Análisis State of Mind
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ANÁLISIS

Análisis State of Mind

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Cuando Daedalic Entertainment se aventuró en la industria de los videojuegos hace ya más de diez años, seguro que no se imaginaban hasta dónde habrían llegado. Su género fetiche siempre ha sido el de las aventuras gráficas, un  terreno que conocen como la palma de su mano y en el cual llevan reinando varios años. Tan es así que muchos jugadores los consideran “los reyes de las aventuras (gráficas)”. No obstante, los tiempos cambian y con el devenir del tiempo se evoluciona, así que, buscan seguir sorprendiendo a los aficionados al alejarse un poco de sus raíces tradicionales con State of Mind.

Mucho recorrido tienen a sus espaldas los trabajadores de la desarrolladora y muchas historias han contado en todo este tiempo. Los fervientes aficionados de la compañía han experimentado un buen puñado de tramas de fantasía y ciencia ficción que les han entusiasmado y con las que han encumbrado las mentes de los creativos. Ahora, ha llegado el turno de comprobar si State of Mind está a la altura de lo que se espera.

La mayor parte del catálogo de Daedalic consta, como ya sabéis, de aventuras gráficas y, concretamente, point & click. Pero, en los últimos años, la desarrolladora ha comenzado a reinventarse y ha tocado palos como el sigilo, los juegos basados en el multijugador online, los de mundo abierto -todos ellos a modo de distribuidora- y la estrategia y el rol, entre otros, hasta llegar al género de la aventura de movimiento libre.

State of Mind es su último videojuego, con el que quieren ir un paso más allá y continuar explotando lo que tanto les gusta hacer: contar historias. Si queréis saber cómo les ha ido en su nueva incursión, os invitamos a que sigáis leyendo el análisis.

El mundo futurista de 2048

Cuando imaginamos el futuro de la humanidad a largo plazo se nos hace imposible no pensar en la cantidad de avances que estarán a nuestra disposición. Robots o androides al servicio de los humanos, coches voladores, naves espaciales, teletransporte, implantes cibernéticos, nanotecnología y un largo etcétera. Pero, si nos paramos a mirar el mundo que nos rodea y lo comparamos con el de hace una década, nos daremos cuenta de que, tecnológicamente hablando, hemos avanzado más rápido de lo que nos hemos podido percatar.

Quizás por eso, la ciencia ficción de la que nos habla State of Mind está a la orden del día. En el juego nos pondremos en la piel de Richard Nolan y Adam Newman, dos reputados periodistas, uno de carácter avinagrado y otro más afable, cuyos últimos acontecimientos en sus vidas son bastante parecidos. Ambos viven en ciudades distintas pero con muchas cosas en común; los humanos se han rendido por completo a todo tipo de tecnología. Además, las similitudes no se quedan ahí puesto que sus vidas parecen un espejo la una de la otra y los dos deberán de trabajar en equipo para encontrar a la desaparecida familia de Nolan y, al mismo tiempo, conseguir restaurar sus memorias; las cuales están resquebrajadas tras un supuesto accidente de tráfico, mientras -además- se adentran en una trama de conspiración sin saberlo.

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Aunque el peso argumental recae sobre estos dos protagonistas, habrá hasta un total de seis personajes jugables (incluidos Richard y Adam) que nos ofrecerán su punto de vista sobre este embrollo. Sin embargo, la piedra angular de toda la trama girará en torno a Richard Nolan, quien está en contra de muchos de los avances de la ciencia que tienen como objeto principal la inteligencia artificial y cuya historia nos invitará a reflexionar sobre el camino que parece va a seguir la humanidad en el futuro próximo.

Uno de los mayores miedos que tiene nuestra raza es a la muerte. Sabemos que en algún momento nuestra llama se apagará y no sabemos realmente qué hay al otro lado de nuestra realidad actual. Por eso mismo, cada vez son más las personas que invierten dinero en alargar su salud y ¿qué podría suceder en un futuro con los posibles avances que se consigan? Todavía se desconoce, pero quizás la inmortalidad esté al alcance de nuestra mano. No obstante, esto no hará más que jugar en nuestra contra, ya que, las empresas acabarán buscando a gente con determinados implantes o aumentos que puedan hacer a las personas, a su juicio, más productivas.

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El transhumanismo es una de las cuestiones que más nos harán pensar durante toda la trama de State of Mind. Constantemente se nos lanzarán mensajes que nos señalarán que las personas son capaces hasta de desprenderse de partes de su cuerpo totalmente sanas para conseguir poder. Porque si la muerte es nuestro mayor miedo, nuestra mayor ambición es el poder. Por otro lado, el conocido Test de Turing también está muy presente. Parece que ya nos empezamos a dar cuenta de que "dentro de poco" tendremos robots con apariencia humana entre nosotros y ya nos empieza a entrar el miedo por lo que pueda suceder si las tres leyes de la robótica pudieran ser quebrantadas.

