Después de que PlayStation se canonizase como parte del punto de inflexión experimentado por el videojuego, de la mano de entregas que marcaron una época entera y su futuro, Sony no escatimó en la proyección de su sucesora. Bajo la ambición que siempre los ha caracterizado, los nipones se propusieron crear un dispositivo que alimentase aún más su posición a la vanguardia del medio, rompiendo los paradigmas hasta entonces definidos sobre la industria. De esta manera, recibimos una de las plataformas más exitosas y sobresalientes de la historia: PlayStation 2.
La empresa, demostrando que no había casualidad alguna en su éxito, volvió a liberar al mercado un ecosistema que se volvería el hogar de obras que trascendieron de todo. De sus géneros, de sus limitaciones técnicas, del tiempo. Sagas gestadas en la generación pasada se asentaron en esta, del mismo modo que se concibieron más franquicias que son piedras angulares del sector en la actualidad. Por ello, por todos los años de magníficas experiencias, rememoramos los mejores juegos de PlayStation 2.
Ser considerado como el mejor de una saga que es considerada como una de las mejores no es poca cosa. A pesar de que Grand Theft Auto V se encargó de avivar el debate respecto a cuál es el verdadero pináculo de la saga insigne de Rockstar, Grand Theft Auto: San Andreas es una indiscutible obra maestra de los sandbox. Siendo garante de una de las propuestas más variadas, profundas y absorbentes de la industria, las vivencias de CJ son recordadas por millones puesto que, por encima de todo, nos hallamos delante de un fenómeno de magnitudes inmensurables.
La casa PlayStation siempre se ha caracterizado por sus exclusivos. Uno de los más envidiados, por motivos latentes y axiomáticos, es God of War, uno de los imperativos determinantes del hack 'n' slash. La primera aparición de Kratos, junto a la primera aparición de Dante, se encargó de moldear un género entero, ofreciendo jefes finales impresionantes, un combate adictivo y vistoso, una historia y universo atrapantes y una combinación de géneros que sería pionera estructural de fusiones futuras. Ciertamente, uno de esos trabajos que marcan épocas enteras.
Los compases iniciales de Resident Evil se asemejaban a una máquina de producir referentes. La calidad con la que, con cada nueva entrega, Capcom se presentaba para continuar redefiniendo el concepto de terror se tornaba inaudita, casi increíble. No obstante, todo logro y toda cúspide alcanzada fueron rebasados por Resident Evil 4, el más auténtico 'antes y después' del género debido a una propuesta que equipara la perfección de la fórmula RE con la innovación inherente a su propia novedad.
A pesar de que son numerosas las entregas que han trascendido de los conceptos tradicionales de videojuego, romper la barrera lúdica no es tarea sencilla. No obstante, mucho menos lo era décadas atrás, donde el medio tenia una acepción más básica que la contemporánea. Con base en esto, lo que simbolizó Metal Gear Solid difícilmente tendrá semejante, de la misma manera que no hay par para Metal Gear Solid 3: Snake Eater, un título consciente de su propia trascendencia, encargado de continuar difuminando la línea -para entonces robusta- que limitaba al videojuego como producto exclusivamente jugable.
Siguiendo la línea anteriormente establecida, Shadow of the Colossus es una de esas obras únicas en su época. Y, quizá, el adjetivo 'único' se le pueda atribuir a muchas piezas por motivos diferentes pero, en este caso, cobra un carácter aún más genuino: no hay nada que se asemeje a Shadow of the Colossus. Una creación bella, aventurera, atrevida y singular, cuyos encuentros colosales continúan siendo vívidas imágenes de algunos de los momentos más épicos y emocionantes que ha transmitido el medio interactivo.
De la misma manera en que FIFA 98 asumió el liderazgo del deporte rey en su año, Konami tomó el puesto de Electronic Arts a mediados de la década anterior con PES 2006. Como cada vuelta al sol en la que se celebra un mundial, el fútbol experimentaba su momento más protagónico y dicha iteración se encargo de materializar a la perfección la euforia, otorgándonos uno de los volúmenes más divertidos y adictivos, ajeno al paso del tiempo y trascendente de las comparativas gráficas con sus homólogos actuales.
En términos parecidos a cómo Silent Hill se asentó en PlayStation bajo su rol de icono del terror, Silent Hill 2 extendió la ambición de la saga a nuevos niveles, honrando a PlayStation 2 con su presencia. Esta obra es una de las epítomes más concisas de una sobresaliente e inmersiva construcción de universo, de la cual la aventura se vale para narrar una historia atrapante a la par de tensa y atemorizante que ha garantizado su curul entre los legados más profundos de la industria.
