Cuando uno se pone frente a frente con un juego al que se le ha dado el complicadísimo papel de poner la primera piedra en el camino hacia una nueva generación, lo normal es que espere la excelencia. O, como mínimo, que la obra ofrezca un valor en cuanto a entretenimiento que se equipare a la suma de dinero que has de desembolsar para seguirle el ritmo a la industria y dar junto a ella su nuevo salto tecnológico. Esa es la razón por la que Mario Kart World me preocupaba tanto en un primer momento.
La primera vez que tuve la oportunidad de probar el juego en abril salí del evento sin comprender muy bien cómo funcionaba todo lo que no tenía que ver de manera directa con los circuitos del juego: su mundo abierto, sus modos nuevos, su apuesta por mecánicas nunca antes vistas en la saga...
Quizás fue porque en aquella demo que duró apenas 20 minutos estaba rodeado de estímulos externos y voces que nacían de personas que, al igual que yo, corrían como pollos sin cabeza dentro del recinto cerrado de presentación de Nintendo Switch 2 en París. No obstante, todo se observa mejor desde la calma: ya he probado Mario Kart World con tranquilidad durante una sesión de algo más de 6 horas y puedo decir que, efectivamente, estaba muy equivocado con él.
Para poder abarcar todo lo que pude probar sin dejarme llevar por esa emoción adrenalínica que me dejó en el cuerpo a pocos días del lanzamiento de la consola por la que llevo esperando varios años, estas impresiones se estructurarán de una manera particular: en lugar de hablar de su propuesta de forma general y desordenada, iré pasando por todos y cada uno de los modos de Mario Kart World que jugamos durante el evento. Y, además, estarán ordenados de menos a más en función de una variable: hype, dopamina, subidón. Llamadla como más os convenga, porque se vienen curvas.
El modo Grand Prix recibe cambios significativos en esta nueva entrega de la saga. Tantos que consta como la experiencia de Mario Kart World que más dudas me generó mientras lo jugaba. Comenzando por la idea de que la distribución de las vueltas que hay que dar a los circuitos se ha modificado para encajar con la estructura de mundo abierto del juego.
Esto trae consigo una serie de características colaterales a la propia naturaleza del mismo como, por ejemplo, el hecho de que en Mario Kart World puedes desplazarte de un circuito a otro conduciendo y no a través de un conjunto de menús. En este sentido, cada pista del título se encuentra situada en una zona concreta del mapa y, entre las mismas, existen rutas que también hacen las veces de circuito en el que competir. De esta manera, cada Grand Prix se corresponde con una gran ruta a seguir, pasando por diversos circuitos cerrados y aprovechando los caminos que los conectan como si fueran partes integrales de una misma pista.
Aquí hay un valor añadido que es inevitable destacar por lo impactante que resulta al comprobarlo por ti mismo: en Mario Kart World, el número de circuitos se multiplica de manera exponencial a causa de lo anteriormente descrito. Es decir; no solo podemos competir en los niveles cerrados de toda la vida, sino que estos se pueden conectar con otros tres o cuatro circuitos cercanos a través de carreteras distintas y, además, estas varían en función de si estás yendo o volviendo por ellas.
Ahora bien; el único ¨pero¨ que le pongo a la manera en la que Mario Kart World entiende el Grand Prix dentro del juego es que la intensidad que sentí en esos tramos entre circuitos se sintió algo más diluida de la cuenta. Algo que tiene que ver con una mera cuestión de velocidad y fluidez: todo el rato tuve la sensación que, en estas rutas, todo ocurría de manera algo más lenta en comparación a los circuitos tradicionales.
A decir verdad, el Modo Libre de Mario Kart World es el que más dudas me generaba por el hecho de no comprender cómo funcionaba este exactamente, pero todas esas dudas se despejaron cuando, desde el menú principal del juego, pulsé el botón L y R para que el juego me dejara controlar de forma automática al personaje que corría de fondo en pantalla; casi como si de una posesión se tratase.
Ahí es donde la palabra ¨World¨ del nombre de esta nueva entrega de la saga resuena con una fuerza especial. No hay pantallas de carga; todo el mapa está pensado para ser recorrido de punta a punta sin interrupciones a través de múltiples rutas. Y, como no podía ser de otra manera, estará plagado de miniretos a completar (marcados con los clásicos botones P) y coleccionables a recoger; aunque en los escasos 20 minutos que estuve pululando por ahí solo conseguí avistar de dos tipos (unas monedas especiales y unos paneles que se activaban al pasar por encima de ellos).
