*Este artículo está pensado para leerse con calma y pararse a escuchar por lo menos un fragmento de cada canción enlazada.
Todos hemos sido testigos de cómo la compra de una nueva TV por parte de algún miembro de nuestra familia, implica sus quince minutos de fama, tanto para el comprador como para el aparato. Todos se reúnen alrededor de la pantalla mientras el propietario alardea de su ultra alta definición para ver el fútbol como si estuviera en el estadio, sus 9999hz aunque no sepa muy bien de qué se trata y de la conexión a internet inteligente aunque no la vaya a usar nunca. Y es que hasta en el mundo hoy por hoy conocido como "gamer" se le da una tremenda importancia al electrodoméstico que nos permite relacionarnos visual y directamente con el medio. Pero, ¿qué papel tiene el audio en los videojuegos? ¿Qué importancia le damos?
Hasta la segunda mitad de los años 90 (PSX, Nintendo 64, Dreamcast...), los sistemas domésticos no permitían mucho más que unas melodías y efectos de sonido limitadísimos que le daban algo de contexto y fondo al videojuego. En muchos casos, al realizar acciones como saltar o disparar se solapaba al tema principal, haciendo que esta se muteara o limitara sus canales de emisión.
Desde entonces hemos visto cómo la complejidad de las composiciones y la calidad acústica de las mismas están teniendo un desarrollo magistral. Un ejemplo puede ser la saga Wipeout, donde ya en PSX daba el do de pecho en su banda sonora. Compuesta por temas de grandes exponentes de la electrónica de entonces, asombraba que llegara a reproducir las canciones con una calidad equiparable a la del CD. Desde ahí todo ha ido hacia arriba.
Pese a toda esta evolución, se minusvalora involuntariamente todo lo que tenga que decirnos la música y los efectos de sonido. Resulta extraño cómo términos como 4K y HDR nos son totalmente familiares, pero el anticuado Dolby Digital, el extendido DTS o el novedoso Dolby Atmos pasan de forma sigilosa entre las consolas y ordenadores de medio mundo.
Si bien es cierto que para disfrutar de un videojuego lo principal es un monitor que, por lo general, llevará algún tipo de altavoces (mediocres a lo sumo), lo que realmente impulsa la experiencia a niveles estratosféricos es el trabajo acústico. Siguiendo con el ejemplo de antes, Wipeout no seria lo mismo sin su música. Alien Isolation me resulta absurdo jugarlo sin un sistema de sonido envolvente (tener controlado el posicionamiento del xenomorfo sin verlo es vital), y toda la saga Souls debe la mitad de su épica a su banda sonora.
Y así, aun sin prestarle atención especialmente, todos sabríamos tararear la melodía principal de cualquier Super Mario, Crash Bandicoot o el primer nivel del Sonic the Hedgehog.
Los combates en Bayonetta no tendrían ese aire desenfadado y sexy si no fuera por su versión de Fly me to the moon. Ya os aviso de que NO quereis jugar a este increible hack 'n' slash sin sus temazos.
Además, la música es una gran evocadora de recuerdos y sentimientos, y si os pongo esta canción, instantáneamente os vendrá a la cabeza a qué momento pertenece y cómo os hizo sentir.
El jefe final de Bloodborne (ojo spoilers) parecería el malo de la película de primeras, si no fuera por el tono triste y melancólico de la música que suena mientras le damos caza.
¡Si hasta en la saga FIFA tienen música mítica en los menús!
Al igual que nos gusta bajar las persianas para tener total oscuridad mientras degustamos un juego de terror, o subir el volumen en un shooter para que los disparos y explosiones nos metan más en la atmósfera, debería ser igualmente ritual centrarse en conseguir una experiencia acústica óptima.
Quiero invitar a la reflexión del lector respecto a todo esto. No voy a decir que el sonido en un videojuego lo sea todo, pero afirmar que es la mitad de la experiencia no es ninguna tontería. ¿Por qué entonces íbamos a negarnos ese placer?
No es lo mismo oír las balas siendo disparadas, que percibir cómo silban al pasar cerca de tu cabeza. No es lo mismo tener que buscar un enemigo en un radar, que oírlo a tus espaldas. Y por supuesto no es lo mismo sentir la soledad, extrañeza, descubrimiento y aventura del camino que has de recorrer en Journey o The Legend of Zelda, sin su banda sonora envolviéndote y transportándote a esos maravillosos mundos por explorar.
Hoy en día, cualquier videojuego tiene su audio con certificación, como poco, en DTS ( Digital Theater System ) cuya calidad es fantástica y merece ser reproducido en un equipo capaz de decodificarlo. También hay cascos de diadema que, sin ser sonido envolvente real (hola marketing), tienen unos resultados excepcionales y son la elección ideal para eSports.
Con esto quiero decir que no hace falta hacer un desembolso extraordinario ni tener una instalación específica en casa para ello. No hay excusa para no dejarse llevar por los ríos de música y sensaciones que nos trae nuestro pasatiempo favorito. Y es que muchos trabajos creados para los videojuegos merecen ser considerados obras independientes de sus títulos de origen por su desbordante calidad. Prueba de ello son las bandas sonoras de Bioshock, Red Dead Redemption o el ya mencionado Dark Souls.
Os insto, para finalizar, a sentaros a escuchar la banda sonora que más os guste y meditar sobre lo que acabáis de leer. Probablemente, mientras lo hacéis, os vengan a la mente recuerdos de aquel verano de chaval cuando os pasasteis el título en cuestión, aquellas tardes con vuestros amigos dándole caña a la consola o simplemente recuerdes cuánto disfrutaste de ese videojuego y decidas darle otra vuelta. Ese es el efecto de la música y el sonido de los videojuegos, y nunca jamás deberíamos silenciar el aspecto más emocional y universal de lo que es nuestro hobby, nuestro trabajo, nuestra pasión.
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