Ser periodista de videojuegos es una profesión... curiosa. Pasar de semanas de consumo excesivo de gotas oftálmicas y desdén por la existencia a semanas de amor inconmensurable por el sector interactivo es una dinámica a la que no sé si algún día me acostumbre, mas lo cierto es que, en este preciso instante, me hallo en el último extremo de tal dicotomía. Y es que hoy, luego de siete años de pertenencia a esta maravillosa casa llamada Areajugones, puedo decir que la he representado en un evento de videojuegos por primera vez: la Venezuela Game Show 2023.
Durante más de un lustro, he tenido el placer de ver crecer este hogar, de ver cómo expandía sus horizontes cada vez más. El E3, la Gamescom, la DreamHack... Hemos estado en todos lados del mundo, y yo también quería promulgar la palabra areajugoniana. Como resultado, la Venezuela Game Show 2023 no solo fue mi debut dentro de las galas jugonas, sino que también ha sido la primera toma de contacto que he tenido con una realidad progresivamente más palpable: Latinoamérica, al igual que España, se está volviendo cada vez más relevante para la industria del videojuego.
Esta es una incógnita que, sincera y avergonzadamente, me hice durante más tiempo del que me gustaría admitir. He cubierto decenas de ediciones de la BlizzCon, de la Tokyo Game Show, de la GDC, de las PAX y demás pero, más allá de lo inherente a mi labor, nulo era mi conocimiento sobre la experiencia terrenal en tales instancias. Sin embargo, a decir verdad, hoy más que nunca empatizo con mi yo de hace una semana, porque nunca habría podido anticipar las sensaciones que se experimentan presencialmente en un evento de videojuegos.
Como sabrán, quienes somos asiduos a este ámbito desde hace tiempo hemos sufrido su duradero ostracismo, pero también hemos disfrutado de su paulatina aceptación dentro de lo popular. Por ello, lo primero en captar mi atención fue la sensación de comodidad en un contexto físico en el que dar rienda suelta a mi pasión por este arte, un espacio en donde todo es por y para los videojuegos. Gente jugando, profesionales compitiendo, familiares apoyando... Es una normalización indescriptiblemente agradable; la noción de que, finalmente, hemos alcanzado la genuina relevancia.
En el particular caso de la Venezuela Game Show 2023 -la cual proporcionó todas las imágenes que pueden hallar en este escrito-, hubo de todo: torneos multijugadores, competencias de cosplay, presentaciones musicales, entrevistas radiales, una persona vestida del protagonista de Hollow Knight... Lejos de lo que ha sido experimentar eventos de videojuegos de manera digital, descubrir que hay mucho más que lo que se aprecia en pantalla fue, ante todo, un vaivén de estímulos, una constante e incólume emoción por la materialización de un deseo juvenil: que los videojuegos sean apreciados por todos.
La Venezuela Game Show, realmente, es un episodio más de la intención por divulgar el videojuego a lo largo de toda Latinoamérica. Brasil y Argentina han dado pasos agigantados en dirección hacia tal objetivo, y la nación caribeña se ha presentado como un inédito capítulo para extender la presencia del arte interactivo en la región. Ahora que España, bajo mi consideración personal, ya es de talla mundial dentro de la industria, es momento de que el resto de países latinoamericanos den un paso al frente, y eventos como el presente se muestran como magníficos catalizadores para tan magna tarea.
Por supuesto, dicha expansión va de la mano con un respectivo crecimiento del desarrollo de videojuegos a nivel del continente, tal y como el antecedente de ustedes, nuestros hermanos ibéricos, nos permite entender. Con el conocimiento de que miles de personas, fanáticos y creadores, están interesados en apoyar la industria dentro de territorios como los anteriormente señalados, incluyendo aquel del cual este servidor es oriundo, solo resta esforzarse por concretar los anhelos de una gran comunidad que, aun sin tener todos los medios ideales a su disposición, lucha cada día por hacer de su presencia un baluarte más del videojuego internacional.
El teletrabajo perpetuo, aun siendo mi alternativa preferida para ejercer la profesión, viene a costa de una exigencia: la deshumanización de la cotidianidad. Día tras día, me siento frente al monitor en soledad, interactuando con mis compañeros por medio de la digitalidad sin mayor referencia que videos o fotografías. Como resultado, la Venezuela Game Show hizo posible uno de mis más grandes deseos: tocar pasto, o sea, el revestir de humanidad una vocación con la que he tenido que cumplir a la dolorosa lejanía de mis pares.
Así, aunque aún no he tenido la oportunidad de viajar a España y finalmente acariciar los fornidos bíceps de mis congéneres areajugonianos -salvo los de Ramón, al menos hasta que se retracte de su opinión sobre Darksiders III-, el poder codearme con compatriotas creadores de contenido ha rejuvenecido mi motivación para, precisamente, crear contenido, pero también para colaborar, unir y construir; verbos que, creo genuinamente, caracterizan los valores más puros y auténticos del videojuego como creación humana.
En último lugar, me quedo exactamente con eso: el recordatorio de que el videojuego y lo que le rodea es predominantemente humano. Haber tenido la oportunidad de contrastar la faceta presencial tras tanto tiempo de digitalidad me ha conducido a revitalizar mi amor por el sector y, al mismo tiempo, a experimentar una gran vehemencia, un ímpetu prácticamente indefinible, que me insta a trabajar en pos del crecimiento y difusión del videojuego tanto en Venezuela como en Latinonoamérica.
Evidentemente, es mucho trabajo por hacer. La labor es colosal y, si de por sí desarrollar la escena del videojuego y sus aristas en un solo país se siente complicado, hacerlo en múltiples se avizora como imposible. Empero, España lo logró y, tal y como considero haber aportado un granito de arena en esa consecución por medio de mi dedicación en este hermoso espacio, a su vez deseo continuar contribuyendo a ese mismo loable fin dentro de mis inmediaciones terrenales. Teniendo en cuenta cuánto ha hecho el videojuego por mí, es lo menos que puedo hacer por él.
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