Era en su conferencia de prensa del pasado E3 cuando Bethesda daba una sorpresa al mundo (para algunos buena, para otros no tanto) y presentaba The Elder Scrolls: Blades, una nueva entrega de la querida franquicia que, en esta ocasión, daría el salto a dispositivos móviles. Por supuesto, el rumbo de la industria enfocándose cada vez más a videojuegos multijugador, que sirven como servicio y que incluyen prácticas de dudosa moralidad como cajas de botín, micropagos abusivos y demás, hacía saltar las alarmas de los millones de fans que buscan en The Elder Scrolls una aventura de rol y acción.
Ahora, el título se ha puesto a disposición de los primeros usuarios con un acceso anticipado al que hemos tenido acceso gracias a Bethesda y por fin hemos podido comprobar de primera mano cuánto de The Elder Scrolls tiene esta nueva apuesta móvil, cómo son sus micropagos y cuánto merece la pena. Si queréis descubrir qué nos ha parecido el videojuego, acompañadnos en nuestras impresiones de The Elder Scrolls: Blades.
Probablemente, como fan de la saga The Elder Scrolls, lo que más me preocupaba acerca de Blades era cómo se iba a adaptar a los dispositivos móviles. Un combate basado simplemente en pulsar tres botones (atacar, defender y lanzar hechizo) de la pantalla, movimiento limitado y la simplificación de sistemas que eliminan, entre otras cosas, el sigilo; si soy totalmente sincero, no es que me sonara especialmente apetecible. Pero aquí es donde Bethesda y Blades me dan el primer tortazo y me descubren, de golpe, un mundo de posibilidades y una jugabilidad sorprendentemente buena.
Es cierto que el combate es simple, pero un excepcional diseño convierte el uso de estos tres simples botones en un juego de timing, casi de estrategia. Cargar un ataque y realizarlo en el momento exacto nos permite encadenar varios para hacer combos con los que propiciar mucho más daño a nuestros enemigos, pero también nos expone a los ataques adversarios, los cuales pueden destrozarnos si no nos cubrimos de forma adecuada. El combate, simple en el papel por sus controles, se convierte en un baile en el que debemos medir cada paso y nos deja siempre con ganas de seguir pegándonos con más criaturas del universo The Elder Scrolls.
A esta buena sensación en el combate le aporta su granito de arena la calidad de las animaciones. The Elder Scrolls: Blades es una bestia gráfica para ser un juego de móviles, y eso no solo se agradece en los detallados entornos o en la calidad visual de los personajes que encontramos sino, también, en lo gratificante que es el combate a nivel visual. Cada golpe que impactamos es capaz de sentirse en la reacción de nuestro enemigo, en la animación cuidada y en la fluidez de sus movimientos.
Es importante remarcar que mientras que Fallout Shelter era un videojuego de gestión ambientado en el universo Fallout y no buscaba ofrecer nada remotamente similar a las entregas principales, The Elder Scrolls: Blades resulta mucho más ambicioso y sí pretende llevar la experiencia The Elder Scrolls a dispositivos móviles. Y lo mejor de todo es que, para mi propia sorpresa, lo consigue. Blades incluye la práctica totalidad de los elementos que le pediría a una entrega de The Elder Scrolls: hay personalización, un combate interesante, la sensación de aventura, una historia de fondo y un enorme mundo por el que progresar y descubrir todo tipo de secretos.
En las premisas de Blades, somos prácticamente el adalid de nuestra ciudad, y debemos trabajar para reconstruirla después de que un incendio provocado por el villano principal del videojuego la destruyera. Tendremos que aventurarnos para conseguir los recursos necesarios para ir reconstruyendo y subiendo el nivel de nuestra ciudad mientras que, con ello, vamos encontrando mejor equipamiento, mejorando a nuestro personaje, subiendo de nivel y desbloqueando nuevas habilidades y hechizos.
Si bien la historia no es algo que resulte especialmente interesante y sirve más de excusa para llevarnos de un lado a otro, el ciclo de jugabilidad de The Elder Scrolls: Blades es capaz de captar la esencia de la saga y mantenernos pegados a la pantalla de nuestros móviles, buscando más aventuras en este interesante mundo. Sin embargo, por desgracia, el modelo de negocio es capaz de echar por tierra parte de estas buenas sensaciones.