No creo que haga falta que me detenga mucho sobre el modo batalla de Mario Kart World, salvo por el hecho de que es necesario recalcar que cuenta con una particularidad importante derivada de una novedad básica del juego: ahora las partidas son de 24 jugadores en lugar de 12, haciendo que todo lo dentro de la misma adquiera unas capas de caos impensables en anteriores entregas.
Cada partida se convierte en un auténtico campo de batalla donde lo único que ves son decenas de caparazones volando a tu alrededor, bombas explotando en tus puntos ciegos y todo tipo de armas arrojadizas silbándote la oreja. Tanto es así que todas las variantes del modo batalla (obtener monedas, recoger globos, etc.) se convierten en una auténtica carnicería en cuanto suena la bocina del inicio; a partir de ese momento, te aseguro que no existen los amigos.
El hecho de que el Modo Versus esté en la segunda posición de este ranking improvisado no es cosa de la casualidad: se trata de esa vertiente del juego que te permite echar partidas rápidas y, más importante aún, acceder al concepto tradicional de que las carreras consistan en dar tres vueltas en un mismo circuito. Aunque bien es cierto que estamos ante una parte del juego que cuenta con más profundidad de lo que parece, dado que también te da la posibilidad de establecer un Grand Prix personalizado donde los jugadores establecen la ruta del mismo a través de una votación que se lleva a cabo entre partida y partida.
En este mismo sentido, estamos ante un modo que ofrece ambas opciones: la de jugar a Mario Kart World y disfrutar de su experiencia más abierta con rutas entre circuitos o acceder a la experiencia clásica de toda la vida. Sea como sea, esta es la vertiente que apunta a ser la más recurrente en las reuniones con amigos porque es la más directa de todas. Y, sobre todo, una que demuestra que Nintendo no se olvida del valor que hay en lo tradicional: por muchas innovaciones que haya en Mario Kart World, es genial que también puedas echar una partida rápida a tres vueltas en una sola pista como en entregas anteriores.
Siguiendo esa regla no escrita de dejar lo mejor por el final, hay que rematar estas impresiones dejando un espacio privilegiado para el modo Supervivencia. Casi como si fuera un battle royale en puro movimiento, esta vertiente del juego es esa a la que tienes que acudir si quieres dejarte de tonterías y acabar a insultos con los colegas desde nada más iniciar el juego. Algo que se desprende de que estamos ante un modo que potencia la competitividad de cualquiera que lo juegue por una simple razón: si no eres el mejor en la partida, serás castigado con dejar de jugar.
El funcionamiento de este modo es muy sencillo: habrá que hacer una ruta completa por el mapa del juego para atravesar 4 circuitos diferentes con sus rutas incluidas y, cada cierto tiempo, habrá un checkpoint donde serán eliminados los cuatro peores jugadores de la partida. O, dicho de otra manera, aquellos que se encuentren en las cuatro últimas posiciones dentro de la carrera. Así, la competición pasará de constar de 24 jugadores a 20, 16, 12, 8 y finalmente 4, donde solo uno se podrá hacer con la victoria.
No estoy exagerando al decir que es posiblemente uno de los mejores modos originales que se han creado nunca dentro de un Mario Kart porque la tensión que supone jugarlo es extremadamente intensa. Una faceta que se debe a que todo lo que ocurre en este modo es imprevisible por la enorme cantidad de jugadores que hay participando en los primeros tramos y el ingente número de obstáculos a superar durante los recorridos. Tanto es así que este es el modo que intensifica enormemente la sensación que todos los fans de Mario Kart conocemos de ir primero y acabar en la posición 17º en cuestión de milisegundos.
Tras haberlo probado durante 6 horas, no me extrañaría nada que Mario Kart World estuviera nominado a mejor videojuego de este año 2025. Es el mejor juego que Nintendo Switch 2 podría traer consigo de lanzamiento portando una virtud dual que mira al pasado y presente al mismo tiempo: por un lado, aprovecha la estela de éxito de su predecesor y, por otro, es un producto perfecto para mostrar de qué es capaz la nueva consola de Nintendo.
Sé que la espera se nos está haciendo larguísima, pero os aseguro que merecerá la pena. Y digo esto siendo ese tipo de persona que dedicará sus primeras 20 horas con el juego al modo supervivencia por muchos otros contenidos que traiga consigo. Aunque supongo que esto último no tiene sentido en cuanto a defender su propuesta porque Mario Kart World no apunta a ser el típico juego de las 1000h, sino de la década. No es una cuestión de cantidad, sino de legado.
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