Durante la vida útil de PlayStation 2, muchas franquicias terminaron de ocupar un lugar tanto en el corazón de los seguidores de la retahíla de consolas como de la propia Sony. Gran Turismo, ciertamente, fue una de ellas, pues se convirtió en el baluarte principal de la compañía en lo que a la conducción se refería, y lo sigue siendo a día de hoy. ¿Coincidencia? En lo absoluto, y es que su tercera iteración se alzó entre los reyes del género y confirmó que la IP era el resultado de un equipo cada vez más preparado para los retos de la tecnología.
Paralelamente a San Andreas, Grand Theft Auto: Vice City forma parte de las discusiones referidas a cuáles son los juegos más prolíferos de la franquicia de Rockstar. Ello, claro está, no es producto de la casualidad pues, al igual que su contemporáneo, es una demostración más que elocuente de diversión, diversidad y enganche, ubicándonos en un contexto tan particular como la ciudad de Vice en la que todas las fórmulas y filosofías de GTA se ven exponenciadas hasta el máximo de goce y entretenimiento posible.
Si mencionábamos a God of War, debíamos mencionar a Devil May Cry. ¿Culpa de la reciprocidad o la justicia? No, culpa de que la irrupción original de Dante en el videojuego es una obra maestra de la misma magnitud que la de Kratos, y del mismo impacto para el hack 'n' slash. Los padres del género son una cita inamovible para los debates sobre los mejores juegos de la índole, siendo DMC un icono inexorable en jefes finales, controles, vistosidad y, más aún, conjunto audiovisual.
El cross-over del videojuego por antonomasia. En años donde el medio difícilmente coqueteaba con la idea de intercambiar personajes de propiedades intelectuales distintas, Kingdom Hearts arrojó todo por la borda, se fusionó con iconos de Disney -o sea, elementos protagónicos en la infancia de millones- y se asentó como un videojuego de un calibre distinto. Aquí encontramos el origen del fenómeno de Soras y compañía, y ya por ese simple motivo se adjudica su respectivo puesto de oro en esta lista.
La osadía de Metal Gear Solid 2 es un caso digno de estudio. Aunque la mirada suele situarse sobre MGS y MGS 3, la aventura protagonizada por Raiden es el atrevimiento hecho videojuego, y ello comprende todas las inmediaciones de la expresión. Sons of Liberty es sorpresa, es expectativa, es inesperado y, ante todo, es diferente, es una obra que no teme en explorar y retratar temas dignos de libros y películas, de enviar un mensaje, de tener una intención comunicativa más allá de la historia que narra... En síntesis, es más que un videojuego.
FIFA Street 2 es la materialización de todo deseo de los jóvenes fanáticos del fútbol. Más allá del estrellato mundial, uno de los anhelos más básicos y esenciales para los seguidores del deporte rey es el de hacer goles inauditos, de burlarse de los rivales mediante filigranas humillantes, de demostrar quién es el mejor de la calle. Estas cosas, precisamente, son las que la segunda entrega de la saga logra a la perfección, gozando de mecánicas asombrosas y vistosas que, fácilmente, nos hacían estar detrás de la pantalla durante horas y horas.
Si el género de lucha estuvo marcado esta generación por un estilo fue, sin duda, el anime. Entre Dragon Ball y Naruto, se adjudicaron el completo protagonismo de la época, ofreciendo una multitudinaria cantidad de obras maestras. Para el caso del segundo de los mencionados, CyberConnect2 cerró la era de PlayStation 2 de la mano de Naruto Shippuden: Ultimate Ninja 5, la entrega más vasta, profunda y pulida hasta la fecha bajo el sello del sobresaliente equipo, capaz de recrear los espectaculares enfrentamientos del manganime con un grado de fidelidad inédito.
Todos los trabajos de Team ICO son distintivos. Pese a que sus apariciones en el tiempo son fugaces y muy, muy esporádicas, cada vez que vuelven al mundo del desarrollo es con una obra maestra bajo la manga; y el título que les otorga su nombre, por supuesto, es toda una magnum opus. ICO, en una línea similar pero fácilmente distinguible a la de SotC, supone una ruptura con el videojuego tradicional, demostrando que estaba más que adelantado a su época gracias a la convidación a una aventura sin precedentes.