The Elder Scrolls: Blades es un videojuego free-to-play, lo cual significa que no hay que pagar nada para comenzar a jugar. Pero, como dice el tema principal de Borderlands, "no hay nada gratis en este mundo", así que no es extraño, y mucho menos en el mercado móvil, que el videojuego incluya micropagos. En principio, no tengo nada en contra de ello, esto es un negocio y Bethesda quiere sacar beneficio como cualquier empresa de una inversión que ha realizado (y que, a juzgar por el aspecto de la obra, no ha sido pequeña); incluso puedo plantearme pagar de forma esporádica si estoy disfrutando del videojuego. El problema viene cuando los micropagos no son un extra, sino prácticamente una obligación para jugar, y en este caso, desafortunadamente, lo son.
El principio de The Elder Scrolls: Blades es bastante ágil, mostrando las principales mecánicas, las monedas del videojuego y el funcionamiento de los cofres (que no dejan de ser cajas de botín). El inconveniente se muestra a las pocas horas de comenzar, cuando el videojuego comienza a exigir tiempos de espera absurdamente largos, de unas 6 horas, para todo. ¿Quieres avanzar en la historia? Pues necesitas construir un edificio nuevo que lleva varias horas. Pero, para construirlo, necesitas materiales que se consiguen en cofres basados por completo en el RNG. ¿Y quieres abrir un cofre? Pues, de nuevo, a esperar varias horas para obtener los materiales necesarios, o no, dependiendo de la suerte que tengas.
Todo ello entorpece de forma demasiado notable el ritmo de The Elder Scrolls: Blades y convierte la experiencia en algo que llega a resultar tedioso a no ser que decidamos pagar para obtener gemas (la moneda prémium) y saltarnos esta espera. Porque ese es otro gran problema, y es que el videojuego no permite obtener estas gemas a través del proceso normal de una partida. Y, ojo, no estoy pidiendo que regalen monedas prémium por todo, porque entiendo que eso destrozaría el modelo de negocio de la obra, pero no estaría de más una forma, por tediosa que fuera, de farmearlas para poder seguir avanzando. La decisión, en este caso, no es invertir tiempo o pagar: es pagar o no jugar durante 6 horas. Y eso es algo que resulta realmente molesto.
Ya he comentado que el apartado visual de The Elder Scrolls: Blades es algo realmente impresionante para un juego de móviles, pero lo cierto es que todo lo relativo al apartado técnico del juego de Bethesda es capaz de sorprender para bien. El rendimiento, en un Samsung Galaxy S9, es bastante bueno y apenas hay alguna caída de frames de forma ocasional, manteniéndose realmente estable.
Sin embargo, es en los controles en donde Bethesda ha sido capaz de resultar sobresaliente. Tanto en modo vertical como horizontal el videojuego responde a la perfección. El tamaño de los botones y el feedback visual que se ofrece hacen de la experiencia algo realmente agradable y no se echa en falta un mando en ningún momento. La experiencia está perfectamente adaptada al formato móvil y, en este sentido, The Elder Scrolls: Blades resulta realmente bueno.
En general, este primer contacto con The Elder Scrolls: Blades deja sensaciones contrapuestas. En lo que respecta únicamente al videojuego, Blades ha superado todas mis expectativas y ha conseguido gustarme de verdad. Me veo jugando a esto y dedicándole decenas y decenas de horas gracias a un sistema de combate simple pero profundo, un mundo interesante, diferentes modos de juego y una sensación de aventura que hace honor al nombre de The Elder Scrolls.
Sin embargo, es difícil ignorar que mucho contenido se encuentra tras una barrera que solo es accesible esperando una cantidad ingente de horas que ralentiza el progreso de forma absurda o pagando. Por supuesto, es el modelo de negocio escogido y no espero que me den todo el contenido de primeras de forma gratuita, pero sí que echo en falta una manera de farmear, aunque sea lentamente, la moneda prémium para que el progreso nunca se detenga y siempre tenga algo que hacer.
Con todo ello, The Elder Scrolls: Blades es un videojuego que me ha sorprendido para bien en su calidad, pero al que le falta balancear la velocidad de progreso y su economía. Habrá que esperar al lanzamiento de la versión final para ver si estos problemas se solucionan, pero sería una tremenda pena que una obra con una calidad tan alta y que lleva con tanta dignidad la franquicia The Elder Scrolls a móviles se viera frustrada única y exclusivamente por micropagos.
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