Electronic Arts ha penetrado en un cenagal a causa de la estrechez en la fecha de lanzamiento de sus dos obras magnas de este año, Battlefield 1 y Titanfall 2. A simple vista resulta inequívoco cuál de los dos títulos se lleva el reconocimiento popular por su concepción. Battlefield 1 representará el sepulcro de Call of Duty, la saga icónica del género bélico en los videojuegos. EA lo tiene claro, y Activision manifiesta encubiertamente su indefensión ante el panorama enmarcado este año. Recientemente la compañía remarcó su indiferencia ante la opinión de los jugadores, ingrediente que acabará condenándolos.
Pero el tema de Battlefield contra Call of Duty ya se configurará en los correspondientes análisis de ambos juegos, hoy preocupa otro asunto. Y es que EA ha confiado demasiado en la polarización de adquisidores de sus dos próximos títulos. Ciertamente, Titanfall 2 podría ser el contrapunto de Battlefield 1 por su temática futurista y su esencia vertiginosa y mayormente ampulosa. El título desarrollado por Respawn Entertainment está enfocado a un público diferente de Battlefield 1, pero esta vez podría desfigurarse esta perspectiva. ¿Por qué? Por la grandiosidad que traerá la propuesta de DICE.
Los conflictos acaecidos durante la Primera Guerra Mundial suponen un escenario precipitado pero atractivo, un contexto muy demandado por los entusiastas del género shooter cansados de la redundancia que frecuenta en este estilo de juegos. Y es este factor innovador el que captará la atención no sólo de los feligreses de Call of Duty, sino de un circulo abigarrado de jugadores que acudirán a la llamada de este ambiente tan solicitado.
El lanzamiento de Battlefield 1 está previsto para el 21 de octubre, y el de Titanfall 2 para el 28 del mismo mes. Ubicar el plato fuerte previamente al "secundario" no hace más que socavar la comercialización del producto, y más teniendo en cuenta la peligrosa proximidad entre ambas fechas. Muchos de los usuarios preferentes del estilo manifestado por Titanfall apostarán por la nueva entrega de Battlefield, y la intrincada situación económica que azota al país dificultará la adquisición del otro título. Un mes de diferencia no perjudicaría tan severamente las ventas, pero una semana de espaciado se intuye como una condena inexorable para un juego que promete potenciar las bondades de su predecesor.
La primera entrega de Titanfall no caló tan hondo por la unicidad del modo multijugador. La ausencia de la campaña entristeció a los jugadores que veían en la propuesta robótica una fuente de inspiración narrativa, circunstancia que se ausentó en 2014 y que se contrariará el presente año gracias a la adición de un modo historia. La inclusión de una modalidad individual ensancha la hetereogeneidad de jugadores, pero la magnífica apuesta que propone DICE fagocitará parte de este encanto distintivo impulsado por Respawan. ¿El resultado? Un equilibrio descompensado.
EA ha insistido ocasionadas veces en que su carente estrategia comercial se debe a la existencia de dos colectivos: los fieles a Battlefield y los seguidores de Titanfall. Pero esta dualidad promete unificarse en un único público masificado que abrazará las bondades de la Primer Guerra Mundial. Y no será un círculo pequeño, absorberá a gran parte de los devotos de Call of Duty, conservará la horda de acérrimos de Battlefield, añadirá jugadores insatisfechos con la puesta bélica actual y recogerá usuarios de todos los campos. Mientras tanto, Titanfall palidecerá en su brillante intento de captar jugadores y se relegará a un pequeño éxito obtenido por los afortunados que se adentren en su peculiar estructura futurista.
Y, si me lo permitís, declaro que la batalla anual se disputará entre Titanfall 2 y Call of Duty: Infinite Warfare, dos juegos temáticamente análogos. Entretanto, Battlefield 1 estará apostado en el trono de los shooters esperando la continuidad de un hipotético Battlefield 2 (presumiblemente ambientado en la Segunda Guerra Mundial) mientras nosotros, los jugadores, surcamos los cielos con dirigibles, empuñamos antiguo armamento y exploramos el enfoque histórico que DICE ha adecuado para este vasto conflicto que cambió el curso de la historia.
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