Existen entregas que, en lugar de videojuegos, son pinturas en movimiento. Lienzos digitales que se convierten en tal por el accionar de nosotros como coprotagonistas de la interacción. Okami, en tal sentido, es una de las evocaciones artísticas punteras en la industria, luciendo una de las exhibiciones audiovisuales más preciosistas e inolvidables del siglo y convirtiéndose, inevitablemente, en uno de los referentes más queridos e imprescindibles de la plataforma de Sony.
Si hay un motivo por el cual el regreso de Prince of Persia es uno de los retornos más esperados y solicitados de la actualidad, es porque se trata de una franquicia de calidad absoluta. The Two Thrones, su participación original, fue un título de acción y aventuras genial pero su sucesor, Las Arenas del Tiempo, se convirtió en un clásico instantáneo. Magnífica ambientación, atrapante historia, grandioso sistema de plataformas y rompecabezas, mecánicas innovadoramente implementadas... Un viaje memorable en todo sentido.
Aun así, hablando de viajes memorables, God of War 2 se desenvuelve en una liga distinta al resto. Y es que, en el momento en que se discute sobre cómo hacer una secuela, la segunda travesía de Kratos es una referencia inexorable, pues es todo lo que un sucesor debe ser. La continuación de una epopeya increíble y épica, jefes finales de dimensiones asombrosas, mapas repletos de enemigos y secretos, puzles entrañables y eficaces, combates pulidos hasta la saciedad y, en general, uno de los conjuntos más redondos que se ha visto en el medio.
Existe un valor intrínseco a la habilidad de mantenerse en el tiempo. Con el paso de los años, la llegada de nuevos actores y la disponibilidad de tecnologías más avanzadas, resulta cada vez más difícil mantenerse a la vanguardia del medio. Bandai Namco, sin embargo, lleva años lográndolo, y el paso de Tekken 5 por PlayStation 2 sirvió para afianzar, por si quedaban dudas, el hecho de que la franquicia es un referente de la lucha que, pasase lo que pasase, no iba a ser movido de su lugar.
Kingdom Hearts II aterrizó en la misma plataforma que su hermano mayor con la intención de evidenciar que el motivo de su popularidad no era una mera cuestión de sorpresa por la inherencia de su propuesta. Con sistemas y mecánicas más refinados, una exploración más densa del universo de la saga y una profundidad mayor en lo que a la propuesta global se refiere, Kingdom Hearts II es uno de los indiscutidos mejores juegos de PlayStation 2; una pieza que encontró un lugar especial en el corazón de una infinidad de jugadores en todo el globo.
En condiciones semejantes a la de God of War 2 respecto a su antecesor, y obviando parcialmente la segunda entrega de la saga debido a su olvidable paso por el medio, Devil May Cry 3 es una rendición de respeto a la obra maestra que se encuentra detrás de él. Esto, en principio, no es solo por mantener la calidad con todos sus ápices sino, especialmente, por arriesgarse a construir por encima, lo que llevó a Capcom a ofrecernos un hack 'n' slash que debería ser considerado oficialmente como sinónimo de vistosidad, espectáculo y fluidez; una leyenda real y palpable del género.
Rockstar es de las mejores compañías de la historia. La desarrolladora de los hermanos Houser ha mostrado ser diestra en la realización de obras de toda índole, desde sandbox como Grand Theft Auto hasta shooters como Max Payne y títulos de conducción como Midnight Club: Los Angeles. Aun así, al mismo tiempo se regocijaron de su capacidad creativa con Bully, un título que destila carisma y autenticidad por todos sus poros y por el que, incluso a día de hoy, se sigue clamando por una secuela.
Es sabido por todos que, dentro de las inmediaciones de la industria, uno de los objetivos históricos ha sido el replicar la realidad con un grado indivisible de semejanza. Tanto desde el punto de vista visual como a través de sensaciones, siempre ha sido una meta la reproducción de lo palpable en lo digital. No obstante, Burnout 3: Takedown, en un género que aspira completamente a lo anterior, obsequió frescura por medio de una pieza centrada con carácter único en la velocidad y en la diversión; dos conceptos que, ciertamente, dominó con una soltura envidiable.