Sin embargo, todas estas reflexiones surgen tras varias sesiones de juego. Desde un principio es difícil conectar con la historia, solo con el paso de las horas parece arrancar la narrativa. Quizás porque desde un primer momento es evidente “por dónde irán los tiros”, pero, desgraciadmanete, solo consigue intrigar durante los últimos compases. Esto supondrá un problema para los jugadores que vengan buscando una trama de acción futurista donde abrirse paso a disparos, puesto que Daedalic Entertainment nos ofrece una aventura interactiva donde básicamente solo habrá que leer y escoger los diálogos, lo que la puede hacer algo aburrida en sus inicios. Por eso mismo, hay que tener muy claro el tipo de juego al que nos enfrentamos si no queremos salir algo decepcionados.

Además, es una lástima que no se consiga crear un vínculo emocional entre el jugador y los principales protagonistas. Puede que al presentarnos un mundo tan ostentosamente artificial no hayamos conseguido simpatizar mucho con ellos ni sus problemas. Esto no quiere decir que carezcan de carisma, pero lo cierto es que al principio prácticamente no sentimos empatía por su situación ni nos motiva acompañarles en su viaje. Desde la desarrolladora creen que la estrategia que han seguido es fundamental para que la gente pueda tomarse tiempo mientras juega para pensar sobre todos estos hechos, pero nosotros no estamos seguros de que esta narrativa tan sumamente lenta, en un ambiente supuestamente violento y agitado de estilo cyberpunk, haya sido la mejor opción.

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Del point & click al movimiento libre

Desde que se anunciara State of Mind, una de las cosas que más llamó la atención fue su jugabilidad. Conocedores del catálogo de Daedalic Entertainment, donde la mayor parte de sus aventuras se controlan mediante point & click, fue toda una revolución saber que en su nueva obra apostarían por el movimiento libreNosotros hemos tenido acceso a la versión de PC (Steam) para realizar el análisis, así que, lo que expondremos en este apartado -y sucesivos- puede diferir de la versión de consolas (Nintendo Switch, PlayStation 4 y Xbox One).

Hablando desde el punto de vista de compatibles, es un gran punto a favor que no se hayan olvidado de los jugadores que prefieren disfrutar con teclado y ratón. State of Mind está perfectamente configurado para ser abordado tanto con controlador como con ratón y teclado, resultando la respuesta a los comandos prácticamente igual en las dos maneras de jugar, por lo que os invitamos a que la disfrutéis como más gustéis. No obstante, sentimos que esta obra no ha sido más que una pequeña exploración en este tipo de control. Lo cierto es que manejar a los personajes se puede volver algo tedioso porque no cuenta con la fluidez que tienen otro tipo de aventuras de este estilo. Además, en algunos momentos sentiremos algunas rascadas en los movimientos, como si hubiera algún tipo de input-lag.

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El movimiento de la cámara es perfecto, pero juega malas pasadas a la hora de dar las órdenes de dirección a los protagonistas. Con el paso del tiempo uno se acostumbra a este pequeño inconveniente que se puede llegar a pasar por alto. No es algo grave, solo deja sensación de que al estudio le queda mucho camino por andar dentro de este género y algunas cosas que seguir mejorando. Otra situación en la que nos sentimos limitados es en el inventario. En esta ocasión no se utiliza para nada, únicamente para ver más de cerca los pocos objetos que llevaremos encima. Por otro lado, la opción de rotación es demasiado sencilla y solo podremos girar estos objetos en un único sentido. Por último, no habrá posibilidad de elegir capítulos para rejugar algunas partes, si bien la opción de autoguardado no utiliza un solo slot, así que para nuestra sorpresa, podremos volver a vivir algunas partes de la historia desde el apartado de cargar la partida.

Una de las principales cuestiones que se tienen en cuenta a la hora de enfrentarse a una aventura es la curva de la dificultad. En State of Mind es plana, no hay casi puzles propiamente dichos. La narrativa se ve interrumpida en algunos momentos por una especie de minijuegos donde deberemos de poner en orden una serie de fragmentos para desvelar una imagen; también hay algún otro donde deberemos disparar desde unas torretas a unos drones, u otros donde controlaremos drones para inutilizar cámaras o colocar elementos en el camino para bloquear la visión de las mismas, entre otras cosas. Ninguna de estas acciones entraña dificultad y, mucho menos, los que podríamos considerar como dos únicos puzles que nos hemos encontrado (concretamente hacia el final del juego), donde deberemos de jugar con elementos del escenario para poder avanzar, supondrán un problema. Por lo tanto, según se va avanzando en la trama no se vuelven más complicados los acertijos, simplemente se sienten como elementos para que la historia no se vuelva demasiado pesada y ayude a los jugadores a no aburrirse al realizar alguna acción fuera de los diálogos. Es decir, todos los elementos están enfocados a lo realmente importante en State of Mind -y que ya os hemos dejado caer varias veces-, contar una historia que haga reflexionar.

