Aunque es uno de los géneros más longevos de la historia de los videojuegos, la índole estratégica es, y será, uno de los baluartes más atemporales y afamados dentro de la industria. Su inherente capacidad adictiva y de entretenimiento, gracias a mecánicas que generan un afán indescriptible en los asiduos a la táctica, la pericia y la gestión mesurada, hacen de su estirpe un hogar de obras clásicas por excelencia. Existe un sinfín de juegos que a ella pertenecen, sin embargo, títulos como Empires Apart, aunque no revolucionan el estilo ni ofrecen una experiencia nunca antes vista, logran ser agradables por diversas adiciones que los deslindan, en mayor o menor medida, de sus símiles, incluso más allá de continuar a la sombra de la inmensa cúpula de heraldos que ostenta la variante.
Continuando con lo previamente determinado, la producción se permite otorgar el entretenimiento que concede gracias no a ideales propios que surjan como innovación sino, en cambio, de los bien asentados dogmas que imparten los RTS que, hoy en día, son considerados los principales exponentes de la casta. Éste es uno de los detrimentos esenciales que suelen sufrir aquéllos que se incursionan en el mercado destacado sin convidar al público a una nueva experiencia, razón por la que publican obras que, sí, pueden ocupar horas de nuestro tiempo con mucha gracia, pero que nunca llegarán a lograr algo más.
Así, pues, la definición de la estructuración lúdica del juego es sencilla gracias al conocimiento ya aunado con el paso del tiempo. Como suele ser común, tendremos la oportunidad de escoger una civilización de entre diversas elecciones -los aztecas, los chinos, los franceses, los mongoles, los árabes y los bizantinos-, a través de la cual desarrollaremos una escaramuza contra uno o diversos adversarios en un mapa que, al inicio, permanece completamente opaco, y se irá descubriendo a medida que enviemos a nuestros exploradores para desvelar fuentes de recursos y la localización de los aposentos enemigos.
A tal respecto, dos aspectos que sobresalen muy positivamente de Empires Apart son su magnífico tempo y su variedad de aproximaciones. En relación al primero, es la potestad que confiere a los jugadores de decidir la velocidad de las partidas en base a su propio estilo de juego y a las capacidades que alberga la civilización escogida y, haciendo alusión al segundo, hallamos que DESTINYbit ha depuesto grandes esfuerzos en hacer que cada uno de los imperios se sienta completamente diferente de los demás, intento que han logrado con suma calidad y que, aunque no erradica la invariable reminiscencia que deja de productos como Age of Empire, agrega en más que destacable medida al global de su proposición.
Siendo más específicos, lo definido parte de determinadas eventualidades como que, por ejemplo, los chinos comienzan con un nivel tecnológico más alto que los demás pero, por otro lado, los mongoles cuentan con la peculiaridad de que pueden trasladar sus estructuras de un lugar a otro incluso después de haber sido construidas. Hechos como éstos se repiten, a su diversa manera, a lo largo de todas las agrupaciones, siendo así el principal motivo por el cual, aunque sean tan sólo unas pocas, el juego no adolece de monotonía por falta de opciones jugables, traspiés que ha marcado negativamente a muchas creaciones que lo anteceden.
Expandiendo aún más la panorámica que se posee sobre su marco mecánico, asimismo recordamos los preceptos que convergen en adiciones indiscutibles para los RTS. Árboles de habilidades que dan mejoras según la civilización y la clase de desenvolvimiento que se quiera adoptar, variedad de tropas y edificios que cumplen roles diferentes y en cuya armonía equilibrada radica la clave para la victoria, recolección y distribución de recursos para el correcto erigir de las sociedades… Enfatizamos: Empires Apart no inventa la rueda ni desvela un factor inédito sino que, en su lugar, se enfoca en ofrecer una experiencia entretenida que resulte en un equilibrio entre qué caracteriza a su legado y qué lo caracteriza como producto independiente, intención que sí se permite alcanzar.
No obstante a su incapacidad de hacernos experimentar sensaciones nunca antes percibidas, uno de los ámbitos dignos de elogio del juego es el visual. Distando de la regularidad, en la que las compañías insisten en lograr acabados complejos que emulen la realidad de manera fidedigna, DESTINYbit se decanta por materializar una óptica única mediante un estilo poligonal en el que prima lo artístico y lo colorido antes que la representación de la vida como la apreciamos. Gracias a ello, se consigue una composición considerablemente variopinta que no sólo resulta agradable al sentido sino que, asimismo, continúa demostrando los esfuerzos del estudio por mostrar una idea personal.
Es imperioso hacer hincapié en que Empires Apart, en líneas generales, no es acreedor de un producto peculiar, pero sí de una oferta divertida. Sus bases están claramente marcadas en los antecedentes que el mencionado Age of Empire, y otros del estilo de Civilization y más, han canonizado en la historia de los juegos de estrategia, y el enfrentamiento entre lo loable de sus intenciones y lo problemático de su apartado técnico –la IA es, comúnmente, errática- crea un veredicto enfrentado.
Sin embargo, al final de la crítica, recordamos la pieza con resquicios positivos antes que con negativos. Aún le falta tropos por pulir, contenido por añadir y cuestiones técnicas por solucionar, pero los cimientos ya están establecidos y éso le dará la opción de crecer todavía más, porqué que dictamina que, en síntesis, darle una oportunidad está justificado.
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