El género JRPG siempre ha sido garante de magníficas sagas pero, quizá, no haya tenido una época tan sobresaliente como la aquí presentada. Level-5, uno de los estudios nipones de mayor renombre en la historia del medio, nos convidó con Dragon Quest VIII: El periplo del Rey Maldito, la octava entrega enumerada de su saga insigne, a una aventura irrepetible, con una autenticidad únicamente lograble por los desarrolladores de la tierra del sol naciente.
Dragon Ball Z: Budokai Tenkaichi 3 es una de las expresiones más álgidas del género de lucha de la historia. Existe una cantidad increíblemente reducida de entregas que han sido capaces de grabarse tan férreamente en la psique de la comunidad de jugadores, y es que el título aquí expuesto es la materialización de una fantasía a cabalidad. Por medio de una infinidad de personajes memorables, combates épicos y la misma historia encantadora de toda la vida, nos hallamos ante una fórmula absurdamente efectiva, con la potestad de situarse sobre la media del género incluso en la actualidad.
Es posible que no haya juego en el trayecto de la industria que haya sido redimido más fuertemente que Beyond Good & Evil. Tras pobres ventas que relegaron a la franquicia a uno de los hiatos más dolorosamente prolongados de la actualidad, el paso de los años se encargó de situar la creación de Michel Ancel, autor tras Rayman, en donde se merece: junto a los clásicos de clásicos. Lo en ocasiones torpe de su combate fue totalmente opacado gracias a un diseño, mundo, personajes y sensación de aventura incomparables; aspectos que han asegurado su carácter como obra de culto.
Capcom apostó tan ahincadamente en la diversificación de IPs que, de una forma u otra, logró establecerse como referencia en múltiples estilos. Así, pues, a comienzos de siglo, la empresa fue más allá dentro del género del survival horror, donde ya se movía a través de Resident Evil, para otorgarnos Onimusha: Warlords. Esta aproximación al terreno del miedo, de la mano de demonios y samuráis, supuso una de las fusiones más singulares e inesperadas de la época, pero funcionó lo suficientemente bien como para ser recordado, a día de hoy, como un clásico de Capcom.
La afinidad por parte de Sony hacia los estudios first-party y los exclusivos se hacía cada vez más y más latente. Esta vez, la tarea de crear una entrega de cuño propio se le fue encomendada a Guerrilla Games, un equipo que hoy es fundamental en la alineación de PlayStation gracias, precisamente, a sagas como la que originaron en PlayStation 2: Killzone. Este shooter, incluso a pesar de no generar unanimidad sobre su recepción, fue uno de los más distinguidos respecto a abordar el tópico de las guerras futuristas, siendo este un subgénero en el que se encuadró como uno de los principales representantes gracias a su calidad.
Continuando en la justificación de la afirmación de que PlayStation 2 disfrutó de algunos de los mejores JRPGs de toda la historia, Final Fantasy XII volvió a posicionar un título de la serie entre los más resaltantes de todo el género. La saga, a pesar del gran número de entregas a sus espaldas, continuaba mostrando su capacidad de trasladarnos a universos vastos, con estructuras mecánicas adictivas y con una construcción inexorablemente absorbente, esta vez mediante su décimo segunda entrega que, entre otras cuestiones, es recordada con gran cariño y adulación.
Solo una élite es capaz de evocar recuerdos tan nostálgicos y positivos como los que Jak II: El Renegado logra producir. Luego de hacer de Crash Bandicoot un icono para las plataformas, Naughty Dog decidió aventurarse con una nueva franquicia, Jak and Daxter, cuya segunda entrega fue todo lo que una segunda entrega debe ser. Variedad jugable más profunda, argumento y personajes más desarrollados, mayor número de mapas y de mecánicas... A resumidas cuentas, un nuevo icono -o par de iconos- para las plataformas junto al afamado marsupial.
Atlus es otra de esas compañías de Japón que, como Level-5 y Square, se convertirían en bases inamovibles del rol oriental. Uno de los motivos más notables para ello, específicamente, fue Shin Megami Tensei, un título que logró combinar las herencias niponas y occidentales bajo un mismo conjunto para asentarse como un histórico del RPG. En tal sentido, mediante el inédito carácter de la moralidad y las decisiones para perfilar la historia y los personajes, junto a la ambientación con demonios y hechos paranormales, Atlus cimentó una de las propuestas más atractivas y geniales de la época, cuya pérdida era inadmisible para cualquier fanático del género.
