Análisis Nightmare Boy
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ANÁLISIS

Análisis Nightmare Boy

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Tanto en los videojuegos como en el cine o la literatura, las pesadillas han sido el motor de enganche de muchos guiones. No ha sido un tema que se haya explotado demasiado, pero sí es cierto que videojuegos como Dark Seed o películas como Ink de Jamin Winians han tratado a las mismas a su forma, con sus reglas y modificándolas como pensaran oportuno.

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En este caso, el estudio The Vanir Project ha seguido esta misma premisa, la de crear a través de las pesadillas un videojuego con sus propias reglas tanto a nivel jugable, como de interpretación. Nightmare Boy es de esos títulos en los que, a través de los ojos de un niño, viviremos disimiles aventuras mientras vencemos a diferentes monstruos que pueblan los escenarios.

Víctima de una pesadilla

Con la etiqueta de metroidvania debajo del brazo, la premisa de guion de Nightmare Boy da comienzo cuando un niño llamado Billy es llevado al mundo de las pesadillas por Baldr, un poderoso mago que necesita a Billy para garantizar su reinado en Donorok y ganarse el respeto de toda la población de Noctum. De esta forma no solo deberemos salvarnos a nosotros mismos y lograr escapar de este mundo de pesadillas, sino que también deberemos ayudar a otros niños que llevan sumidos en este sueño un largo tiempo.

Aunque la historia no resulte la mayor virtud de Nightmare Boy, existen ciertos detalles bien hilados con respecto al mundo de los sueños y en ambientación logra cumplir por esas pequeñas particularidades. El nombre del mago, Baldr, no parece elegido por el azar y puede estar ligado a la leyenda nórdica de este hijo de Odín y como soñó con su propia muerte. En este aspecto, se puede ligar al poderoso mago del juego con su propia extinción y/o muerte en lo que a temas monárquicos se refieren, pudiendo ser Billy el causante de todo su desastre o la solución a todos sus problemas.

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La ambientación continúa sus principales virtudes con el diseño de enemigos y escenarios, desde fantasmas o zombis, pasando por enemigos más surrealistas que solo pueden habitar en un mundo como ese. Como comentaba anteriormente, no es un título que en este aspecto se corone pero estos pequeños detalles ayudan a crear un atrezzo que, uniéndolo a la jugabilidad, recrean un escenario muy interesante aunque a nivel gráfico no sea destacable. Si merece la pena romper una lanza por todo lo relativo al sonido, que está medido con una precisión de cirujano para que se recre con la mayor exactitud posible el momento que estemos viviendo en ese momento. Un diez en ese aspecto.

Pero es la jugabilidad lo que se premia por encima de cualquier otro aspecto en videojuegos de este tipo. Los metroidvania son un género que deben estar muy bien estructurados para brillar en este aspecto y, aunque Nightmare Boy sienta su base en conceptos muy habituales en el género, logra que, una vez más, en sus pequeños detalles se encuentre su verdadera alma máter.

Sobre el papel tendremos un escenario con varios caminos distintos donde, a base de investigación, descubriremos que siguen un orden lógico. Esto no quiere decir otra cosa que, por impedimentos que nos encontremos en otros caminos, sepamos que no estamos preparados para seguir esa ruta y tengamos que buscar el verdadero sendero a seguir para luego volver a estos lugares. En cada uno de estos escenarios que normalmente se prolongan en varias pantallas, tendremos que hacer frente a un jefe final que, una vez derrotado, liberará a uno de los niños que comentaba anteriormente en el texto. De esta forma, una vez derrotado el jefe y liberado el niño, recibiremos mejoras para continuar nuestro camino.

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Hasta aquí no parece que Nightmare Boy tenga nada de original salvo su planteamiento argumental y ambiental, pero si de algo se caracteriza el título de The Vanir Project, es de crear un título donde la dificultad esté presente en todo momento. Más allá de los convencionales enfrentamientos contra los jefes, en Nightmare Boy deberemos liquidar a nuestros enemigos a base de inteligencia y observar cuáles son los momentos precisos para atacar, cómo hacerlo y sobre todo, no perder la paciencia en ello. Cada combate contra los jefes es un mundo distinto, pero no por ello quiere decir que podamos emplear técnicas utilizadas anteriormente para derrotar a otros enemigos. Una vez es aprendida esta lección, se encuentra un problema y es que el juego se puede hacer un poco más fácil que en nuestros primeros minutos de juego y, es más, el trayecto puede ser un peligro más acentuado que el del propio enfrentamiento contra el jefe de esa zona.

Si bien Nightmare Boy no es el juego complicado que estamos acostumbrados a ver, existen pequeñas muestras en su propuesta que nos harán más complicada la existencia. Los saltos calculados, la velocidad a la que se mueve nuestro personaje, ofrecen al jugador una complicada tarea a la hora de superar ciertos obstáculos con trampas portales bajo nuestros pies. Pero si hay un detalle que me ha llamado la atención en el título, es el modo que emplea para guardar la partida.

Distribuidas por el mapa hay diferentes salas donde podremos guardar la partida. Regentadas por la muerte, ésta nos ofrecerá guardar la partida a cambio de gemas que vamos recolectando a lo largo de nuestra aventura. La particularidad que tiene este sistema es que, cada vez que guardemos la partida, aumentará la cifra que deberemos pagar si queremos grabar en otra ocasión. Será obligatorio pensar si nos conviene guardar o no en todo momento pues, aunque dichas gemas se pueden recolectar ad infinitum, nos hará perder un valioso tiempo el estar consiguiéndolas para este fin.

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Conclusiones

Nightmare Boy es un título que arriesga en algunas mecánicas y en otras, opta por ser más conservador y seguir patrones que ya tenemos más que vistos de otros títulos del género. No es ni mucho menos un aspecto negativo puesto que, aunque esté ahí, lo hace correctamente y es un título muy entretenido y donde se da a entender esa lucha que todos hemos tenido de niños: nosotros contra nuestras pesadillas. 

Redactado por:

Amante de la música en todos sus formatos, un enfermo de esos que dicen en la televisión de los videojuegos y devorador de cacahuetes.