Grand Theft Auto es una saga que ya no precisa de introducción alguna. El culpable máximo de que Rockstar Games se convirtiera en el titán que es hoy, ha sabido sorprender—para bien y para mal—a miles de jugadores en todo el mundo e, incluso, ha levantado ampollas entre los más apartados del mundo de los videojuegos.
Todos los jugadores, quién más y quién menos, conoce la praxis que sigue la saga en la jugabilidad desde sus inicios, teniendo, por supuesto, variaciones notables como en su quinta parte. Sea como fuere, más allá de todo lo que compone Grand Theft Auto, acecha un modelo de una dinastía adulta, con múltiples exégesis sobre el trasfondo de algunos personajes, y la referencia directa a intérpretes del mundo de la música, del cine e incluso de la literatura. Debajo de su sello explícito sobre la violencia, se esconde algo más desarrollado y complejo de encontrar para según qué individuos.
En un primer lugar, para entender Grand Theft Auto más allá de lo que podemos atisbar de manera simple, hay que centrarse en lo que se nos quiere contar en según qué juegos. Es obvio que las diferencias jugables entre Grand Thef Auto: Vice City y Grand Theft Auto V, por poner un ejemplo, están ahí para innovar dentro de la saga, pero lo que no se observa con tanta facilidad es la manera que tienen en Rockstar Games de afrontar la historia de un título.
Llegados a este punto, no resulta ninguna sorpresa afirmar que a partir de Grand Theft Auto: San Andreas e incluso Grand Thef Auto: Vice City, la saga se atrevió a contar algo más allá de peleas entre clanes, mafias u otros grupos urbanos. En todos y cada uno de los juegos que comprenden ese tiempo, podemos observar historias de todo tipo. Grand Theft Auto: San Andreas es cierto que guarda analogía con títulos como Grand Theft Auto III o Vice City en momentos puntuales en los que la traición tiene cabida, pero el súmmum de esa traición se encuentra en los momentos donde CJ, el personaje de San Andreas comprueba la felonía de la forma más cruda, directa y dolorosa que se puede sentir.
Volviendo al meollo de la cuestión, Grand Theft Auto guarda una gran preocupación desde hace un tiempo por controlar el apartado del guion de una forma exquisita. Desde los giros que almacenan historias como la de Grand Theft Auto V hasta la compleja naturaleza que posee el personaje de Niko Bellic en Grand Theft Auto IV. Cada título se preocupa por ofrecer un motivo por el que ser recordado, un motivo en el que algo de ese GTA se haga inmortal en nuestra memoria, y eso, sin lugar a duda, tiene mucho que ver con el sello adulto, complejo y, en algunas ocasiones, real, que guarda su apartado narrativo.
Es una saga que sí, es cierto, guarda la violencia como su baza por excelencia, pero lo hace de forma muy refinada, muy bien ejecutada. Es en esos momentos cuando, de tener un poco de conocimiento sobre el mundo de las mafias, las bandas urbanas o la ficción tan representada en el cine o en la literatura, uno se puede dar cuenta de la emulación que en algunos casos ejecuta Rockstar Games con muchas de las entregas.
Si una persona que juega a Vice City ve referencias a Scarface, no sería nada descabellado, y hay multitud de referencias que podrían apoyar el argumento con ese paralelismo entre cine y videojuego. Vice City sirve como excusa para vivir una película de gánsteres de forma interactiva, y, en sus referencias a Carlito’s Way o Scarface se puede comprobar. Aun con todo, es algo que constantemente vive la serie; el paralelismo presente con las novelas de Mario Puzo o de escritores más contemporáneos del género como Don Winslow y El Poder del Perro, ayudan a comprender que estamos ante una saga rica en profundidad por su talento para manejar la historia y confeccionar un mundo lóbrego donde la vida se consigue a golpe de pistola.
Por eso es un error desmedido afirmar que la saga Grand Theft Auto es pura y dura violencia donde lo único que cobra valor es asesinar a personas, atropellar gente y, en definitiva, conformar una oda a la violencia gratuita. Cuando uno visiona películas como El Padrino—aunque a modo personal reclamaría que se leyera el libro—, Uno de los nuestros o Muerte entre las flores y, alguna escena recuerda a la saga de Rockstar Games, ahí es cuando se comprueba que no todo es sangre en el asfalto en la saga.
Como añadido a todo lo anterior, te encuentras con unos guiones de altura cinematográfica en muchos de los título y constantes befas a la cultura americana, ahí es donde te das cuenta de la importancia que tiene todo lo que la gente suele omitir en la saga. Grand Theft Auto rebosa cultura, entretenimiento y acción a raudales. Viene a conformarse como otro de los ejemplos de que, más allá de la capa visible, existe una segunda capa donde solo miran los que realmente quieren conocer a fondo un título, con todos sus pelos y señales.
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