A medida que mencionamos juegos de terror, una idea se hace cada vez más práctica: debido a la incapacidad técnica de asustar por cotas de realismo, las desarrolladoras debían apostar a elementos distintos. Con sus dos entregas anteriores, Silent Hill ya había demostrado sus destrezas al momento de poner los vellos de punta sin necesidad de apostar por las formas más básicas del miedo, y la tercera iteración es una continuación de esa filosofía. Gran universo, gran tensión, gran tempo, gran representación de vulnerabilidad... En definitiva, un gran juego.
Retomando el aforisma de que los videojuegos evocan fantasías, Guitar Hero 2 es la exposición de una fantasía consumada. Aunque no sería sino hasta la aparición de los periféricos de instrumentos musicales que la franquicia encontraría su pleno desenvolvimiento, no hay duda alguna respecto a la calidad que ya albergaba en sus primeras entregas, ofreciendo la experiencia de estrella del rock más fidedigna, disfrutable y adictiva que el medio podía ofrecer, de la mano de una selección de temas simple y llanamente increíble.
SEGA, indiscutiblemente, fue una de las máximas compañías en los años contiguos a la llegada del segundo milenio. Las razones para aseverarlo son numerosas pero, para el caso, nos remitiremos a Virtua Fighter, férrea contemporánea de sagas como Street Fighter, Soul Calibur, Mortal Kombat, Tekken y demás, cuya cuarta entrega supuso el pináculo de su destacada propuesta. Y es que, siendo más accesible pero todavía sumamente técnica, encontró un equilibrio que, a día de hoy, sigue siendo asombroso para asiduos y ajenos al género.
Con el apogeo de Rápido y Furioso, junto a la creciente popularidad de Need for Speed, las carreras callejeras se perfilaban a ser el principal enfoque de los juegos de conducción. Y es que, efectivamente, existía una sensación placentera al estar al margen de la ley, haciendo de la ciudad y su cotidianidad nuestra pista. Midnight Club 3: DUB Edition, particularmente, forma parte de los productos que más se aferraron a tal concepto, concediéndonos acceso a una infinidad de vehículos personalizables con un sinfín de carreras clandestinas que, ante todo, se distinguían por una propia sensación de conducción magistral.
Del mismo modo que hallamos la génesis de la saga en esta retahíla recopiladora, no podíamos obviar al que, posiblemente, sea su más sobresaliente representante: Persona 4. Años después del inicio de la franquicia Shin Megami Tensei, Atlus creó auténtica historia en los JRPGs de la mano de la quinta entrega de la serie, ofreciéndonos una aventura gris, matizada y sumamente atmosférica, cuya calidad jugable y audiovisual quedaba idílicamente equiparada con su calidad argumental para obsequiarnos un verdadero deleite como conjunto.
Otro de los grandes nombres asentados en la generación pasada a la presente fue Soul Calibur. El trabajo de la otrora Namco sigue siendo considerado en nuestros tiempos como uno de los títulos de lucha más sobresalientes de la historia y, si bien su sucesor no guarda un lugar tan especial en los recuerdos de la comunidad, no por ello deja de ser un excelente representante del género que se antojaba como una adquisición inexorable si se es seguidor del mismo.
Antes de que Crysis fuese el emblema por excelencia de Crytek, la compañía alemana se inmiscuía en las fauces del desarrollo por medio de la franquicia TimeSplitters. La primera entrega, si bien modesta, fue una agradable aproximación al género de disparos, pero no sería sino hasta su segunda iteración que encontrarían la fórmula adecuada para el éxito. Así, dieron forma a un producto que, sin perder la esencia, revolucionó muchos de los conceptos vistos en la primera aventura, siendo uno de los juegos más particulares que la PlayStation 2 tuvo el honor de detentar.
En la lista de los juegos de plataformas cuyo nacimiento maravilló al medio durante la época aquí retratada, no podemos obviar a Ratchet & Clank. Insomniac Games, otro de los estudios que sería una gema para PlayStation tanto en tales años como en el futuro, combinó el popular estilo jugable de congéneres como Crash Bandicoot y Jak and Daxter con disparos en tercera persona, obteniendo como resultado un global eficaz y divertido cuya personalidad lo ha hecho fácilmente distinguible de sus símiles.
Aprovechando la estela dejada por Medal of Honor, Battlefield 2: Modern Combat comenzó a grabar el nombre de la saga entre los seguidores de los FPS. De la mano de momentos espectaculares y secciones de tiroteos básicamente extraídas de los mejores films bélicos, este shooter prosiguió en la labor de extender la popularidad de los shooters de corte más realista, alejándose cada vez más de los preceptos de obras como DOOM o Quake para abordar una nueva línea de paulatina mayor popularidad.
