. Esto, en lugar de abogar a la nostalgia, es más una declaración de intenciones por parte de la compañía: retomar el protagonismo individual que tuvo cada uno de tales contenidos y fusionarlos en una única expansión, la cual se extenderá a lo largo del año por medio de tres capítulos. Y no es casualidad, ya que el objetivo es ofrecer continuidad al sinfín de componentes que, por falta de apoyo, nunca fueron viables o funcionales ni, por ende, divertidos.
De esta manera, encontramos que arquetipos basados en los mechas, en el robo de cartas de otras clases, en los piratas, en los elementales, en los dragones y otros conceptos, tanto para mazos aggro como control e independientemente de qué tan viable hayan sido en los últimos sets, han sido revitalizados y dotados de nuevas herramientas que, primero, los colocan una vez más en el mapa gracias a la cantidad y variedad de las mismas y, segundo, son factibles para amasar partidas ganadas. Ahora, en lugar de encontrar cartas de un poderío tan abismal que son inclusión automática en todo mazo sin importar su forma de juego, Blizzard apuesta por ejemplares menos poderosos en la generalidad aunque igual de fuertes en la particularidad, invitando así a que los usuarios se enfoquen en mazos más precisos, con los pros y contras que ello conlleva. Consecuentemente, la variedad del metajuego ha aumentado, en especial por la rotación de sets como Caballeros del Trono Helado al formato Salvaje y, además, el paso de múltiples cartas de gran popularidad al Salón de la Fama.
Como no podía ser diferente, el Ascenso de las Sombras ofrece inéditos elementos en la fórmula para refrescarla, lográndolo con gran soltura. En esta ocasión, hallamos los denominados Lacayos, unos esbirros 1/1 con Grito de batalla, muy útiles para mazos agresivos y para aquellos basados en el fortalecimiento de esbirros de bajo coste de maná; los Hechizos doble, magias que generan una copia de sí mismas en una única ocasión, prácticos tanto para arquetipos tipo tempo que se benefician de la utilización de múltiples hechizos en un turno como para arquetipos tipo control dado el valor multiplicado de cada ejemplar; y los Complots, cartas que mejoran con el paso de los turnos mientras estén en nuestra mano, valiosas para cualquier estilo de juego dado su carácter adaptable.
Así, pues, la distribución de las 135 nuevas cartas pasa no únicamente por incluir las mecánicas recientemente añadidas sino, de modo simultáneo, integrar las vistas en el Bosque Embrujado, Kóbolds y Catacumbas, El Proyecto Armagebum y la Arena de Rastakhan, expansiones que, a diferencia de sus antecesores, no ofrecieron elementos lo suficientemente fuertes como para mantenerse en el tiempo. En tal sentido, no es sino hasta ahora, con la presencia del Ascenso de las Sombras, que muchas de las ideas anexadas el año pasado toman un verdadero protagonismo, aumentando en considerable medida el valor con el que cuentan tales sets y convergiendo en una actualidad muy saludable para los servidores de Hearthstone.
Sin embargo, asimismo es importante resaltar que se trata de una expansión sumamente cara en lo que a crear las cartas respecta. Diversos arquetipos, en sus versiones más óptimas, ameritan inversiones de hasta más de 10.000 unidades de Polvo Arcano, ya que la presencia de cartas épicas y legendarias es más que regular en la amplia mayoría de los mazos, desde los utilizados por los profesionales hasta los recomendados por el propio título. Incluso, si bien es cierto que existen reemplazos de menor costo para aquellos jugadores que no deseen invertir dinero real para adquirir paquetes, es también una realidad que nos encontramos ante una de las expansiones menos amigables con los usuarios free-to-play, quienes son los que notarán con mayor énfasis la ‘inflación’ que ha atravesado la obra.
Hechos como que siempre habrá clases predominantes y clases olvidadas son innegables, al igual que lo son la presencia de mazos tan poderosos que se replicarán en un sinfín de partidas para poder escalar rangos. Pese a ello, es una paralela realidad que el Ascenso de las Sombras es un muy acertado intento de Blizzard de ofrecer soluciones a aspectos que la comunidad de Hearthstone ha criticado durante mucho tiempo.
Ahora, muchas mecánicas han recobrado valor gracias a las nuevas sinergias, y los conceptos integrados con esta última expansión son de gran atractivo debido a su pluralidad de aplicaciones. Una vez más, los diseños visuales son magistrales y, como plausible añadido, la temática que los respalda y su proyectada continuidad a lo largo de este año guarda sumo potencial dentro de sí. Por lo tanto, nos sentimos contentos de poder recomendar el volver al juego a aquellas personas que, por las problemáticas enlistadas a lo largo del escrito, se hayan sentido disconformes con la obra, al igual que nos sentimos en la posición de vaticinar un Año del Dragón que, por los momentos, resulta ilusionante.
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