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Las ciudades de Berlín, Nueva York y la inédita City 5

Durante nuestro viaje visitaremos muchas localizaciones distintas dentro de las tres ciudades donde se lleva a cabo toda la trama: Berlín, Nueva York y City 5. Aunque no podremos movernos libremente por ellas, puesto que se irán abriendo los escenarios conforme avancemos y no podremos volver a sitios que hayamos visitado anteriormente a nuestra elección, lo cierto es que no resulta necesario porque la exploración es mínima tirando a nula, todo se siente muy guiado. A lo largo de todos nuestros paseos por las distintas localizaciones no podremos interactuar con muchos elementos que se alejen de los necesarios para poder seguir la historia, salvo para leer descripciones.

Eso sí, esto no quita de que todos y cada uno de los escenarios estén totalmente cuidados y con un nivel de detalle que podríamos catalogar como "marca de la casa". Daedalic ha pasado de dibujar los mapas completamente a mano al arte low poly con modelado 3D. Un cambio de aires en el apartado artístico al que nos tienen acostumbrados que le ha sentado muy bien. Todos los elementos que veremos en pantalla estarán formados por polígonos que darán forma al mundo de State of Mind. Sin embargo, no han conseguido transmitir del todo ciertas emociones a través de esta técnica, porque algunas de las animaciones se sienten bruscas y poco naturales, lo que le resta puntos a los diálogos. Otra de las cuestiones características de la compañía es la inclusión de elementos que hacen referencia a sus otras obras. Habrá diversos easter eggs repartidos por todo el juego, tanto en forma de nombres como de peluches o graffitis.

State of Mind nos presenta dos mundos, uno distópico y otro utópico en yuxtaposición. Por un lado, el mundo real está al borde del colapso, cada vez hay más violencia en las calles y menos recursos para mantener con vida a una humanidad que se siente esclava de la tecnología. Por otro, un universo donde la tecnología sigue prevaleciendo pero no existe la violencia y reinan la justicia y la paz al estar poblado por las personas más inteligentes -y educadas- del planeta. La atmósfera cyberpunk ha sido perfectamente plasmada incluso utilizando este arte, pero tristemente todas las ciudades se sienten vacías. En una realidad donde la sobrepoblación es un serio problema hemos echado en falta más personajes no jugables pululando por los mapas; no obstante la falta de estos se ha intentado camuflar satisfactoriamente con sonidos de ambiente.

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Volviendo al tema de las animaciones, no solo hemos añorado que estuvieran algo más trabajadas, puesto que a veces los personajes parecen palos que solo mueven los brazos para expresarse, sino que entre escenario y escenario hubiéramos preferido ver alguna imagen en movimiento en vez de las pantallas de carga, las cuales parecen infinitas en algunos momentos.  Cada vez que se cambia de mapa nos salta una pantalla prácticamente negra mientras se carga el contenido. No hubiera estado mal que cuando usáramos el coche, el metro o el tranvía para desplazarnos entre localizaciones pudiéramos ver a los protagonistas sentados tranquilamente haciendo el viaje, o alguna otra animación por el estilo.

En cuanto al apartado sonoro, la verdad es que la banda sonora es una auténtica delicia. Las pistas musicales riman perfectamente con las emociones que se intentan trasmitir a través del juego. Incluso en algunos momentos podremos escoger algunas de las canciones que queremos escuchar entre un pequeño abanico de géneros musicales. El doblaje de los protagonistas está muy bien conseguido por su parte, aunque desgraciadamente no existe audio en nuestro idioma. No obstante, los hispanohablantes podrán seguir perfectamente la historia gracias a que cuenta con subtítulos a nuestra lengua.

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¿Qué nos depara realmente el futuro?

Si tuviéramos que pensar en algún título parecido a State of Mind ese sería Detroit: Become Human; salvando las distancias. Ambos tienen muchos puntos en común, sobre todo en cuanto al guion se refiere, pero están muy alejados el uno del otro. El videojuego de los alemanes se siente demasiado guiado, no hubiera estado de más que nuestras decisiones a lo largo de la historia sirvieran para algo más que para desbloquear logros. Da igual las responsabilidades que asumamos que el final va a ser prácticamente igual.

Daedalic Entertainment ha querido abrir una nueva frontera, un nuevo camino por el cual seguir durante los próximos años, por eso mismo, State of Mind se siente como una primera toma de contacto con el destino a corto plazo de la desarrolladora. Es un juego con mucho potencial pero que se queda en el intento de haber sido algo mucho más grande y redondo. Nos ha dejado un sabor agridulce porque sentimos que no han arriesgado todo para romper los moldes y se han conformado con mostrar lo correcto.

A los amantes de las aventuras interactivas, esas cuyo eje central son las historias que invitan a reflexionar, les gustará aunque haya alguna pequeña laguna de guion en algunos momentos. En cambio, a aquellos que vengan buscando un poco de todo, es probable que no les termine de cuajar State of Mind porque su desarrollo avanza lento.

Redactado por:

Gracias a esta realidad he rescatado princesas, cometido asesinatos, pilotado bólidos, pateado zombis y miles de historias más que solo se experimentan en este lado de la pantalla.