El videojuego de conducción callejera por antonomasia. Need for Speed Most Wanted es el rey del género en lo que a las carreras clandestinas se refiere, por lo que su mención era inevitable. La cruzada por encabezar la lista de los más buscados es un viaje sublime y adrenalínico, ofreciendo un comienzo magistral que, junto a la personificación y coche particular de todos los miembros de la MW, nos hace sentir cada enfrentamiento como más que solo una carrera de coches. Una clase maestra en personalización, progreso y conducción pura.
Double Fine Productions originó uno de los productos más curiosos y excéntricos de la década con Psychonauts. Ligando destacadamente plataformas con rompecabezas, el estudio liderado por Tim Schafer, junto a Erik Wolpaw, mítico creativo de Valve, publicó un videojuego entrañable y accesible, aunque no por ello menos inteligente, dotado de gran carisma y singularidad; aspectos que se pueden ver desde las mecánicas hasta los personajes, el contexto físico y su apartado estético.
Dijimos que SEGA había sobresalido por múltiples porqués, y ello no fue en vano. El número de elementos protagónicos del medio con el sello de los nipones, hacemos énfasis, no es en lo absoluto pequeño, y su presencia de otrora se extendió hacia demasiados ámbitos y facetas. Una de esas extensiones, por fortuna para los fanáticos de la acción, fue Yakuza, una serie que incluso a día de hoy sigue ofreciendo aventuras sublimes. Sin embargo, el caso de su segunda entrega fue especial, la cual se convirtió en una propuesta profunda, madura y compleja, con bases renovadas y un sistema de combate para el recuerdo.
La opera prima de Quantic Dream. Aunque no sería sino hasta la generación posterior que el equipo de David Cage, al igual que el propio género de las aventuras gráficas, se asentaría en el mercado, la producción que los situó en el mapa del desarrollo es recordada con grato cariño en la actualidad. Especialmente, sobresalió en la época por su apuesta más allá de lo jugable, mostrando una clara intención narrativa que sería determinante para la posterior construcción de uno de los géneros más artísticos de los tiempos modernos.
Los videojuegos y Star Wars eran, y son, un matrimonio idílico. Ambas entidades forman parte inequívoca de la cultura pop y, consecuentemente, de la infancia de millones de individuos, por lo que verlos encontrados siempre es motivo de regocijo. Además, la consecución del íntimo y sempiterno deseo de controlar la fuerza a través de Star Wars: Battlefront 2 fue simplemente excelsa, aún recordada como uno de los mejores títulos que nos ha dejado la franquicia intergaláctica.
Del mismo modo que Metal Gear Solid continuaba afianzándose como un icono del videojuego, Splinter Cell acometía hacia el mismo objetivo por su lado. Pese a sus diferencias estructurales, pues la primera apostó por la carga narrativa mientras la segunda se especializó en la carga jugable, son dos símbolos innegables de la industria y, especialmente, Chaos Theory se encargó de argumentar con bases de sobra por qué la saga estaba destinada a la grandeza. Un verdadero espectáculo mecánico, gráfico y argumental que sigue siendo recordado como uno de los pioneros en la magnífica variante del sigilo.
PlayStation 2 disfrutó de la época dorada de Dragon Ball en el videojuego. De la mano de la saga Budokai Tenkaichi, la adaptación de la obra de Akira Toriyama era un éxito rotundo, mas no se trataba de la única. En ese sentido, con una estructura fácilmente diferenciable de sus congéneres, Dragon Ball: Budokai 3 también se alzó como un increíble título de lucha, el cual logró compensar su limitado reparto de personajes con múltiples innovaciones mecánicas y, principalmente, una interpretación de los combates de los Guerreros Z satisfactoria y placentera de dominar, la cual se desarrollaba como una danza en lugar de un enfrentamiento.
Para finalizar, culminaremos con una saga que, si bien no es la primera vez que aparece en esta lista, fue tan fantástica que una única aparición no le hacía justicia: Need for Speed. Las disputas callejeras encontraron en este nombre un hogar cálido y perfecto, porque no solo Most Wanted se encargó de materializarlas a cabalidad sino que, de la mano de Underground, la franquicia continuó explorando más estilos, vehículos, ambientes y carreras clandestinas, siendo parte de las mejores entregas de la índole a lo largo de toda la década.
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