Hace ya unos cuantos años desde que la saga Scribblenauts se estrenaba y lograba sorprender a numerosos fans de los videojuegos alrededor de todo el mundo siendo uno de los grandes ejemplos de la jugabilidad emergente. A través de diferentes niveles, esta franquicia nos daba la ocasión de resolver puzles de formas muy variadas y, en el camino, investigar y cacharrear con las múltiples opciones del juego para maravillarnos ante descubrimientos que, si bien eran algo paralelo, acababan convirtiéndose en el centro de la diversión en muchas ocasiones.
Tras varias entregas y mucho éxito a sus espaldas, llega al mercado Scribblenauts Showdown, el videojuego de la saga que más apuesta por el multijugador, por los retos entre usuarios y dejar de lado (al menos de forma parcial) la fórmula que le había dado fama y éxito a Scribblenauts. Pero, ¿sigue siendo bueno el resultado? Nosotros ya hemos podido estar disfrutando de esta obra y, si queréis conocer la respuesta a esta pregunta, os invitamos a que nos acompañéis en nuestro análisis de Scribblenauts Showdown.
Scribblenauts Showdown es un juego que viene, no a sentar un punto y aparte en la saga, sino a ofrecer una experiencia distinta como si de un spin-off se tratara. Esta nueva obra no se centra tanto en los puzles sino que deja un gran espacio para los minijuegos al más puro estilo Mario Party. Como indica su título, los principales modos de juego de la obra nos ponen en un enfrentamiento contra nuestros amigos. Y estos enfrentamientos son precisamente lo que se aleja de los puzles de Scribblenauts y se mete en el terreno de los minijuegos.
A pesar de que podemos disfrutar contra la IA, el juego está claramente enfocado a ser disfrutado con amigos. Los diferentes modos nos permiten jugar a minijuegos en los que se premian diferentes habilidades (sí, exactamente como en Mario Party). Podemos disputar simplemente duelos de estos minijuegos contra nuestros amigos o hacerlo dentro de un tablero con cartas y elementos que le añaden algo de aleatoriedad a toda la experiencia.
A pesar de que en general estas propuestas son bastante divertidas, nos encontramos con que el número de minijuegos no es demasiado grande y, en cuestión de unas pocas horas, ya habremos jugado a todos y solo nos quedará repetir una y otra vez los mismos. Además, si bien son divertidos, a nivel de diseño hay algunos que dejan mucho que desear y cuyos objetivos son de todo menos originales.
Sin embargo, la innovación de Scribblenauts Showdown se queda en eso, en ofrecer varios modos de juego basados en minijuegos con los que retar a nuestros amigos. Pero, para los amantes de la fórmula más clásica, esta obra también incluye un modo similar a lo que ha dado el éxito a esta franquicia. A través de este modo libre podremos volver a disfrutar de los típicos mapas bidimensionales cargados de personajes con problemas que solucionar invocando todo tipo de objetos y personas para poder ganar estrellas (la moneda del juego) y avanzar.
En este sentido, Scribblenauts Showdown no decepciona. Los diferentes puzles están bien pensados, hacen que usemos la cabeza y dejemos volar nuestra imaginación y, sobre todo, dan pie a disfrutar de la jugabilidad emergente que ha hecho tan famosa a esta saga. Tal vez queramos saciar el hambre de un oso y acabemos viendo cómo un Einstein cibernético anarquista muele a golpes al mismísimo Zeus mientras de fondo explota una bomba termonuclear. Y, seamos sinceros, esto es tremendamente divertido.
Pero no todo es positivo y los cambios que los responsables de Scribblenauts Showdown han intentado imprimir a la jugabilidad se pagan caro. Debido al empeño puesto en los minijuegos nos encontramos con que este modo libre, que sigue siendo lo mejor del juego, es menos extenso que en anteriores entregas. Los puzles, si bien son curiosos y están bien pensados, son escasos y se nos acabarán en cuestión de unas pocas horas, dejándonos con ganas de más.
Por otro lado, la moneda del juego, las estrellas, son toda la recompensa que recibimos. Es cierto que son necesarias para avanzar en el modo libre y podemos usarlas para comprar ciertos objetos y personajes en la tienda del juego, pero las recompensas se sienten demasiado vacías. El objetivo para continuar no es la recompensa, sino el saber que cada mapa es una nueva ocasión para dar rienda suelta a nuestra imaginación. Y, en este sentido, hay que decir que todos los Scribblenauts anteriores hacían un mejor trabajo.
Visualmente, Scribblenauts Showdown sí da un paso adelante y, aunque mantiene la estética cartoon, la potencia de la actual generación de consolas permite que el título luzca mejor, con algo más de nitidez y animaciones más trabajadas. En este aspecto nos encontramos con una obra que entra fácilmente por la vista y cuyo rendimiento no parece resentirse por muchos objetos que metamos en pantalla, al menos en la versión de PlayStation 4 que es la que hemos podido jugar; y esto es algo que se agradece mucho.
El apartado sonoro, por su lado, no destaca ni por bueno ni por malo. La banda sonora es alegre y cumple su función de estar ahí, acompañando al jugador mientras explora las posibilidades que ofrece el título. Los efectos de sonido sí que destacan algo más y le da un toque de diversión y originalidad a todo lo que pasa, puesto que estos efectos son bastante variados.
En cuanto a la duración, como podéis ver en el análisis es muy variable. Todo depende de cuánto tardemos en cansarnos más que en explotar el contenido que el juego incluye en sí. En los modos con minijuegos tardaremos aproximadamente unas 3 horas en ver la gran mayoría de minijuegos. El modo libre se alarga un poco más y, teniendo en cuenta todo lo que hemos enredado con los objetos que podemos invocar, hemos tardado en completar todos los niveles alrededor de 5 horas.
En definitiva, Scribblenauts Showdown llega de una forma difusa. El juego parece no tener un objetivo claro y hay una enorme diferencia entre los diferentes minijuegos competitivos y el modo libre más adaptado a la fórmula clásica. El cambio en la jugabilidad se queda a medio camino y lo único que consigue es no ofrecer un producto sobresaliente en ninguna de sus dos facetas. Se huele miedo en una apuesta que busca el cambio y que no ha salido todo lo bien que desearíamos.
Y, aún con todo esto, Scribblenauts sigue siendo capaz de resultar divertido. Podemos pasarnos horas disfrutando como enanos gracias a las infinitas posibilidades que ofrece su modo libre, en el que invocar y modificar todo tipo de objetos es la principal diversión. Sin embargo, poniendo este juego frente a toda la saga nos encontramos con que es el que menos tiene para ofrecernos. Pese a la buena base, es el que menos explota sus posibilidades y, por tanto, el más difícil de recomendar de todos. Y aún así no estamos ante un mal juego, tal es la calidad y potencial de Scribblenauts.